Borrar
Urgente Yanik Sinner, suspendido tres meses por dopaje
Julio Iglesias, en una actuación en Argentina. EFE
Julio Iglesias es de derechas igual que el mar es azul

Julio Iglesias es de derechas igual que el mar es azul

El artista de 'Hey' conforme pasa el siglo XXI «es más mito que cantante», según Ignacio Peyró, que publica 'El español que enamoró al mundo' el próximo 24 de febrero | El ensayo realiza un recorrido del 'crooner' al meme; repasa el triunfo de Julio Iglesias en el Festival de Benidorm, un concurso concebido como «impulsor de la autoestima nacional»; y aborda la relación del músico con el PP, desde el mítin en Mestalla en 1996 hasta su relación con Zaplana con el que comparte «moreno de rico»

Carmen Velasco

Valencia

Sábado, 15 de febrero 2025, 01:12

La canción y la política a veces confluyen, se mezclan, se relevan. No, no piensen en Carlos Mazón, sino en Julio Iglesias. «El 29 de febrero, a tres días de las elecciones generales, Julio aparece junto a José María Aznar en el mitin del Partido Popular en el campo del Valencia Club de Fútbol. Cincuenta mil personas se volvieron locas al verlos entrar. Cincuenta mil personas: se dice pronto. Era, y sigue siendo, el mayor evento político de la democracia española». Este «evento político» se retrotrae a 1996, el cantante se sentó en primera fila, entre Ana Botella y Rita Barberá. A juicio de Aznar, «el primer gobierno de una derecha democrática en España después del 78 venía a completar la Transición, a normalizar al país y a purgarle de algunos viejos demonios. Verdad o mentira, Julio estuvo ahí, y no solo estuvo ahí sino que quiso avalar ese planteamiento y puso toda su fama, su imagen y el ascendiente moral que pudiera tener para verlo realizado». «Hay acontecimientos que, con la perspectiva que da la distancia, se hacen más grandes. Ese mitin de Mestalla es uno de ellos. España pasaba página y en su fotograma más representativo aparecía, sin colarse, por voluntad propia, Julio Iglesias».

Los entrecomillados corresponden a 'El español que enamoró al mundo' (Libros del Asteroide), de Ignacio Peyró. El escritor y director del Instituto Cervantes en Roma se aventura a retratar a la sociedad española a través del cantante de 'Me olvidé de vivir'. El libro va más allá del señor y del truhán, de los lugares comunes, del personaje de la prensa rosa. «El don de Julio para caer bien y hacerse querer podía haberle llevado a ser un gran diplomático o un gran peluquero: como cantante, le ha ayudado mucho a llevarse con los reyes de este mundo, los políticos. Al igual que todos los seductores, Iglesias siempre ha tenido un punto de zorro».

El ensayo trasciende la figura del hijo del doctor Iglesias Puga, un 'fijo' de Peñíscola, porque a través del artista se refleja la evolución de un país en los últimos cincuenta años. «Nunca se llevó con Suárez, y sus ditirambos y alabanzas y complicidades con Felipe González parece que hubieran prefigurado lo que la derecha española piensa de González hoy. Pasado el tiempo, iba incluso -zalamero- a alabar a los Indignados del 15-M. No hagamos de él, por tanto, una caricatura: listo, sí, y raro también. Y bueno, un poco o mucho de derechas, concedido, cosa que por lo demás tampoco ha irritado mucho a nadie, quizá porque asumimos que Julio Iglesias es de derechas igual que el mar es azul, como algo suyo».

