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Valencia, escenario literario ilimitado

Tres autores auguran futuro a la capital del Turia en la novela y reivindican a Blasco Ibáñez y Chirbes. Juan Francisco Ferrándiz, Ginés S. Cutillas y Santiago Álvarez señalan que el reto es seducir al lector con historias universales

Carmen Velasco

Valencia

Domingo, 19 de diciembre 2021, 00:12

Valencia no ha tocado techo como escenario literario. El costumbrismo de Blasco Ibáñez y la realidad social de Rafael Chirbes suponen dos cumbres culturales, pero el futuro aguarda otros nombres dispuesto a ensanchar la ciudad del Turia y la Comunitat como protagonistas literarios. La gran novela valenciana no es un título o varios, sino un camino por recorrer que tiende, de momento, a infinito. Así quedó patente en la última mesa redonda del Otoño Literario. El encuentro sirvió para diseccionar las posibilidades literarias de Valencia a cargo de tres novelistas que han fijado sus tramas en ella: Santiago Álvarez ('La ciudad de la memoria', 'El jardín de cartón'), Ginés S. Cutillas ('El diablo tras el jardín') y Juan Francisco Ferrándiz ('La llama de la sabiduría').

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«Cualquier ciudad europea milenaria tiene un montón de capas físicas y sentimentales novelables», destaca Santiago Álvarez sobre la ciudad el Turia. «Valencia reúne los tres requisitos que motivan a un escritor. A nivel técnico, tiene historia y está documentada; es relativamente fácil encontrar datos para ambientar una novela. A nivel emocional, es una ciudad para pasear y sentir porque hay edificios que conectan con el pasado. Y el tercer puntopasa por la capacidad de seducir al lector dado que la ciudad tiene cosas de las que otras carecen», explica Juan Francisco Ferrándiz.

«Somos la primera generación de escritores que no venimos de la burguesía adinerada y ponemos el foco donde antes no se ponía», afirma Ginés S. Cutillas. En 'El diablo tras el jardín' (Pre-Textos), quiso hacer un homenaje a su barrio y, por extensión, a la periferia. «Para mí el centro de Valencia era la utopía amarilla con ese cielo dorado. La ciudad ha crecido de forma concéntrica marcada por el río», rememora.

«Somos la primera generación de escritores que no venimos de la burguesía adinerada y ponemos el foco donde antes no se ponía»

Ginés S. Cutillas

Escritor

«Vivimos en un buen sitio para escribir», asevera Ferrándiz. «Los personajes históricos que hemos tenido, desde la Valentia romana hasta hoy y desde el Cid hasta Sor Isabel de Villena, son inspiradores y tenemos acceso a ellos. Valencia tiene una atmósfera universal. No escribimos para los de aquí, sino que nuestra vocación es global. Si el de aquí conecta más, la combinación resulta perfecta», argumenta el autor de 'El juicio del agua' y 'La llama de la sabiduría' (Grijalbo). «Sin su pasado, esta ciudad no se entiende», corrobora Álvarez. «Ese gusto por buscar huellas de la historia cotidianamente es lo que a mí me interesa para las novelas. El valenciano reacciona muy positivamente cuando le muestras su pasado y se sorprende», añade. «La cuestión es si tenemos complejos respecto a otras ciudades», plantea Álvarez.

«La editorial se sorprendió cuando le dije que quería ambientar 'La llama de la sabiduría' en Valencia. La novela no tuvo especial impacto en Valencia, no funcionó mejor aquí que en Madrid, Barcelona o Bilbao. Eso me hizo reflexionar y me pregunto si falta esa novela que atrape al lector», argumenta Ferrándiz.

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«¿Qué literatura queremos hacer? Tenemos que preguntarnos qué queremos ser, porque Valencia se puede mostrar desde una visión pesimista o sacar pecho»

Santiago Álvarez

Autor e impulsor de Valencia Negra

El novelista de Cocentaina abre una veta oportuna: si al lector le interesa Valencia como escenario literario. Entra en el debate Santiago Álvarez, que cita dos novelas, 'Tranvía a la Malvarrosa' (Alfaguara), de Manuel Vicent, y 'Noruega' (Drassana), de Rafa Lahuerta, como dos títulos que despertaron a la comunidad lectora local. «Es una gran noticia el éxito de 'Noruega', que habla con normalidad del territorio, como Juan Marsé lo hizo de Barcelona y antes Blasco Ibáñez de Valencia», agrega. Álvarez es partidario de superar el costumbrismo y ampliar otros horizontes, como el de la novela negra que tiende a escarbar en el pasado reciente. «¿Qué literatura queremos hacer? Tenemos que preguntarnos qué queremos ser, porque Valencia se puede mostrar desde una visión pesimista o sacar pecho. Lo bueno es que se ha abierto el abanico y es una buena noticia», apostilla.

Cutillas reivindica también a esa nueva generación de novelistas que utilizan Valencia para explicar la vida, lo universal. «Venimos de Blasco Ibáñez, que acuñó el término 'best- seller' para 'Los cuatro jinetes del Apocalipsis'. Pero también están Ferran Torrent, que retrata esa Valencia nocturna y canalla, y Rafael Chirbes, que supo ver la corrupción y las tramas oscuras debajo de la costa luminosa y calurosa».

