Kim Ho-yeon
Kim Ho-yeon
«La literatura coreana es tan competitiva como su sociedad». Lo dice Kim Ho-yeon (Seúl, 1974) el penúltimo fenómeno literario en Corea del sur, país que ha puesto de moda su cultura en el mundo con insólito poderío. El fenómeno K comenzó hace más ... de una década con el bombazo de 'Gangnam style' de PSY, con el 'K-pop' y los grupos juveniles. Siguió con películas y series como 'Parásitos' y 'El juego del calamar'. Ahora la narrativa se sube la ola, con editoriales de medio mundo pescando éxitos en el caladero surcoreano, que antes que cultura exportaba coches, barcos y tecnología.
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Es lo que ha hecho el sello Duomo con Kim Ho-yeon, autor de 'La asombrosa tienda de la señora Yeom', novela que llega a España avalada por la venta de un millón de ejemplares en Corea y su traducción a una veintena de idiomas. Es un canto a la sencillez, a la empatía y a las segundas oportunidades surgido en país ultra competitivo en el que las series, el cine y el cómic apuestan por la violencia extrema, por las catástrofes o el terror zombi con títulos como 'Tren a Busan o 'Swett Home'.
Cervantes, Carlos Ruiz Zafón y Pedro Almodóvar están en el santuario de este narrador, también dramaturgo y cineasta -«fracasado» dice él- que llegó a la literatura desde el cómic y que se mueve en un registro realista. «Si no nos rendimos, como don Quijote, si tenemos voluntad y no nos rendimos, todos tendremos otra oportuniad», dice, este narrador «incansable» que tiene su 'biblia' en el 'Quijote' y que adora a Lorca a Goya y a Dalí.
En las antípodas de los excesos de las K-series, triunfa con una historia más que enternecedora. Un cirujano plástico que tras cometer un error fatal en el quirófano se entrega al alcohol hasta el coma etílico y lo pierde todo, incluso su memoria su identidad y ella habla. Olvida quién es, su pasado y su familia y vive durante años como Dogko, un indigente que vagabundea por la superpoblada Seúl y duerme en la estación central. Allí se topará con un monedero que querrá devolver a su dueña. Conocerá así a la señora Yeom, anciana ex profesora que regenta una tienda abierta durante 24 horas y que le dará alimento, cobijo y una segunda oportunidad.
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El contacto con los clientes de la tienda hará que recupere la memoria y una nueva razón para vivir. Dogko tiene una habilidad especial para tratar con los demás, para escuchar y ponerse en el lugar del otro. Algo que derretirá «el muro de hielo» entre sus recuerdos y la realidad. «Somos animales sociales», dice el escritor que alaba el poder de la compasión.
La fiebre coreana subió con la exportación de videoclips de pegadizas canciones y grupos de 'boybands' y 'girlbands' como BTS y Blackpink que coparon las listas de ventas. El cine y las series se subieron a la misma ola que surfea hoy la literatura coreana con películas de reputados cineastas como Park Chan-wook ('Oldboy', 'La doncella'), Hong Sang-soo ('En la playa sola de noche') o Bong Joon-Ho ('Parásitos', 'Okja'). Netflix aprovechó el filón saturando su catálogo con telenovelas de amor y series aterradoras en la estela de 'El juego del calamar', un bombazo que procuró a la plataforma de 'streaming' casi 900 millones de euros.
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Ho-yeon es colega de autores como Cho-Nam Joo, Won Pyung Sohn o Min Jin Lee, que se abren paso en los mercados occidentales. Uno de los primeros pelotazos surcoeanos lo dio Alfaguarala en 2019 con 'Kim Ji-young, nacida en 1982', la polémica novela feminista en la que Cho Nam-joo narra el día a día de una mujer corriente. No en vano, Ji-young es el nombre más común en Corea. Planeta se subió al carro con 'Almendra', de Won-Pyung Shon, sobre un adeolecente incapacitado para sentir nada que ha vendiendo otro millón de ejemplares.
Son novelas que devoran lectores de entre los 20 y 30 años, la mayoría mujeres, como las jóvenes protagonistas que buscan su lugar en el mundo.
También es una figura global y una estrella del pensamiento contemporáneo el filósofo Byung-Chul Han, autor de 'La sociedad del cansancio (2010), libro en el que desentraña el espíritu de nuestra época, de una sociedad de trabajadores quemados, exhaustos, autoexplotados y autoatrapados en sus teléfonos móviles. «El ser humano vive al revés, va en sentido contrario. Es violento con la naturaleza, destruye el medio ambiente y se comporta como las bacterias, que matan a quien deben su vida».
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