Desde el rapto de Elena hasta el Afganistán de 2021, las mujeres han sido un arma de guerra con el que los ejércitos y los terroristas han castigado a sus adversarios. Pero mientras los asesinatos masivos cometidos en los conflictos internacionales se han convertido en muchas ocasiones en crímenes de guerra y en algunos casos, hasta han acabado en los tribunales internacionales, la violencia sexual se sigue considerando un mal de segunda categoría. La prestigiosa periodista británica Christina Lamb (Londres, 1965) ha investigado los abusos contra las mujeres y ha convertido esas historias, casi siempre olvidadas, en un estremecedor libro, 'Nuestros cuerpos, sus batallas' (Principal de los Libros).
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Las víctimas con las que ha hablado Lamb, desde Argentina hasta Siria, pasando por Bosnia, comparten en su mayoría un pensamiento aterrador. «Muchas de ellas me dijeron que, tras ser violadas, preferirían haber muerto porque además de los daños físicos, han padecido también problemas mentales y han sufrido el rechazo de sus comunidades, que incluso las culpan de lo que les ha ocurrido y las llegan a expulsar», relata la corresponsal internacional del Sunday Times, que describe esa realidad de víctimas por partida triple.
Y sin embargo, pese a que miles de mujeres en cualquier conflicto sufren violencia sexual, la comunidad internacional «mira para otro lado y no investiga en profundidad estos delitos». De hecho, recuerda Lamb, muchos de los hombres que han cometido crímenes sexuales en conflictos internacionales participaron después en las conversaciones de paz «y ahora caminan libre e impunemente por ciudades como París o Londres». «Pocas mujeres están en esos procesos de paz tras una guerra y de esa manera, no se visibiliza el problema. Esto es algo que debe acabar con un fuerte liderazgo internacional frente a estos crímenes», señala la autora.
Lamb cuenta que acaba de llegar de Afganistán, donde los talibanes han recuperado el poder, y explica que la experiencia de este país sirve como ejemplo a lo que ha sucedido en otros muchos. «Desde siempre se ha pensado que la violencia sexual en los conflictos es un problema que afecta a las mujeres, pero la realidad es que lo cometen hombres. Por ejemplo, en Afganistán, cuando cayó el régimen talibán en 2001, nadie se ocupó de enseñarles a los hombres lo que tenían que hacer».
En todo el mundo el #MeToo o en España el caso de 'La Manada', que Lamb ha estudiado, han ayudado a concienciar sobre la violencia sexual. «Resulta chocante que haya que llegar a situaciones así para que la sociedad se dé cuenta de un problema tan extendido, pero es cierto que ahora existe un mayor conocimiento sobre estos abusos. Surgido en España, el movimiento 'Solo sí es sí' es un modelo para muchos países», subraya la periodista, que ha recibido el premio a mejor corresponsal del año en su país en cinco ocasiones, entre otros galardones, además de publicar varios libros, entre ellos, 'Yo soy Malala', junto a Malala Yousafzai, la joven paquistaní que sufrió un ataque por defender su derecho a estudiar y que en 2014 ganó el premio Nobel de la Paz.
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