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Entrenamiento de Perera en la finca de los victorinos. DIEGO ALCALDE

Miguel Ángel Perera: «Se torea como se es y como se está»

El diestro abre la Magdalena mano a mano con Emilio de Justo y toros de Victorino en un cartel de máximo rango

JOSÉ LUIS BENLLOCH

Domingo, 27 de febrero 2022, 00:05

Miguel Ángel Perera surfea la primera ola de la temporada con pulsión de figura y acapara titulares. Dicho por orden de publicación: triunfador de la feria de Valdemorillo el año que Valdemorillo disparó su estatus; ausente de Valencia donde llegó a ser un clásico desde que junto a Harinero, se ganaron vida y memoria; y finalmente se ha convertido en la primera carcasa de la Magdalena, la feria que respira gozo tras haberle echado la delantera a su vecina Valencia. Lo primero es oficial; lo segundo no tiene más explicación que la extensión del serial; y la tercera tiene en vilo al toreo: un mano a mano Perera-Emilio de Justo con toros de Victorino Martín son palabras mayores.

–¿Prometes guerra en Castellón?

–Prometo ilusión. Para mí es un reto y una responsabilidad. Lo afronto con todas las consecuencias.

–¿Y ahí no va incluida la guerra?

–Ahí va incluida la ilusión. Y va lo mejor de mí. Tengo metida esa corrida en la cabeza y entreno y vivo las veinticuatro horas para ella y para las que vengan.

–Mano a mano con Emilio de Justo y una de Victorino como libreto, en cualquier otro arte se hablaría de dificultad máxima, eso es Champions.

–A mí me gustan esos retos. Él es un especialista y uno de los grandes triunfadores de la temporada pasada junto a Morante; y la de Victorino es una ganadería que todos sabemos las dificultades que saca pero si te impones…

–¿El toreo es imposición?

–Según el concepto que yo tengo, sí, el toreo es imposición, es también reducción, es dominio del oponente… Aunque al final todo depende mucho del tipo de toro y en ocasiones que pueda tener algo de acompañamiento.

–¿Y cómo se consigue, con corazón o con cabeza?

–Todo es poco, las dos cosas son necesarias. Y volvemos al toro, hoy día es tan depurado, tan bravo, que pide que te aprietes si quieres alcanzar el dominio.

–¿Para circular por el toreo qué es necesario valor o valores?

–Valor para ejecutarlo y valores para saber cual es la línea que debes seguir. El toreo es una forma de entender la vida y la forma de estar en la plaza es muy semejante a la forma de estar en calle. Ya se sabe, se torea como se es y como se está.

–Hay quien podría entender que entrar en la corrida de Victorino es un paso atrás en tu estatus.

–No, porque es voluntario. Podía haber entrado en otra corrida de las que se estaban cerrando o podía haberme quedado fuera pero decidí estar. Yo nunca hice lo que no quise. Y en Sevilla lo mismo. Tuve ocasión de entrar en otra corrida y pedí la de Victorino. Ya la había pedido en 2019 pero en aquella ocasión ya estaba el cartel cerrado.

–Un gran triunfo puede suponer que comiencen a pedirle que siga matando corridas de Victorino.

–Mataré las que tenga que matar. De momento esas dos, Castellón y Sevilla, no tengo en mi cabeza ninguna más. Son las dos apuestas grandes de principio de temporada y no hay otros planes en ese sentido.

–Se muestra muy contundente ¿Alguna vez dudó de si mismo?

–Nunca. Lo que pasa es que soy muy perfeccionista y en ocasiones me he machacado demasiado o no me he dado la importancia que realmente tengo ante los toros pero dudar no he dudado. Esa obsesión por mejorar me hace insistir.

–¿Por qué ese trago para comenzar?

–Yo era conciente de que la temporada no se planteaba fácil y había que hacer algo importante. Me propusieron la de Victorino con una terna y eso me pareció algo normal, no me sedujo, pero cuando surgió la posibilidad del mano a mano con Emilio de Justo me encantó la idea. Yo me siento capacitado para apostar y eso es una apuesta.

–¿De las que miden a los toreros?

–De las que miden, sí. Él está en un momento pletórico y de los victorinos qué he de decir. Además…

–¿Además qué?

–Que yo soy un torero que nunca se escondió. Cuando surgió el boom de Fandiño, en paz descanse, toreé mano a mano con él en Dax y nos acartelamos juntos varias tardes, entre ellas en plazas como Bilbao. Cuando Ureña, que es muy amigo mío, salió triunfador de Madrid, me anuncié mano a mano con él en la Feria de Otoño… Nunca rehuí los compromisos, nunca rehuí la pelea.

–Vamos que el cuerpo le pide retos.

–Ahora mismo sí. Me encuentro con una ilusión que no digo que no tuviese el año pasado pero es diferente, y sí me pide retos. El año pasado fue una temporada rara.

–¿Y esta cómo la ve?

–A priori bien. Se nota que hay ganas de toros. La incógnita está en la economía, que a la postre va a ser decisiva en la respuesta del público. Esa es la duda, si la gente tiene posibles para acudir a las ferias.

–¿Y la partida del futuro con los anti?

–No lo tenemos fácil. No estamos organizados para defendernos. Todos pensamos que deberíamos aprovechar este tiempo de inactividad de la pandemia para activar, para crear una herramienta o un organismo que nos defendiese ente los anti, la administración o frente a los políticos pero hemos salido de ese tiempo igual que estábamos. Se ha ido normalizando todo y ya nos hemos olvidado de algo tan necesario. Hemos perdido una gran ocasión para reforzarnos ante los ataques de fuera.

–¿Igual es que los toreros tienen un gen individualista o cortoplacista que impide soluciones planeadas o colectivas?

–Totalmente. Ya no hay restricciones, hay normalidad, hay ferias… y se nos ha olvidado lo mal que estábamos.

–Que estamos.

–Eso.

–En Valencia no está anunciado ¿Le ha decepcionado?

–Nunca es agradable quedarte fuera de una feria tan importante pero lo tenía asumido, lo esperaba. Sabía que se iban a dar menos corridas y entendí que han salido toreros nuevos con interés que ocuparían los puestos. Hasta me hubiese resultado raro que hubiesen contado conmigo.

–Competitivo sí es.

–Siempre lo fui. Esa es una de las virtudes obligadas si se quiere ser torero. Hay que tener amor propio y espíritu de rivalidad sin perder las formas. En ocasiones se critica que los toreros nos demos un abrazo en el patio de cuadrillas pero la rivalidad no incluye los malos gestos. Hoy no se entendería una rivalidad con malas formas. Eso es de otra época.

–¿Celoso con los nuevos?

–No, nunca me dolieron prendas a la hora de resaltar las virtudes de los compañeros. Nunca entendí que mi triunfo dependía del fracaso de los demás.

–¿El malo de la película del toro es el empresario?

–Decir que sí sería generalizar y no sería justo. Yo creo que lo que falta es claridad y transparencia. Cuando la hay todo es más fácil para todo el mundo.

–¿Cómo sobrevive un torero en la sociedad actual?

–Cada vez es más complicado. Cuando dices que eres torero de momento te miran con rareza, no digo mal pero sí con cierta extrañeza. Cada día estamos peor vistos de forma injusta.

–¿Porque no se conoce?

–Porque no se conoce. Falta comunicación y la imagen ha perdido el atractivo que tenía en otros tiempos.

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