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Miquel Navarro ante una de las ciudades que han salido de su creatividad. IVÁN ARLANDIS

Miquel Navarro: «No pondría una obra mía en el centro histórico. Yo no voy a competir con el Miguelete»

El artista de Mislata, que acaba de constituir la fundación que lleva su nombre, habla de una trayectoria marcada por la mirada a su origen

Laura Garcés

Valencia

Domingo, 15 de noviembre 2020, 00:10

El panorama artístico valenciano de las últimas décadas no se entendería sin la presencia del universo escultórico de Miquel Navarro (Mislata, 1945), el autor de ciudades concebidas como cobijo de la humanidad. El artista que ha sembrado de arte las calles de numerosas ciudades y cuyo trabajo se muestra en museos de todo el mundo acaba de gestar la fundación homónima que lleva aparejado un museo con su magna obra. Es una entidad con la que quiere que su legado creativo siga vivo y al servicio de la sociedad. En el taller de Mislata, donde siempre ha trabajado y que será la sede de la fundación, rodeado de esculturas y otras piezas artísticas, habla con LAS PROVINCIAS del origen de su trayectoria, del futuro de la creatividad plástica y también de las pinacotecas valencianas.

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-Hay una pregunta obligada. ¿Cómo se encuentra en medio de la pandemia?

-Me encuentro bien, con ciertas cosas propias de una persona con 75 años. La pandemia afecta a todo el mundo, pero pienso que como no soy sanitario no sé opinar del virus. Y como no soy político no sé cómo hay que llevarlo. Esporádicamente tengo una idea de cómo se podría hacer. Creo que se está haciendo bastante bien y sobre todo en Valencia. Yo procuro ser cuidadoso en todas las indicaciones de protección; si no hay que salir de casa no se sale.

-¿La cultura ha jugado un papel importante en esta situación?

-Sí. La cultura y el trabajo que tiene cada uno. El trabajo es básico para eliminar los problemas.

-¿De qué nos cura el arte?

-Si lo sabes manejar te cura de las neuras. De lo obsesivo, no, porque el arte implica una cierta obsesión. Pero de las manías te puede curar y te acerca a lo sublime, a lo bello y también a lo abismal. Y a la sociedad nos cura inyectándonos sabiduría.

-Se acaba de constituir la fundación con su nombre. ¿Qué espera de esta iniciativa, aparte de que se ha cumplido uno de sus sueños?

-Espero que la obra no se disgregue. Que esté estudiada y recogida. Tampoco quiero que el espacio se dedique sólo a mí. Puede haber una exposición de otros artistas. Que la gente pueda ir no sólo para ver Miquel Navarro, sino para ver qué exposición hay allí, si se ofrece una conferencia o un pequeño concierto. Se llama también taller de Miquel Navarro, donde la gente podría aprender de alguna forma, por ejemplo, qué es el oficio o los conceptos creativos.

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«Tenemos que trabajar todos los días, no hay que tener pereza»

-Al constituir la fundación dijo: «El arte es la columna que sostiene a la civilización». ¿Esa concepción del trabajo creativo resume la suya?

-Bastante, pero si tengo que hablar sobre el arte, puedo ser más extenso. Para mí sería prácticamente todo, o todos los oficios. Habría que dividirlo en pragmático, de laboratorio u ornamental. A este último parece que la gente no le da importancia pero un arte ornamental es indicativo de cómo es la sociedad que vives en cada momento; cómo es la cotidianidad del hombre. Y a veces todos los tipos de arte están entrelazados.

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-¿El arte es o debe ser un compromiso social?

-Más que social, lo es con el conocimiento, con el pensamiento. Es un cuestionario sobre la propia existencia y por tanto hay compromiso también con el deseo, el placer y la muerte.

El escultor durante la entrevista en su estudio ante una de sus obras. Iván Arlandis

-¿Echa en falta más ayuda por parte de la Administración o es de la opinión de que se mantenga más al margen?

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-Siempre he sido muy independiente en eso, pero reconozco que los apoyos institucionales son positivos mientras estén bien planteados. Yo recuerdo haber vivido en Holanda y allí los artistas estudian Bellas Artes, acaban y para toda la vida tienen una pensión estatal y eso a veces es negativo. Se confían porque ya tienen unos ingresos, les faltan los estímulos.

-Ha contado que de pequeño ya jugaba con el barro. Suena a la figura del Creador en el libro del Génesis, algo muy genuino. ¿Qué significado tiene el barro en su obra?

-El que ha dicho. Sentirse como, me parece un poco exagerado, un pequeño demiurgo. Como cuando tus padres decían no hay Reyes porque no hay dinero y tú te inventabas el juego.

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«He dado a la sociedad mi sinceridad y ella en parte me la ha devuelto»

-¿En el juego con el barro está el origen del artista Miquel Navarro?

-Sí. Bueno, está en tantas cosas de un sitio como Mislata. Para mí la huerta era básica. Y las acequias, la arqueología hidráulica, los molinos de trigo. Conocí muchos molinos movidos por el agua de las acequias. Para mí aquello era verdaderamente fantástico.

-Suele mencionar muchas veces la actividad del campo, de la huerta. ¿Tiene algo en común con el trabajo del artista?

