Galería Cuatro cumple cuarenta años en Valencia, una trayectoria larga en un mercado, el del arte, nada fácil y con grandes retos por delante. Miguel Castillo, director de este espacio, en conversación con LAS PROVINCIAS habla del «logro grandísimo» que ha supuesto llegar hasta aquí y adelanta las metas de una galería que apuesta por ofrecer exposiciones diferentes que atraigan al público joven en una ciudad donde «todavía hay mucho miedo a entrar en las galerías de arte».
–¿Qué supone poder cumplir cuarenta años para la Galería Cuatro?
–Un reto grandísimo. En los tiempos que estamos es un logro grandísimo poder aguantar cuarenta años. Estamos muy contentos,. Creemos que hemos conseguido cosas muy buenas y tenemos muchos proyectos en mente. Con lo cual estamos supersatisfechos.
–¿Qué proyectos tienen por delante?
–Ahora, desde que mi hijo,David Castillo, se encarga de la parte de la galería tiene la idea de abrir el campo a artistas urbanos, a los emergentes.Hizo una exposición muy buena, recién salidos del confinamiento, que era 'Las vueltas que da la vida', una colectiva con obras de 60 centímetros de diámetro. Fue un exitazo en ventas, público y críticas. Otra fue 'Cien por cien Galería cuatro', con piezas que obligaban al artista a crear obra nueva y diferente. El título tiene doble lectura y una de ellas era que fueran piezas de 100 x 100. Ahora prepara 'Ellas', para el 8 de marzo, con artistas superimportantes. Intenta que cada exposición sea diferente.
–¿Cómo ha cambiado la situación del arte en Valencia desde que abrieron hasta hoy?
–Muchísimo. Yo trabajé para Galería Theo y entonces había un público diferente al de ahora, que venía buscando piezas. Era de las primeras galerías que hubo en Valencia y ellos crearon Galería Cuatro para dar a conocer a artistas menos importantes. Ahora el mercado es más complicado porque cada artista es su propia empresa. Todos trabajan mucho por internet.
–¿Las redes, para las galerías son un problema o una oportunidad?
–En ciertos momentos si quieres buscar a algún artista sirve para contactar, pero yo siempre intento que el artista mantenga con nosotros un vínculo de honestidad, no un contrato, porque la exclusividad no existe; antes sí que estaban obligados en cierto modo a pasar por la galería. Pero ahora no, todos son empresas,cada uno vende su obra en las redes. También nos ha beneficiado porque hemos dado a conocer más la galería. De hecho, coleccionistas internacionales contactan con nosotros a través de las redes. Es un arma de doble filo.
–¿En Valencia hay suficiente conocimiento del mercado del arte?
–No. En Valencia hay mucho miedo a las galerías. Todavía existe el rasero de entrar, te llaman para preguntar cuánto vale la entrada, ¿hay que pagar? Desde dentro ves cómo estiran el cuello para ver el cuadro del rincón. Y cuando te ven se van. Valencia es una capital muy complicada.
–¿Qué se podría hacer para evitar esta situación?
–Primero, tener la cultura de que visitar una galería es gratuito. También faltan apoyos institucionales; divulgan los museos pero no hay apoyo a las galerías. Falta enseñar que es un espacio que puedes visitar, alegrar la mente y culturizarte, que falta hace desde pequeños.
–¿Qué retos tienen ahora?
–Aguantar como sea, sobrevivir. Aparte de aguantar, que es el tópico de todos, intentar que cada exposición sea diferente para que la gente vaya viniendo y si compran mejor.
–¿Conseguir que el público joven se acerque es un reto?
–Es fundamental para que no se pierda la esencia. Antes había clientes coleccionistas natos. El galerista era el que aconsejaba. Ahora cuesta que la gente joven aparezca por las galerías.
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