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Morella quiere lo que es suyo. La localidad castellonense reclama al municipio riojano de Cenicero que le devuelva un botín de guerra del general Espartero que le fue sustraído durante la I Guerra Carlista. Una serie de piezas religiosas, entre la que destaca una ... custodia, que el político y militar español regaló a la parroquia de San Martín de este pequeño pueblo riojano hace más de 180 años.
Pero en esta historia, que este domingo ha adelantado el diario La Rioja, hay varios protagonistas que entran en juego. Por una parte, el Ayuntamiento de Morella y la diócesis de Tortosa, quienes quieren pedirle a otro de los integrantes de este conflicto, la diócesis de Calahorra y La Calzada-Logroño, para que retorne los tesoros incautados por Espartero.
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Así lo relata el periodista Marcelino Izquierdo, quien en conversación con LAS PROVINCIAS retrotrae este hecho a la I Guerra Carlista. Izquierdo relata en su investigación que todo se inició el 21 de octubre de 1834, cuando Tomás Zumalacárregui, quien dirigía las 5.000 boinas rojas, intentó rendir la entonces villa de Cenicero. Un municipio que se convirtió en ejemplo de resistencia porque este ejército no logró doblegar a los denominados como 'urbanos', un grupo de 70 voluntarios del bando liberal que defendieron durante 26 horas la torre de la iglesia de San Martín de la localidad. No pudieron con ellos, por lo que Zumalacárregui y sus hombres siguieron su ruta ante el miedo de que las fuerzas de Isabel II se sumaran a la contienda. El propio líder carlista fue incapaz de negar el coraje de estos 'urbanos', pidiendo «no echar en el olvido su heroísmo».
Esa es una parte de la historia. La otra sitúa al general espartero en tierras de la Comunitat. El 30 de mayo de 1840, los liberales se hicieron con el llamado 'tesoro de Morella', «un lote de piezas religiosas entre las que destacaba una custodia de un metro, que cada año salía en procesión por la festividad del Corpus Christi», cuenta Izquierdo, quien asevera que «pocos meses después, y por petición expresa de su esposa, Jacinta Martínez de Sicilia, la duquesa de la Victoria, Espartero ordenó entregar dichas alhajas a la parroquia cenicerense de San Martín, como compensación por los destrozos y el saqueo causados por Zumalacárregui».
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Izquierdo remite a la documentación oficial de la época, en la que se recoge que, según consta en el Boletín Oficial de septiembre de 1840, el 'tesoro' incautado cuando los liberales estuvieron en la zona del Maestrazgo, incluía las siguientes piezas: «Custodia dorada con diferentes labores, diez y seis cabecillas de ángel sembradas en los rayos, dos santos en el pie, dos angelitos sueltos, cuyo peso total asciende a treinta y seis libras y media castellanas. Un incensario compuesto de tres piezas unidas con tres cadenas, de peso de tres libras una onza y media castellanas. Una bandeja hecha a martillo, de tres libras cinco y una y media onzas castellanas. Una naveta o navecilla (vaso incensario) labrada con su cuchara para poner incienso, de peso de una libra y catorce onzas. Un cáliz de plata sobredorada, labrado, de una libra y catorce onzas castellanas. Otro idéntico de una libra y diez onzas y media. Otro idéntico de una libra once onzas y media. Una patena y una cucharilla, de tres onzas y media. Un copón labrado con su caja y cubierta dentro, suelta, y la cruz de la Trinidad con un Cristo, todo de plata, de tres libras y once onzas y media. Una caja labrada para los santos óleos, sobredorada, con su cruz metida en su correspondiente bolsa, de una libra y tres onzas castellanas».
De todo ello, destaca esa custodia dorada que es la joya de este lote que, ahora, se pretende reclamar a la diócesis de Calahorra y La Calzada-Logroño por parte del Ayuntamiento de Morella y de la diócesis de Tortosa. De momento, se está recopilando toda la información para pedir el retorno de este conjunto patrimonial, cuya donación a la parroquia de Cenicero se realizó en un solemne acto el 5 de septiembre de 1840 en la entonces plaza de la Constitución. Después, fue depositado en la iglesia, donde sigue desde entonces.
Según Izquierdo, el Consistorio morellano es más férreo que la diócesis en su intención de reclamar la devolución de este tesoro. Porque, además, cabe destacar la importancia, sobre todo, de esa custodia del Corpus Christi, un festividad que, junto con la que tiene lugar en Valencia, es la más antigua del Mediterráneo, pues data de 1358. Hasta 1840, la custodia que procesionaba en esta celebración en Morella es la que hoy guarda la iglesia parroquial de Cenicero gracias al regalo que le hizo el general Espartero.
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