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La escritora Carmen Posadas, este jueves en LAS PROVINCIAS. txema rodríguez
Carmen Posadas: «Estamos rodeados de espías, los hay por todas partes»

Carmen Posadas: «Estamos rodeados de espías, los hay por todas partes»

«No creo en el feminismo que defiende que las mujeres son estupendas y los hombres, unos maltratadores», asegura la autora, que presenta nuevo libro en Valencia

Noelia Camacho

Valencia

Viernes, 4 de noviembre 2022, 02:15

La escritora Carmen Posadas (Uruguay, 1953) se ha puesto en modo espía. Ella bien sabe lo que es estar vigilada. Lo cuenta sin reparos cuando rememora su niñez en Rusia, con su padre como embajador de Uruguay en la Unión Soviética. Ahora, también investiga para mostrar -y novelarnos- la vida de las mujeres espías más reconocidas de toda la historia. En 'Licencia para espiar' (Espasa) -presentada ayer en Valencia- ahonda en la historia de Caridad Mercader, Mata Hari, Catalina de Medici, la bíblica Rahab e, incluso, hasta una mujer que está hace bien poco desempeñaba esta labor.

-¿Ellas espían mejor que los hombres?

-La mujer que entrevisté, y cuyo testimonio cierra el libro, me dijo, sensatamente, que las mujeres espían como mujeres y los hombres como hombres. Ellas pasan más inadvertidas, son más discretas. Ellos van a un bar y lo cuentan todo.

-Las historias que novela en 'Licencia para espiar' han sido, muchas veces silenciadas. ¿Lo fueron porque las protagonistas eran mujeres?

-En ocasiones puede que sí. Pero las espías han tenido una actuación muy importante a lo largo de la historia. Y muchas habían pasado al anonimato porque el secreto es básico en esa profesión.

-Ha dicho que hay espías en todas partes...

-Así es. Estamos rodeados. Cuando de niña viví en Rusia, los espías eran muy obvios, no disimulaban nada. Mi casa estaba llena de micrófonos. Y ahora también pasa. Según me dijo una de las espías que entrevisté, estamos rodeados. Pero no sólo hablo del teléfono móvil ni del reloj. Los servicios secretos contratan a muchos informantes. Eso lo he sabido. Desde los taxistas a los conserjes o las camareras de los hoteles. Esas son grandes fuentes de información.

-¿No asusta estar tan controlados? Lo digo por lo que decía del teléfono móvil...

-Pero lo más sorprendente es que lo sabemos. Un día comentamos con nuestra pareja que nuestro tostador se ha roto y al segundo nos salen miles de anuncios. Vendemos nuestra alma al diablo cada vez que aceptamos las 'cookies'. El problema es que damos tanta información que vete a saber qué hacen con esos datos.

-¿Es este un libro de reivindicación feminista o postfeminista, como usted se define?

-A las mujeres todavía nos queda mucho camino. Hemos conquistado batallas, pero hay mucho por hacer. Lo que siempre digo es que no creo en ese feminismo que defiende que las mujeres son todas estupendas y los hombres son todos unos maltratadores. Ni todas somos inteligentes ni ellos son todos tontos. Con eso no me veo identificada.

-Con su prolífica carrera literaria, ¿no se le acaban las historias?

-Pues ahora no se me ocurre de qué voy a escribir (ríe). Estoy en blanco ahora mismo. A lo mejor aquí en Valencia se me ocurre alguna historia.

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