La hija de Juan y María, la mayor de seis hermanos, viajó a Valencia junto a su hermana Petri después de tomar la primera comunión. «Llegaron mis padres y mis hermanos a Calles, y cuando mi padre consiguió una vivienda de protección oficial en Valencia nos trajo a todos». La niña fue al colegio «poquito» porque su escuela tenía nombre de restaurante: La Pepica, Estimat, Polit, La Rosa, Las Tres Cepas, Villa Amparito...
–La 'xiqueta' de la Malvarrosa.
–Así es, la xiqueta de la Malvarrosa y de María, mi madre, que trabajaba en Las Tres Cepas. Mi madre me llevaba como un pincel, con esos vestiditos, para actuar. Iba tocando el acordeón por los restaurantes de la playa y después pasaba el plato. Mi padre nos tenía prohibido coger comida si los clientes nos ofrecían. Me decía: «Hija, tú no tienes hambre porque comes en casa, nunca cojas comida y si tienes hambre, ve donde la mamá y le pides». Mi padre me enseñó que yo no era una pedigüeña sino que ofrecía algo, que era música, y que la gente, como pago a mi interpretación, echaba esas monedas en el plato. Después de tocar volvía a casa con mi hermano, cruzaba la vía y enfrente del Polit se ponía una señora gitana ciega a la que yo le tocaba el acordeón y le daba todo lo que tenía en los bolsillos.
La casa de María Jesús en La Nucía es un museo. Fotos con Sofía Loren, con la infanta Margarita, vestida de fallera, felicitaciones de la Casa Real y una Virgen de los Desamparados enorme en la pared pintada sobre azulejo de Manises. En una de las habitaciones, la portada de cada uno de sus discos, un revoloteo de pajaritos y un ir y venir de perros como Lola y Pelusa, o el recuerdo de Chispita, que lleva tatuado en el brazo.
El éxito de María Jesús es el de los kilómetros, el esfuerzo y la necesidad. El padre, encofrador, se bajó del andamio de la obra tras la muerte de su mejor amigo y junto a la niña empezó a ir a las excursiones de las pescaderas para animar el viaje, luego de barrio en barrio y después de pueblo en pueblo con parada y fonda por varias provincias: Valencia, Alicante, Murcia, Cuenca...
–¿Cómo empezó a tocar el acordeón?
–Cuando mi padre se iba a trabajar a la obra yo cogía su acordeón y lo imitaba. Después, él con la batería y yo con el acordeón empezamos a recorrer los pueblos. En bici, en burro, en moto... en lo que fuera. Me tiraba seis meses lejos de casa de allá para acá. Luego se compró un Seat 600 e íbamos con El Guerrita y la Morenita de Valencia. Para actuar en un pueblo había que pedir permiso al alcalde, a la Guardia Civil y al señor cura.
La niña tenía un talento para el acordeón que cultivó con estudios. Don Antonio Durá fue el gran maestro de María Jesús, que también estudió en la Sociedad Musical El Micalet –todavía guarda el boletín de notas–. En el ir y venir, la vida dio un giro en l'Alfàs del Pi, donde el cura don José Vallarta, que después fue como de la familia, vio a la niña por primera vez y quedó impresionado: «I que fa esta xiqueta açí, per què no va a tocar a Benidorm». Y allí que la llevó el cura. Un paso más al éxito. En el hotel Madeira la vio la presentadora Marisa Medina, que le abrió las puertas de 'Club Mediodía' en TVE, donde estuvo cada domingo durante varios meses. Antes, ya había triunfado en 'Salto a la fama'.
Del Madeira pasó al hotel Pueblo. De que le fiaran el pan y pasar el plato en Valencia, de pedir y de hacer rifas, María Jesús pasó a cobrar por actuar. Y del Pueblo a la sala Dustorsore de Benidorm, donde llenó en doble función durante dos años. ¿Vivir? En el hotel Catalonia, donde los dueños le ofrecieron una habitación. «Había días que actuaba en ocho hoteles».
Juan fue padre, representante, conductor y ángel de la guarda de la niña, cuyo éxito permitió traer poco a poco a la familia a un piso en la avenida de Los Almendros de Benidorm. La niña fue nombrada por el entonces alcalde Manuel Reverte Mascota de la Hostelería y Artista Predilecta. El padre, a través de las Páginas Amarillas, contactó con una discográfica de Barcelona y María Jesús grabó su primer disco –publicó 38 antes de Los Pajaritos– y con la llegada del cassette se convirtió en la reina de las gasolineras. «Fui cassette de oro antes de Los Pajaritos por la venta de tres millones y medio de cintas». Y antes de su gran éxito, ya actuaba con Manolo Escobar y Conchita Bautista.