«La primera conexión de Iglesias con los populares vino por la cabeza del pez: Manuel Fraga, tan gallego como siempre ha soñado ser Julio». Fue en 1992, cuando la Xunta nombró al cantante de 'Hey!' embajador: «quién mejor que Julio Iglesias: si ya llevaba a Galicia en el corazón, ¿por qué no la iba a llevar también en el bolsillo?«, se pregunta Peyró con ironía. El cariño más sincero del PP, escribe el autor de 'Comimos y bebimos. Notas de cocina y vida', fue también «el más previsible: Eduardo Zaplana. Basta un vistazo a los dos para comprender que son un tipo humano muy cercano: ambiciosos, pintones, muy mirados; ambos con moreno de rico; ambos, ya en su edad provecta, acercándose también a otro tipo humano, el de Silvio Berlusconi«, escribe Peyró, quien se refiere a Julio Iglesias como esa persona que «conforme avanza el siglo XXI es más mito que cantante».

«Autor de un buen braguetazo, Zaplana fue alcalde de Benidorm, uno de esos puestos que, en la España de los excesos, parecía venir de serie con un repóker penal, de la prevaricación a la malversación pasando por el blanqueo de capitales. El desparpajo de la corrupción de aquellos años no ha adiestrado la mirada para no ver nada más que eso: una Valencia de coches blancos, concejales cocainómanos y cohechos con logo Louis Vuitton», se detalla en 'El español que enamoró al mundo'.

«Atento a su cita con la Historia, Julio no podía dejar pasar el Siglo de Oro de la corrupción española ni la fiebre de 'arroz y tartana' que acometió a la Comunitat. En el año 97, el Gobieno autonómico lo ficha a través del IVEX -Instituto Valenciano de la Exportación- para ir por todo el mundo, Shanghái, Las Vegas, la feria del azulejo y la piedra natural de Orlando, vendiendo las excelencias de la primera tierra que le vio triunfar», escribe Peyró. «Aquello tenía una razón empresarial: Valencia conocía un fervor exportador y, en muchos lugares, un producto con Julio atraía más miradas que un producto sin Julio. También podía aceptarse un caché elevado. Pero que el IVEX diera nombre al Caso Ivex y que hubiera más de quince años de pleitos ya da a entender que aquella no fue una hora de gloria para el derecho administrativo ni, por cierto, para el bolsillo del contribuyente», continúa. «Conforme el asunto se fue judicializando empezó la estampida: el responsable del IVEX huyó a Japón y sus antiguos colaboradores comenzaron a delatarse entre sí hasta que terminaron por cantar la 'Traviata' y, ya que estamos, 'Gwendolyne'». Continúa: «Entre anulaciones y prescripciones, nadie, salvo el contribuyente, pagó por el caso Ivex. En todo esto Julio no pecó, aunque habrá quien piense que quizá tampoco se excediera de virtuoso. »Lo hice todo con cariño y lo pasé muy bien«, declaró Julio a LAS PROVINCIAS. Ese alivio nos queda», recoge el ensayo.

'El español que enamoró al mundo' dedica varios capítulos en los que la Comunitat es escenario. Benidorm, su paisanaje y el festival de la canción gozan de notable protagonismo en el ensayo. La ciudad alicantina es «el punto de llegada de una epopeya de la clase media y la pista de despegue del español que iba a enamorar al mundo». «Galán postrado, joven sin suerte, deportista sin fortuna», así define Peyró al joven que sale al escenario en 1968 y se hace con la Sirenita de Oro.« Benidorm no solo era un escaparate ante el mundo. Era también un impulsor de la autoestima nacional. Un yacimiento de dinero. Una industria auxiliar de la propaganda que jugaba con algo tan frangible como el gusto contemporáneo», escribe Peyró.

A Julio Iglesias, 'Forbes' le ha calculado una fortuna entre los setecientos cincuenta y los ochocientos millones de euros, el único artista entre los cincuentas más ricos de España. «La mejor decisión que ha tomado Julio Iglesias en sus últimos años es la de negarse a hacer el ridículo», concluye el autor de 'Ya sentarás cabeza. Cuando fuimos periodistas (2006-2011).

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

lasprovincias Julio Iglesias es de derechas igual que el mar es azul