![Cómo se crea una canción: del primer acorde al estudio](https://s1.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/2023/12/07/cancion2.gif)
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El 28 de julio por la tarde, mientras combatía el sofocante calor veraniego, Martín Tarrasó se refugió en su casa. Más bien, en su guitarra. Y de repente, tocó unos acordes que le atraparon. Los repitió. Sonrió. En ese mismo instante, supo que acababa de poner la semilla de su próxima canción. Agarró el teléfono móvil y grabó el riff para evitar una de esas malas pasadas que a veces juega la memoria.
Esos cinco segundos dieron rienda suelta a la inspiración. Fue un fogonazo. Una chispa que encendió el tema que más rápido ha compuesto el grupo valenciano Tenda. «Estaba solo en mi casa con una guitarra acústica. Estaba tirado en el sofá intentando hacer algo productivo y al final salió eso. De vez en cuando sale. Otra veces te pasas horas sin nada», comenta Martín (voz principal y guitarra). Música y letra tomaron forma de la mano. Antes de acabar el día, accedió al chat de Whatsapp de la banda para enviar un audio de la nueva creación a sus compañeros: Guillem Magraner (batería y coros), Evarist Caselles (bajo y coros) y Claudi Penalba (guitarra y voz). Gustó. Eso sí, tocaba someterlo a examen en el local de ensayo, en Alboraia.
«Yo intento grabar todas las ideas porque se me olvidan muy fácilmente. Igual paso a la siguiente parte de la canción y se me olvida una melodía chula que había anteriormente y ya no tengo vuelta atrás porque no se me va a volver a ocurrir. Grabé el riff y sabía que la melodía de la estrofa tenía que ser esa. Y luego pasé al estribillo. Ya tenía riff, estrofa y estribillo. Y ya la llevamos al local», recuerda Martín, quien había dado a luz a un enérgico tema en apenas unas horas. Y es que la letra brotó con la misma agilidad que la música. El ritmo distendido encajaba a la perfección con las últimas vivencias del vocalista: «Les pasé la versión en acústico y la letra que había escrito en ese momento. Eso lo hago siempre con todas las canciones nuevas. Y cuando Claudi compone una, lo mismo. Nos las pasamos en acústico y vemos cómo funciona el tema en nuestra cabezas y hacia dónde lo llevaríamos. Muchas veces no funciona».
Todo fluyó. «La canción empezó con un riff. Y sobre eso fui haciendo la letra. Y creo que es la letra que más rápido he escrito en mi vida. Al final estuve toda la tarde, pero más para componer la melodía que para la letra. Se alinearon los astros para decirme lo que tenía que decir», explica mientras repasa esos acontecimientos que le iluminaron durante el proceso creativo: «Todo lo que cuento es lo que me ha tocado vivir este verano. Pinchar la rueda del coche, intentar independizarme, pagar el doble de matrícula en la universidad porque con el trabajo que conlleva la música no llego a centrarme lo que debería en la 'uni'... Y luego es un repaso de por qué estamos haciendo música. Nos habíamos tomado un parón de todo el verano porque llevamos seis años como grupo y necesitábamos un descansito. Yo necesitaba dejar de tocar para que luego saliese esto. A veces te piensas que con muchísimo esfuerzo te van a salir las mejores canciones y luego lo dejas durante tres meses y en una hora tienes un tema como este«. Durante el verano, acumuló experiencias que le inspiraron: «Me fui a trabajar a mi pueblo para pagarme la matrícula de la universidad. Es una aldea de Cuenca que se llama la Vega del Codorno. Trabajé en un restaurante-hostal que tiene mi tía y yo estaba ahí con un compañero de la pandilla, y estuve haciendo camas, lavando váteres, lavando platos y cocinando. En la canción hablo de que actúas como un adulto pero no tienes capacidad económica para vivir solo».
En una tarde de máxima inspiración, Martín, guitarra en mano, dio a luz a la primera estrofa. Música y letra fueron de la mano en esos versos iniciales. La segunda estrofa albergaba más dudas, como se verá más adelante
La segunda estrofa da un vuelco, aunque continúa abierta. Los componentes buscan una frase para rematarla. Además, se incluye la coda
El final de la primera estrofa se completa con «¿qué voy a hacer?». Siguen puliendo el estribillo y se sustituye «menuda» por «vaya» por métrica. Y la segunda estrofa experimenta otra transformación, incorporándose un silencio de suspense
AUX STEP FOR JS
Pero esa letra que envió no sería la definitiva. En el local de ensayo, ubicado en Alboraia, la meca de los grupos musicales valencianos, los integrantes de Tenda debían atar algunos cabos sueltos de la canción, revisar todo el trabajo realizado y desarrollar algunas partes. Por ejemplo, el remate final. «Perfilando, nos salió eso a lo que llamamos coda, que es la conclusión de la canción. Nos gusta mucho hacer eso. Yo soy muy de escribir algo que en conjunto tenga sentido y que se pueda entender con una conclusión final que resuma», añade. Y lo hicieron con una voz desgarrada: «A veces nos gusta mucho gritar al final de las canciones. La canción retrata un poco de impotencia en la edad que tenemos, pero siendo esto lo que de verdad te divierte. Por eso acaba así: 'No es lo mejor, no es lo mejor, pero me gusta; es lo que soy, es lo que soy, ya no me asusta'. Soy consciente de todo lo que está ocurriendo y disfruto de ello. No todo es malo en esta situación, obviamente».