–¿Cómo llegaron Los Pajaritos?
–En el hotel Benikaktus todos los clientes eran belgas y en una actuación me vio el que ahora sería el Pablo Motos de allí. Me llevó a su programa de televisión varias veces. Y en uno ellos había un matrimonio que también veraneaba en Benidorm y me había visto actuar. El hombre, al terminar, me dio unas partituras para que me las aprendiera. Y ahí estaban Los Pajaritos. Después, mi padre y yo, en el coche durante nuestros viajes a Galicia –era un ídolo allí e incluso actuaba en Suiza en las casas gallegas– sacamos la letra –«el piquito has de mover, y las plumas sacudir»– y el baile, pues mientras hacía concursos con los clientes para regalar cintas en la cafetería Las Arenas pues lo improvisaba. Empecé a vender cassettes de siete en siete que no tenían Los Pajaritos todavía...
María Jesús no paraba de pedir más y más cintas a la casa de discos, que olió que ahí había un 'hit' y le propuso grabar una canción que se han convertido en un himno festivo para todas las generaciones. «Yo no sabía cantar bien, por lo que pensé que Los Pajaritos la debía grabar Parchís porque yo era amiga de Tino, Gemma... Pero no pudieron porque siempre tenían compromisos. Al final, el director de la casa de discos, Pepe Rosero, me dijo: ¿Y por qué no la cantas tú? La canté, la grabé y con Los Pajaritos me vino Dios a ver».
María Jesús nunca más se pudo separar de su acordeón, un apellido de por vida. Los Pajaritos revolotearon en todas las fiestas, verbenas, programas de televisión... No hay casa ni familia en España que no haya puesto «la colita a remover, chiu, chiu, chiu, chiu».
A la vuelta de una actuación en Asturias, el padre de María Jesús llamó desde una gasolinera para decir en casa que todo iba bien. No había móviles y cada 200 kilómetros había que dar buenas nuevas. Al otro lado del teléfono se puso Santiago, su hermano, que dijo que el Circo Mundial había llamado para contratar dos semanas a María Jesús en Zaragoza.
–Y aquello le cambió la vida.
–En el viaje de Benidorm a Zaragoza veía carteles con mi nombre. Estuve en el mejor hotel, firma de discos, rueda de prensa... Tres mil personas en el circo. Cuatro funciones. Empecé a firmar galas. Me pusieron una avioneta desde Zaragoza para actuar en Murcia... Aquel boom fue un agradecimiento al trabajo, al esfuerzo y a la carretera de muchos años de trabajo. Me contrataron para quince días y estuve en el circo tres años. A mi familia sólo la veía cuando venía a Valencia o cuando pasábamos la Navidad en el lugar en el que yo actuaba.
María Jesús fue un fenómeno en España y en países como México, donde le ofrecieron un gran contrato pero decidió regresar a España para estar con su familia: «Mi padre me decía: el dinero sirve para muchas cosas pero no para ser feliz. No aceptamos y nos volvimos». Programas de televisión como 300 millones, Sabadabadá con Torrebruno, radio, portada de revistas, avionetas, helicópteros, estadios con 40.000 personas bailando Los Pajaritos, compartiendo escenario con Hombres G...
–Años de éxito, de viajes, de conciertos pero la fama es una montaña rusa...
–Pero tuve la suerte de que mi padre siempre me dijo que la fama es efímera y me preparó para ello. Yo siempre he tenido mi refugio, que es Benidorm, donde volví y donde me acogieron muy bien las personas que al principio me dieron trabajo porque siempre fui fiel a ellas.
María Jesús, bajo la atenta mirada de su representante, Pedro, presente durante la entrevista, sigue en el escenario, de aquí para allá, pero ha dejado ya de tocar en Benidorm: «Mi última actuación fue en las bodas de oro de unos grandes amigos, de mis tapiceros. Le había ya dado vueltas porque mi madre me necesitaba». Ahora actúa en otros lugares pero sin la exigencia que era el compromiso de Benidorm: «A Dios sólo le pido salud –ya recuperada de un accidente reciente– y cuidar de mi hermana –su hermano Santi es su comodín– y también me gusta viajar, pero disfrutar. He viajado mucho pero no veía nada más allá de hoteles y escenarios». Incluso fue concejal del Ayuntamiento de La Nucía, en la primera legislatura de Bernabé Cano. «Me encantó».
Antes de terminar la entrevista, María Jesús coge su acordeón para convertirse en el mito y tocar: «Pajaritos a bailar. Cuando acabas de nacer. Tu colita has de mover. Chiu, chiu, chiu, chiu. Para un pajarito ser. Este baile has de bailar. Y a todo el mundo alegrar. Chiu, chiu, chiu, chiu...».
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.