The Autumn Defense, luminosidad sonora

Los miércoles son los nuevos domingos, o eso queremos pensar. En ocasiones, la noche del miércoles puede sonar a sol, a luminosidad pop, a prístinas melodías y a paisajes familiares pero con todo un mundo implícito por descubrir. The Autumn Defense traen todo eso en su equipaje, en una lección de cómo sonidos con ecos del pasado pueden sonar tan actuales y tocar el interior de varias generaciones. Más allá de comparaciones con su banda madre, los enormes Wilco, John Stirratt y Pat Sansone prescinden del todo de referencias y se presentan sobre el escenario con un puñado de canciones que caminan por sí solas. Los segundos de la clase del grupo de Jeff Tweedy emergen como alumnos aventajados, haciendo innecesarias las presentaciones. No volveremos a hablar de la banda formada por dos componentes de Wilco, hablaremos de The Autumn Defense.

Abrió la noche por sorpresa el albaceteño Jacobo Serra que, armado con su guitarra y una tenue iluminación, desgranó simpatía y algunas de las canciones de su ep de debut The Word I Never Say y de su primer largo, Dont Give Up. A caballo entre Londres y Madrid, las influencias de los songwriters anglosajones son más que evidentes en unos temas que le han granjeado comparaciones con grandes como Rufus Wainwright, Ron Sexmith y Amos Lee. Jacobo nos recordaba entre rasgueos de guitarra su nombre, como queriendo revindicar que, pese a todas las influencias norteamericanas, es de aquí al lado. Y que mejor haríamos en no olvidar quién es. Apuntado queda en nuestras libretas.

John Stirratt y Pat Sansone forman The Autumn Defense, un proyecto paralelo que ya no es tan menor (han publicado cinco discos) y dan rienda suelta a sus inquitudes pop, alejándose del alt-country de Tweedy y compañía. Músicos de amplio oficio, con un historial impresionante de colaboraciones y participaciones en diversas bandas, transmiten buen hacer y elegancia sobre el escenario. Ante un público no demasiado numeroso, pero que guardó un admirativo silencio durante todo el bolo, ofrecieron un concierto sobresaliente y repleto de luminosidad y perfectas armonías vocales. Con un set prácticamente acústico dejaron claro que sus temas con regusto a los 60 admiten cualquier formato. Completaba la formación el percusionista Greg Wieczorek, que armado con una sola caja y una maleta antigua a modo de bombo, puso el complemento rítmico idóneo a las guitarras acústicas.

Comenzaron su periplo con Silence y The Sun in California, de su segundo trabajo, Circles (2003), con lo que dieron pie a la tónica de la noche. Silencio respetuoso del público (y cómo se agradece) y destellos de sol californiano, con armonías vocales cristalinas que fulguran cuando los tres se unen en una sola voz. El toque de calidad es tal, que en las ocasiones en las que la voz de Stirratt o la de Sansone se escuchan en solitario, no podemos evitar sentir que la sala se oscurece un tanto.

Hubo tiempo para repasar temas de casi toda su discografía (Every Day, Written in the Sun, Feel You Know), para presentar su último trabajo e incluso para varios homenajes y auto homenajes. El primero, a Neil Finn de Crowded House y su proyecto 7 World Collide, en el que colaboraron con otros miembros de Wilco.

La banda de Jeff Tweedy aparece sobre el escenario en forma de uno de los temas de A.M., Its Just That Simple, compuesto por Stirratt, con el que se despiden del público por primera vez. El tributo es esta vez en el primer bis, en el que tras preguntarnos si conocíamos a Josh Rouse (presente en la sala, y con el que Sansone trabajó en el pasado), acometen una versión de Sentimental Lady, de Fleetwood Mac. El segundo y último bis, seguramente un extra para todos los que estábamos allí, pone un acertado punto y final con The World (Will Soon Turn Our Way)punto. Un desenlace con los destellos suficientes para que, al salir de la sala, y con la luna de Valencia ya despuntando, aún pudiéramos sentir el sol de California en la piel.