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«No juzgo la historia. Todo es riqueza, hasta los peores momentos del pasado. Estamos ante un umbral que nos abre mil posibilidades, pero tenemos que seducir al lector, tanto en valenciano como en castellano», aporta Ferrándiz, que cita a los grandes autores valencianos del siglo XVI.

«Hemos remontado el índice de lectura y ahora estamos un poco mejor, pero por detrás de Madrid, Barcelona o Bilbao»

Dolors Pedrós

Consell Valencià de Cultura

«A veces un valenciano coge un libro de su ciudad y dice: 'Esto ya lo sé' y no siempre es así. Es bueno que se normalice ir a una biblioteca y encontrar libros en igualdad de condiciones de Valencia con Madrid o Barcelona. Si sabemos llegar, podremos impactar porque será como probar un whisky bueno. Soy optimista», sostiene Álvarez, quien considera que la ubicación del sector editorial en Madrid y Barcelona influye a la hora de fortalecer el sector e incluso modelar gustos.

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Santiago Álvarez ambientó dos de sus novelas en Valencia, el próximo título viaja a Castellón. Para él, el escenario no ha de ser un marco intercambiable, sino sustancial. «Cuando se ambienta una novela en Valencia, se hace porque aquí hay algo. Como escritores tenemos que tener la habilidad de tener una historia que merezca la pena y emocione. El reto está ahí».

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De la misma opinión es Ferrándiz. «Si contamos cosas en Valencia es porque sólo pueden pasar aquí. El desafío es que Valencia sea un escenario literario interesante en sí mismo».

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Cutillas se pregunta a qué se asocia Valencia en el imaginario colectivo mientras cita que París se vincula al amor y Nueva York a los negocios. La capital del Turia es luminosa, calurosa, festiva, pero «ocurren los asesinatos más macabros», apunta. 'La barraca', de Blasco Ibáñez, es un 'thriller' de sangre mediterránea, añade Álvarez. Y 'Cañas y barro' es pasión, replica Cutillas. Los novelistas de la mesa del Otoño Literario, que moderó la periodista cultural Noelia Camacho, marcan una dirección: traspasar la línea de los tópicos. La literatura ha de hablarnos de quienes somos, de por qué sentimos como sentimos y del valor del territorio.

«La gran novela valenciana llegará o no, pero hasta que lo haga habrá que abonar el terreno»

Juan Francisco Ferrándiz

Novelista

«Hay que romper clichés, ser valientes y asumir riesgos», aconseja Ferrándiz, quien apuesta por «darse a conocer con grandes historias». Para eso es importante la publicación de títulos pero también «eventos, como Valencia Negra, que arrastre afición». La lectura, añade el autor de 'Las horas oscuras', es una actividad de ocio riquísima.

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¿Cuál es la gran novela de Valencia? Ginés S. Cutillas contesta: «Quizá se está escribiendo. Estamos en el camino de encontrar la novela actual de la capital del Turia». Bromea: «Los críticos literarios la encontrarán 20 años después de escrita». Santiago Álvarez responde con matices: «La gran novela valenciana no es un hallazgo, sino un camino». Por este recorrido, de momento, han transitado 'La barraca', 'Tranvía a la Malvarrosa' y 'Noruega', indica. «Esa gran novela llegará o no, pero hasta que lo haga habrá que abonar el terreno. Los escritores iremos haciendo novelas y captando lectores. La literatura tiene el poder de que el lector vea Valencia con otra mirada, sirve para romper esquemas y tabúes», argumenta Ferrándiz.

«Podemos sacar pecho de la literatura valenciana», defiende Dolors Pedrós, miembro del Consell Valencià de Cultura y editora de Edicions 96, quien también participó en la mesa redonda del Otoño Literario. A su juicio, «Valencia es inspiradora y vende». «Hemos remontado el índice de lectura y ahora estamos un poco mejor pero si nos comparas en otras autonomías, como Madrid, Barcelona o Bilbao, estamos flojos», añade. «Tenemos que creer en lo que hacemos y proyectarlo sin complejos», apunta después de citar la Comunitat como cuna de la imprenta en España y mentar la poesía de Ausiàs March y Vicente Andrés Estellés.

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¿El carácter de los valencianos tiene un traslado en la literatura que se hace a esta orilla del Mediterráneo? Cutillas no tiene dudas. «La personalidad del valenciano es exagerada, algo que se prueba cuando es una comunidad capaz de pegar fuego a un monumento de cartón piedra de un millón de euros». El humor negro tan particular de Valencia que fuera de aquí «no se entiende y nos miran mal», matiza. Va en la personalidad del valenciano el juntarse y celebrar, continúa Cutillas. «Esa luz, ese mediterráneo... Sorolla sólo podría haber sido valenciano», afirma el autor de 'El diablo tras el jardín', para quien el territorio genera un talante. «El tiempo amable todo el año genera gente amable Somos templados y se aprecia en la literatura», sostiene.

«El carácter de los valencianos se ve en la historia y se refleja, por ejemplo, en las Fallas. Yo, que nací en Murcia, tenía una idea equivocada de la ciudad, aunque me sentía cercano por el clima, la gastronomía, etcétera. Yo vine a Valencia en el año 2000 con la idea de ciudad hipermoderna con la Ciudad de las Artes a la cabeza. Mi asombro fue descubrir un casco antiguo espectacular. Lo que me gusta de los valencianos es la capacidad de asociarse y agruparse», explica Álvarez, uno de los impulsores de Valencia Negra.

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