-Claro. Nosotros no tenemos campo, campo, sino huerto. Allí sumamos lo que se dice artesanía, que yo diría ¿por qué no arte también? Para cultivar las judías hacen unas barraquitas de caña, algo que entra en el terreno de la jardinería y hay otra cosa, que es el sentido pragmático que tiene plantar un tomate o un melón. Es también una obra tangencial que no sólo queda para la alimentación, también tiene una dimensión donde el hombre proyecta toda una experiencia artística.

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-¿La huerta es arte?

-Sí, se puede decir que es arte. Pero hay labradores que son artistas y otros que no.

«De los fondos del San Pío V me quedaría con los antiguos y, en especial, con Ribera»

-¿Cómo ve el futuro del trabajo creativo, que empieza a utilizar medios digitales en el ámbito de las artes plásticas?

-Eso lo veo bien. No lo que lo veo bien es la pereza.

-¿Cree que las nuevas generaciones de aristas son perezosas?

-De artistas y de todo. La gente está demasiado mimada. Es lo que decía de los artistas holandeses. Ni una cosa ni otra. Tendríamos que buscar algo que funcionara. Yo no voy a decir que hasta fregaba, y que he cargado sacos de patatas, he echado leña a un horno y he ido al campo a cosechar. No exijo eso a los jóvenes, estamos en otra época y se tienen que valer de los medios técnicos, pero que no se confíen, tenemos que trabajar todos los días. No hay que tener pereza.

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-¿Es la gran enemiga?

-De todos nosotros.

-¿No sólo de lo creativo?

-De todo. Trabajando y pensando es como salen las cosas.

- Siempre ha vivido en Mislata, donde ha trabajado. ¿Es una necesidad sentirse unido a la tierra como principio en su obra?

-Viajaba mucho, fui becado por el gobierno francés, en Norteamérica tuve una buena entrada; en Chicago me dejaban una fábrica para que pudiera trabajar. Pero mi madre ya había entrado en edad y me atraía hacia aquí. Y el clima, y que somos una sociedad que está muy bien.

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-¿Qué importancia tiene el origen en su obra?

-Prácticamente toda. Es el embrión de mi creatividad. Ante la edad que tenía mi madre me preguntaba: ¿Cómo me la traigo a Chicago? ¿Y la voy a dejar sin su barrio? Eso es importante en mi carrera, dar valor al origen.

«En el trabajo del campo el hombre proyecta una experiencia artística»

-¿Pero un día dirigió la mirada al paisaje urbano y empezó a crear sus propias ciudades. ¿Qué descubrió en las urbes para convertirlas en centro de su obra?

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-La ciudad como cobijo, como un útero que te protege. La similitud de la ciudad con el cuerpo humano, con sus arterias, túneles, recovecos . Descubro también el mundo interior, lo cóncavo y lo convexo y ciertos simbolismos que no son sólo los fálicos. Los rascacielos siempre me han gustado, también las casas pequeñas y humildes del campo.

-Un día aparecen las esculturas públicas. En Valencia, con ejemplos como la Pantera Rosa o El Parotet, en Mislata y en otras ciudades del mundo. ¿Es su conquista de la ciudad?

-Sí. Y una manera también de que mi trabajo pudiera ser más público. La Pantera Rosa, no era eso, pero si la gente le ha sacado ese nombre, bienvenido sea. Significa que ya han visto algo.

-¿Si tuviera que hacer una escultura para la calle que resumiera la Valencia de hoy, qué imagen sería?

-Yo lo que no sería capaz de poner en el centro histórico es una pieza mía. Me parce muy bien dónde está la Pantera Rosa o que en Mislata haya una plaza para colocar un elemento totémico. Si se hace una plaza nueva, bien. Si me preguntan ¿tú que pondrías en la plaza de la Reina? Nada. Miquel Navarro no quiere poner nada en la plaza de la Reina; en la de la Virgen tampoco.

-¿Se lo han ofrecido?

-No. Pero a veces hay gente que te dice qué bien quedaría una escultura tuya aquí. Pues no, yo no voy a competir con el Miguelete.

-Un artista con obra en museos de todo el mundo. ¿De los museos de Valencia, con cuál se quedaría?

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-Con cierta parte del San Pío V. Con los antiguos y el Renacimiento, y con un artista en especial que es Ribera.

-¿Cómo ve el Museo de Bellas Artes. Se le presta la atención que merece?

-Desde que yo era pequeño a ahora mucha. Pero es posible que falte más atención. Y no sé si entra en los presupuestos nuevos.

-¿Qué ha supuesto el IVAM para Valencia?

-La entrada del arte contemporáneo en Valencia con bajadas y subidas, según quién dirigía, y no voy a entrar en nombres.

-75 años y sigue en activo. ¿Es de los que piensa que hay que morir con las botas puestas?

-Siempre con dignidad. Porque a veces dicen llegó a los 90 años y aún dibujaba, pero ¿dibujaba bien o mal? Hay que estar en la brecha. El trabajo es básico.

-¿Qué ha sido el arte para usted?

-Todo. He tenido la oportunidad de hablar con claridad. He puesto toda la carne en el asador. He dicho quien era, no me lo he callado.

-¿Qué ha dado a la sociedad y qué le ha devuelto ella?

-Le he dado mi sinceridad y ella en parte me la ha devuelto.

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