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«El problema del teatro valenciano es que carece de referentes»
Carles Alfaro. Fundador de Moma Teatre ·
El director, que estrena el jueves 'Dinamarca' en el Rialto, critica la «endogamia en la cultura» porque «en el fondo hay muchos complejos»Secciones
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Carles Alfaro. Fundador de Moma Teatre ·
El director, que estrena el jueves 'Dinamarca' en el Rialto, critica la «endogamia en la cultura» porque «en el fondo hay muchos complejos»«Yo nunca me he ido», confiesa el director teatral valenciano y fundador de la compañía Moma Teatre, Carles Alfaro, quien regresa a los escenarios de la ciudad para dirigir 'Dinamarca', la obra de los hermanos Josep Lluís y Rodolf Sirera que abre la temporada del teatro Rialto. Esta producción íntegramente pública, de la mano del Instituto Valenciano de Cultura (IVC), es un acto de «justicia» con la obra de estos dramaturgos. Se estrena el próximo jueves y cuenta con un equipo de profesionales de la Comunitat. Alfaro es un hombre de escenario. Alguien que ha dirigido en el Teatro de La Abadía, el Centro Dramático Nacional, la Compañía Nacional de Teatro Clásico y el Teatro Español en Madrid, el Teatre Nacional de Catalunya o el Teatre Lliure. Y que ahora vuelve a estar al frente de una producción pública casi treinta años después. Habla de todo. Sin miedos. Se alza el telón.
–¿Aún siente nervios ante un estreno y la reacción del público?
–Lo que esperas siempre es que haya receptores y, por tanto, interés. Uno lo que quiere es que la función sea compartida por el máximo de gente. Pero no puedes estar pensando en el público. El primer espectador es uno mismo. A partir de ahí, se cruzan los dedos de que lo que a ti te interesa, encuentre respuesta.
–¿Y aún quedan receptores de teatro? ¿Cómo es la salud de las artes escénicas?
–La salud del teatro ha sido, desde que tengo uso de razón, débil. Pero es parte de su naturaleza. No es algo cómodo ni seguro. Aunque eso es lo estimulante.
–'Dinamarca' cierra la trilogía de los hermanos Sirera 'Europa en guerra'. ¿Es un acto de justicia que la Administración pública haya apostado por este montaje para abrir la temporada del Rialto?
–Sí. Es una producción pública cien por cien. Se han hecho coproducciones. Pero que un proyecto nazca desde lo público, es hacer justicia. Eso es lo más importante para mí.
–Dirige en los teatros más importantes del país, pero hacía tiempo que no se le veía por la ciudad. Es más, al frente de una producción pública. ¿Se ha reconciliado con el teatro valenciano?
–Yo ahora dirijo aquí. No puedo decir que es la primera vez que lo hago, pero sí la segunda que una institución pública me llama. La primera fue gracias a Antoni Tordera en los años 80. Era la época del Centre Dramàtic. Esa es la única obra pública que he dirigido en Valencia de las muchas que he realizado en mi carrera. Insisto, no lo digo por mí, pero es sintomático. He hecho coproducciones, el proyecto de Moma Teatre, pero siempre he tenido que ir a un despacho.
–¿Por qué es sintomático?
–Yo me considero un profesional privilegiado y lo que me preocupa es lo que ese hecho puede significar para el sector. Claro que ahora hay esperanza, las cosas han cambiado mucho los últimos años. Pero no es cuestión de que, como ahora me han llamado, el panorama ha cambiado. Yo he vivido aquí, tengo necesidad de trabajar con la profesión, las últimas cosas de Moma buscaban no perder los vínculos con la ciudad.
–Imagino que ayuda estar un mes en cartelera ('Dinamarca se representará hasta el 3 de noviembre) y no sólo un fin de semana o unos días...
–Esa es una de las cosas que más me ha sorprendido y que no entendía. Era algo incomprensible. Parecía que estuviéramos en un régimen de bolos. Eso significaba que había muy poca confianza en la calidad y una no normalización de la relación entre los generadores de proyectos con el público. No tenía ni pies ni cabeza en una ciudad como esta. El teatro tiene un componente muy importante como es el boca a boca y si no das la posibilidad de que haya una mínima comunicación... El teatro es un arte carnal y el éxito depende de la experiencia que el espectador haya tenido en la sala. Es un acto de fe.
–¿Cómo conjuga un cóctel en el que se mezcla la reciente apuesta pública por las producciones, un sector privado que aguanta y que defiende que la crisis aún sigue coleando, con un proyecto teatral como el Escalante, del que se dijo que incluso podía instalarse en la sede de Moma Teatre, desdibujado y deambulando por distintos escenarios..?
–La respuesta no pueden ser más que vaguedades. Esto es muy largo y muy corto a la vez. El problema del teatro valenciano es que no tiene referentes. Aunque cuando yo empecé tampoco había padres. Hay que decir que somos también un poco cainitas, que aquí hay dificultad por reconocer el talento sin más. Se debe tener respeto por la experiencia, aunque parece que si lo tienes vas en contra de lo nuevo. El problema es que no hay referencias, que hay una endogamia no sólo sectorial sino en la cultura. Supongo que en el fondo hay muchos complejos.
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