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El final del centenario Círculo de Bellas Artes de Valencia ha desembocado en concurso de ¡acreedores. Los esfuerzos realizados por quienes fueron sus directivos en los últimos años de existencia de la entidad, que se extinguió el pasado mayo, no sirvieron para evitar una desaparición, objetivo este para el que se consideró la posibilidad de una dación en pago –el patrimonio pictórico de la entidad– a la Conselleria de Cultura, principal acreedor del Círculo.
Y ahora el Juzgado de lo Mercantil número 4 de Valencia ha dictado auto de declaración de concurso voluntario de acreedores del Círculo de Bellas Artes y ha determinado la suspensión de las facultades de administración de la entidad y designado administrador concursal. El edicto es del 18 de diciembre y en un mes a partir de cuando se publicó en el Boletín Oficial del Estado (BOE), sus acreedores pueden comunicar a la administración concursal la existencia de sus créditos.
Los problemas surgieron a raíz de la deuda –1,8 millones de euros– que el Círculo había contraído con la Conselleria de Cultura como consecuencia de la reclamación por parte de la Administración del importe de una ayuda que se concedió para mantenimiento y equipamiento del inmueble que había adquirido el Círculo para sede en la calle Cadirers.
Ese palacete se había vendido en 2017 para afrontar la deuda hipotecaria y con ello parecía que ya estaba solucionado. Pero entonces surgió la deuda con la Administración en tanto que al haber vendido el inmueble era exigible por parte de la Administración la ayuda que Cultura había concedido. Al capital se sumaban los intereses.
Para afrontar la situación, mediante conversaciones con Cultura, el Círculo intentó que una dación en pago pudiera ser el camino para liquidar la deuda. La institución ofreció sus pinturas, entre las que se encuentran cuadros de Pinazo, Benlliure, Joaquín Sorolla o Muñoz Degraín, para saldar la deuda.
La Agencia Tributaria, como se informó en un primer momento desde el Círculo, tenía que realizar la valoración y remitirla a la Conselleria de Cultura para ver si este departamento la aceptaba. Si se producía la aceptación los cuadros podían pasar a formar parte de los fondos del Museo de Bellas Artes, como el propio secretario autonómico de Cultura de ese momento, Abert Girona, señaló en enero del año pasado. Desde la centenaria institución siempre se informó de que si no se aceptaba la valoración y, por tanto, no se diera la dación en pago, las circunstancias obligarían a un concurso de acreedores, algo que ha sucedido ahora.
Cultura no respondió ayer a si por parte de la Generalitat se habían aceptado los cuadros como dación en pago. Desde el departamento autonómico aseguraron que lo que se hizo «en enero del año pasado fue solicitar el reintegro de la cantidad económica que esta entidad debía devolver a la Generalitat por incumplimiento del convenio plurianual por el cual recibían ayudas para la rehabilitación del inmueble que después vendieron». Recordaron que con la situación actual «los acreedores comunican los créditos pendientes, como en el caso de la Generalitat. Es el juzgado de lo mercantil quien resuelve cómo pagar sus deudas a los acreedores». Según pudo saber LAS PROVINCIAS con otra Administración, algún trabajador e incluso algún otro.
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