Por segundo año consecutivo, Alicante se convierte en el principal destino de la Comunitat para las grandes orquestas internacionales; el eterno cierre del Palau de la Música garantiza dicho protagonismo, pero todo apunta a que el ADDA ha venido para quedarse al margen de lo ... que ocurra en Valencia.
El concierto del pasado día 31 tenía el sabor de lo extraordinario. Las expectativas se podían respirar. La Royal Concertgebouw aparte de ser una de las mejores orquestas del mundo, siempre ha tenido una especial vinculación con la música de Mahler y la novena es una de sus grandes obras.
El programa comenzó con la interpretación de la obra 'Mais le corps taché d'ombres' del joven compositor holandés Rick van Veldhuizen, nacido en 1994. Se trata de una pieza de unos diez minutos escrita para cuerda y arpa. A partir de un tritono original el material melódico se va completando, como una especie de organismo que se va desarrollando hasta alcanzar la plenitud. Sin intermedio, llegó el turno de la novena de Mahler. Poco se puede añadir a la excelencia de esta orquesta en la que la perfección y la personalidad van de la mano. Destaca su flexibilidad y, en especial, la plasticidad con la que ejecuta cada efecto.
Por su parte, Daniel Harding demostró que se encuentra en el inicio de una madurez musical que promete dar grandes resultados. Destacó especialmente en los tiempos impares. Así, el primer tiempo fue un alarde de solidez, precisión y claridad en el que diseccionó cada uno de los detalles. No en vano dedicó un gesto casi imperceptible de agradecimiento a la orquesta al terminar este movimiento. En cuanto al tercero, destacó cierto acento británico a la hora de desplegar el carácter irónico y burlón de la música.
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