El mítico concierto de Perales para despedirse de Valencia

Dos horas de emociones, de recuerdos, de encuentros, de miradas brillantes a través de ojos humedecidos. Ciento veinte minutos de música, de canciones. Dos horas con José Luis Perales. El cantante y letrista, también el poeta, se despidió anoche de Valencia con el concierto de la que es su última gira: 'Baladas para una despedida'. Y lo hizo a lo grande, con un concierto mítico que cerró con un «Os quiero como la tierra al sol» extraído de la canción 'Te quiero', tema que escogió para decir adiós a un público fiel que vio y escuchó "cómo es él" en una plaza de toros llena que se puso en pie para despedir a quien llevaban meses esperando tras los vaivenes de la pandemia.

La amenaza de lluvia no pudo con él. Cesó para que el cantor de «esos días grises del otoño» volviera a entonar los mismos versos mirando a un cielo de Valencia que chispeaba mientras el público coreaba y marcaba el ritmo con palmas.

Repetidos ¡Bravo! ¡Maestro! ¡Torero! ¡Guapo! sonaron desde el tendido del coso donde la voz de Perales viajó hasta sus orígenes. Abrió la cita con los genuinos y legendarios acordes de aquellos adolescentes 'Celos de mi guitarra'. Y siguió cantando. Recorrió una trayectoria de éxitos, unos escritos por él y para él, y otros para ser cantados por Raphael, Mocedades, Isabel Pantoja o Rocio Jurado. Todos aplaudidos.

Fiel a la sencillez de su estilo vistió pantalón y camiseta negra con sobrecamisa azul. Sobre un escenario deslumbrante dio lo mejor de sí mismo. Cada canción sonaba como el eslabón que encadenaba la banda sonora de la vida de cada uno de los asistentes a la cita. Sumadas todas las individualidades, en la plaza de toros de Valencia se escuchó una amplia y significativa partitura sobre la que se ha escrito la historia de las últimas décadas de la canción en España.

'Amada mía', 'Ella y él' dieron paso a 'Gente maravillosa', tema que introdujo contando que tuvo su origen leyendo en el periódico, -cuando, relató, entonces pocos medios de comunicación más había- anuncios de jóvenes que buscaban compañía. Llegó luego uno de los momentos más vibrantes del encuentro, el de la canción «más querida para mí», confesó el artista para presentar 'Que canten los niños', casi un himno que recordó que nació tras conocer Aldeas Infantiles SOS y preguntarse qué podía hacer por esos pequeños. La respuesta fue una canción, un disco y la donación de los derechos a «esos niños que no cantarán porque han apagado su voz». La nobleza del artista invitó al público a acompañarle. Y se hizo una voz, como también un tendido de luz con los móviles iluminados.

El concierto avanzaba hacia el final cuando se escuchó lo que el público sabía que iba a oír aunque habría preferido no hacerlo. «Esta es mi última gira», palabras seguidas del «ohhh» de sus fieles. Confesó que no por ello dejará de escribir canciones: «No os vais a librar de mí». Surgió el cantante de los detalles, de lo pequeño, el amante de la familia y del origen.  Aplausos. Pero «es hora de irme a casa, a ver a mis nietos crecer». De nuevo aplausos, y una cita a su tierra, la Alcarria de Cuenca, para introducir el significativo "hoy estoy buscando la mejor manera de decirte adiós" de 'Balada para una despedida'. Dijo «os llevaré en mi corazón. Hasta siempre» y se apagaron la luces.

Pero el público quería más. Lo pidió. Tras un momento sonaron los acordes de aquel velero bautizado libertad y el inolvidable tema grabado en la memoria colectiva '¿Y cómo es él?' para dar paso a ese 'Te quiero' que transformó en un «Os quiero» para decir adiós a Valencia en el mítico concierto de su despedida. Apasionante.

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