AMALIA YUSTA
Sábado, 12 de julio 2014, 13:11
Jorge Drexler lo anunciaba pocas horas antes de su concierto en los jardines de Viveros de Valencia: Esta noche Marlango-Drexler en Valencia. Viveros se van a convertir en La Cúpula del Trueno: dos bandas entran, una sale. Con esta pequeña-gran pista podríamos ir vislumbrando de qué color brillaría la luna de Valencia, la de Rasqui o la de cada uno de los presentes. Porque brillarían varias a la vez en una noche de preciosismo sonoro y de sinceridades serenas. Las apuestas y las propuestas lanzaban temas para esa probable sinergia entre los músicos; la improbabilidad de lo plausible en los momentos previos al show.
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Leonor Watling y Alejandro Pelayo, al frente de Marlango se enfrentaron a lo complicado que es levantar un aforo que no terminaba de convencer en cuanto a cantidad y que parecía aletargado a la espera de Jorge Dreler. Walking in Soho abriría su setlist, y sobre el escenario, también Manuel Bagües al bajo (al que hace un año vimos en el mismo escenario acompañando a Carlos Goñi), Gonzalo Maestre a la batería y Celso Madriñan a la guitarra, además de la colaboración de Vicent Huma también a la guitarra en temas como Cry o Too many ways.
La evocación de esos paisajes ocres que Marlango siempre consigue esbozar estaba presente esta noche. Una Watling entregada a la cadencia mántrica de composiciones como ese cover del Semilla Negra arrastado, árido y húmedo hasta el exceso. De la luminosidad del It's all right (rugido y zarpazo incluidos), a los pasajes más oscuros de Cry, la colorimetría vocal de Leonor Watling juega a la seducción de poder acariciar los tono bajos de pasada y de instalarse en medios tonos con esos despuntes que tanto la caracterizan.
12 Julio Antonio Orozco
15 Julio Quique González + Santero y Los Muchachos
17 Julio Mónica Naranjo
18 Julio Fangoria + Nancys Rubias
19 Julio Leiva + Santero
20 Julio Pablo López + Nada que Decir + Junes Kaleidoscope
Temas en inglés que combinaron con esa nueva etapa en español que comenzaron ca explorar en su último trabajo, Un día extraordinario (a esperas de que El porvenir vea la luz este mismo año). Dame la razón, Si yo fuera otra o Todo es tan importante mano a mano con The long fall, Hold me thigt o Shake the moon iban conformando un extenso setlist en el que todo iba modelándose e ...ir, dejarse abandonar... era fácil, más desde el escenario que desde la frialdad del respetable. El cariz funk en Once upon a time y los salpicones de cabaret en ese Dance dance dance que compartía con Jorge Drexler. Un show que solo podían acabar con el optimismo exquisito de Lo que sueñas vuela, pasos de claqué añadidos. Marlango voló y consiguió hacer que soñar despiertos fuera más que un verso de su canción.
Bailar en la cueva de Drexler
Marlango no se conformaron con un setlist diseñado para un telonero. Un extenso setlist (que en cantidad superaría el de Drexler) daba paso al que indiscutiblemente esperaban los presentes. Jorge Drexler comenzaría ese Bailar en la cueva dejando claro lo que esa noche llevaba en su pequeña maleta de historias vividas. Pasos de baile anecdóticos para todos los músicos en escena: Borja Barrueta (batería), Sebastián Merlín (percusiones, guitarra), Martín Leiton (bajo), Santiago Cañada (trombón), Roque Albero (trompeta), Fabrizio Scarafile (saxo, travesera) y Carlos Casacuberta (programaciones).
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Una banda que conseguiría a partes iguales emocionar en los pasajes más íntimos de Todo cae y convertir en una pista de baile los ritmos de Universos paralelos o Esfera. Drexler pesentaba en la Valencia (ciudad a la que dedicó más de un guiño, de una alabanza, tras sus iniciáticos periplos musicales por el Carmen, guitarra en ristre) ese Bailar en la cueva que le llevaba a revisitar ritmos latinoamericanos con la elegancia que siempre ha acompañado al uruguayo. Y es que ...ya hacíamos música muchísimo antes de conocer la agricultura....
Temas de su último trabajo como Data data, Todo cae, Bolivia o La Luna de Rasquí compartían historia con algunos must de su discografía. Ese Las transeúntes, Tamborero, Guitarra y vos... iban cobrando vida a medida que Drexler las presentaba, las acariciaba y las regalaba sin temor a que el público se las apropiaran. Un Drexler que también la emprendía en solitario, a solas con su guitarra en La trama y el desenlace. Un corte en el que el compositor se convirtió en ese flautista de Hamelin que con solo un silbido consiguió amansar a las bestias. No fue necesario nada más que guiarles con la música y el silencio se instaló en Viveros.
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Pero el escalofrío llegaría solo cuando la pareja, Drexler y Watling, Leonor y Jorge, comenzaron a batir las alas del momento sonoro de la noche. Primera vez que compartirían escenario las dos bandas y convirtiendo en realidad aquello de lo que ya nos había prevenido. Watling compartió, como no podía ser de otra forma, esa segunda voz del Toque de queda, tema que ya grabaron juntos para Amar la trama. Un baile de entropía (ese concepto que cobró realmente sentido en voz de Drexler) emocional que desnudó a los músicos para arroparlos con sensibilidad. Y en ese medio tiempo, abrazados, y haciendo que el tiempo se detuviera, propiciaron que la emoción se marcara un tanto y que los asistentes, testigos de lo que sobrepasaba la composición, fueran cómplices ...en la soledad del toque de queda. En la belleza armónica compartida Drexler y Watling, ella y él, quedaron desnudos y a meced de las vibraciones intangibles que les sujetaban compartiendo un baile, abrazados. Sencillez máxima, efectividad completa.
Las dos bandas, juntas
Sin embargo, el momento de la noche fue el que unió a las dos bandas sobre el escenario. 13 músicos juntos que darían vida a Frankie Valli y a su Can't take my eyes off you. Si Marlango finalizó su concierto con esa oda al positivismo, a la sonrisa y al deseo de amar lo que rodea a cada uno, la combinación de este supergrupo propiciaría que ese éxtasis vital tuviera también sentido en escena. Algún que otro error por lo que a tonos se refiere que se suplió con rapidez. Canción perfecta para que esa Luna de Valencia, a la que Drexler pareció encomendarse desde que dio señales lumínicas en Viveros, se convirtiera en un músico más de la noche.
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Crítica a la falta de respuesta de un público escaso, a esa dejadez en la primera hora musical de la noche, pero un sentido respeto a lo que sucedió en los jardines de Viveros desde la verdad desnuda de Drexler y Watling. Y conseguir que con un baile, todo lo demás sobre.
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