josé luis benlloch
Domingo, 3 de octubre 2021, 01:28
Morante juntó el cielo con la tierra y eclosionó en la Maestranza. Desde el viernes es historia grande de la tauromaquia; más que cultura del pueblo, religión: se ha establecido el morantismo. Lo logró por aclamación popular, lo proclamaron en los tendidos de los ricos, también en la solanera donde se suponen los salarios mínimos; clamaban hosannas al cielo señoritos, labradores, altos ejecutivos, gente de los erte y también del ibex, galos, españolitos, indianos, miles de almas que habían procesionado hasta Sevilla para verle. Tres actuaciones, tres llenos y los que se espera. En tan gloriosa tarde, el de la Puebla, angelical por naturaleza, se mostró diabólicamente aguerrido cuando fue necesario (esa fue la noticia), barroco y modernista por momentos cuando tocó pisar los terrenos del toreo de hoy; mágico de principio a fin, creativo, pasional, roto, mejor aún, desgarrado; acabó poniendo profundidad a lo que se entiende por sevillanismo y enamoró definitivamente, por si alguien albergaba dudas, a la Sevilla más caprichosa que ya no tuvo escusa. El viernes Morante subió a los cielos de los grandes referentes. De Gallito a Morante y no creo que peque de sacrílego. Que le canten los seises de la catedral, que le susurre Camarón, que suene la filarmónica Berlín, que se calle para siempre el maestro Tejera que no entendió una papa de aquella eclosión, que se guarden el reglamento bajo veinte llaves y le abran, eso debieron hacer, la Puerta del Príncipe o mejor que lo introduzcan bajo palio la próxima. Se lo ha ganado.
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Sucedió cuando la sanmiguelada ha iniciado la recta final, espoleado, eso se nota, por los piropos a los nuevos artistas que llegan con legitimas aspiraciones sucesorias, ya se sabe que los que lo son de verdad, los consagrados, tienen la piel muy fina y los celos en carne viva, así que la rebeldía le salió del alma. Se hablaba en el planeta toro del nuevo Ortega, de Aguado, del momento de Manzanares, y al de la Puebla, un genio libre, se le rebelaron las musas. Fue a cuarenta y ocho horas de su última locura, hoy ese Morante-2021 que galopa sin bridas, mata la de Miura. Lo hace por gusto, porque le sale de los adentros, porque le peta. Se ha ganado el derecho a decidir. Una de Victoriano, dos de JP y una de Miura en una misma feria. Una morantería más. Y ahora, el que quiera ahí tiene la trocha abierta. No había mejor sitio para esta eclosión, ni escenario más natural ni más oportuno, la Maestranza, su Sevilla, el ruedo inmenso de la tele para que lo viese el mundo. ¡Así se torea, eso es el toreo, este es Morante! vino a decir.
Sobre aquel albero dorado sin renunciar a los aromas que le eran propios le añadió a su toreo componentes de los que la ciencia taurina nunca asoció a los de su clase. Fue como alcanzar la cuadratura del círculo. Pecheó, condición que en el toreo moderno limitábamos a citar con el pecho al frente, lo que siendo recomendable no es esa toda la esencia de semejante suerte. Pechear es acompañar la embestida con el pecho, irse detrás de la muleta o el capote con la cintura rota y los ojos puestos en la testuz de tal manera que el muletazo o el lance nunca parece acabar, en realidad nunca se acaba. Y otra novedad, acortó las distancias hasta los límites que impone la física, que es el recurso que traen los valientes en el esportón aunque para valientes los artistas como Morante, dicho a riesgo de contradecirme porque como Morante no hay nadie.
Mimó, sometió, sorprendió, creó, arriesgó, se la jugó, lo cogió el toro que no era exactamente lo que se entiende por un buen toro aunque sí entendió el morantismo y lo permitió, y todo seguido se levantó el maestro que con el cuerpo doliente lo mató de soberana estocada. En realidad fue José, aquellas tijerillas desempolvadas de la noche de los tiempos, los doblones a dos manos, el molinete como remate, el orgullo… y fue Juan en su hondura y en su postura rompedora. Y después de todo eso es fácil entender que se produjese un efecto colapso en los compañeros, gente joven poco avezada en aquellos mares de pasión, aunque sí hubiesen estado curtidos en mil batallas tampoco hubiese habido sitio para la réplica; también afectó al público que superado el suceso, cuando Morante se retiró entre barreras, tomó asiento y todos entendimos que iba a ser difícil volverse a levantar ni clamar vítores y ya no digo olés. Le dieron dos orejas, puro simbolismo, paripé, le hubiese dado el rabo y se hubiesen acercado más a la justicia.
Madrid y Sevilla, el orden no altera la relevancia, así que si lo prefieren digan Sevilla y Madrid, el caso es que ambas copan la actualidad taurina. Y no ha sido solo Morante que seguramente será quien le ponga nombre al momento, ha sido también el nuevo Ortega en estado efervescente; han sido los victorinos que han causando guerra en el ruedo y gresca en los tendidos, bendita pasión; ha sido Manzanares quien, aliviado de sus dolencias de espalda, se muestra con un asiento y una disposición que no se le veía siempre; ha sido De Justo que ha roto las cadenas de una década de ostracismo y a estas alturas se sienta a la mesa de los ricos por derecho propio y no pocas reticencias de don sistema; ha sido Roca Rey que fiel a su personalidad no se rinde y replica con sus armas, ha sido, está siendo mucho. Mientras, Valencia llora. Es una situación de multiculpabilidad, quiere decirse que hay culpables varios y muchas culpas que repartir. Dos años sin toros es una manca difícil de compensar. Eso si no hay milagro que lo repare, al fin y al cabo, ya se sabe que en este planeta hasta el rabo todo es toro y quedan días para que las penas sean menos y gente dispuesta a que corran los cerrojos y vuelvan a sonar oles en la calle Xàtiva.
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Los Reyes hicieron entrega en el Claustro del Museo Nacional del Prado de los Premios Nacionales correspondientes a 2018 y 2019, galardones con los que el Ministerio de Cultura y Deporte distingue a personalidades del mundo de la cultura.
El Premio Nacional de Tauromaquia 2018 recayó en Juan José Padilla, en el año de su retirada de los ruedos, "en reconocimiento a una extraordinaria carrera de veinticinco años, en la que ha lidiado cerca de mil quinientas corridas de toros, alcanzando incontestables triunfos en las principales plazas de toros del mundo", según reconoce el Ministerio.
El propio torero recogió el galardón en compañía de Jesús Hijosa, alcalde de Villaseca de la Sagra y presidente del Foro de Promoción, Defensa y Debate de las Ferias de Novilladas, institución que fue premiada en 2019 en reconocimiento a los Ayuntamientos que lo conforman, entre los que se encuentra el de Algemesí, por su ejemplar labor de promoción y defensa de la Tauromaquia desde la base.
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