Cuando se citaron en el local, también había que determinar el rumbo musical de la pieza: «Muchas veces lo que intentamos es que, dentro de la línea instrumental que vaya a poner cada uno de los miembros, tengamos una idea conjunta de hacia dónde va la canción con algún tema de referencia. En esta canción, por ejemplo, es 'Isla desierta' de Cala Vento».
Construyeron el sonido que querían: «El bajo de Evarist lleva una distorsión potente en este tema. Queríamos hacer contraste con la guitarra de Claudi. Y en la estrofa la guitarra de Claudi, en vez de tener mucha distorsión, es mucho más divertida, está en limpio. Suena más setentero. Intentamos hacer esa mezcla de cosas que hagan un poco más especial un tema. Hoy en día es complicado porque están hechas muchas cosas. Tienes que sorprender con arreglos que van surgiendo. Por ejemplo, el cencerro». Este último elemento apareció posteriormente, en el estudio. El 14 de septiembre, Iñaki Ariste, técnico de sonido de Millenia Estudios, recibió por Whatsapp una versión grabada en el local y supo que la propuesta iba a funcionar.
«A final de verano me dijeron que tenían un tema y que querían grabarlo. La primera toma de contacto con el tema fue un audio que habían grabado en el local de ensayo. Habían puesto un móvil a grabar. Lo escuché y les dije que el tema me gustaba, que me parecía muy guay, y les hice alguna aportación sobre ese audio. Cogimos el calendario», comenta Iñaki.
Tenda e Iñaki concretaron dos días de grabación: el 9 y el 10 de octubre. Cuando la banda cruzó la puerta de entrada del estudio, aún había algunos aspectos en el aire. Por delante, 48 horas intensas. En primer lugar, elaboraron una guía. Es decir, una maqueta que sirve como base: «Tocamos en directo cada uno con su instrumento y dejamos marcadas las líneas para que todo sea un poco más fluido». La letra, fundamentalmente la segunda estrofa, había variado, aunque seguía incompleta. Son los cimientos de la mezcla definitiva.
En el estudio, hubo una evolución en el sonido de las cuerdas: «Queríamos encontrar algo que fuera un poquito diferente. Hubo cambios porque intentamos hacer que fueran dos guitarras muy distintas, pero al final lo que le pegaba era hacer lo mismo y darle al riff inicial un paso muy fuerte. Al final Claudi y yo hacemos lo mismo rítmicamente y jugamos con quién hace el riff. Queremos que sea sugerente toda la canción, como si fuera más un juego».
Y de forma espontánea, apareció el cencerro. «Es un instrumento muy típico de la percusión latina. Está más que metido en algunos estilos de pop. Les hizo gracia y ahí se quedó. En el estudio hay una caja llena de instrumentos de percusión típicos», recuerda Iñaki.
Martín se quitó así una espinita. «Claudi y yo siempre hemos querido meter un cencerro. Y fue en la segunda estrofa, que estaba súper vacía porque sólo había batería y voz. En la maqueta se nos ocurrió meter las guitarras y luego dijimos: 'Aquí quedaría espectacular un cencerro'. Apareció Iñaki con un cencerro muy a su pesar y ahí se quedó. Fue para dar algo especial a la segunda estrofa», añade el vocalista entre risas.
Reina la guasa. El buen ambiente. «Trabajar con ellos me encanta, me lo paso muy bien. Son amigos míos. Los he visto crecer como chavales y como músicos y profesionales. Nos hemos ayudado mutuamente a crecer. Aunque son muy jóvenes, siempre han tenido muy claro que quieren dedicarse en cuerpo y alma a la música. Es una cosa que admiro de ellos. Se dejan la piel como nadie», destaca Iñaki.
Durante la segunda jornada de grabación, Martín seguía dando vueltas a una parte de la letra. «Nos falta una frase», reconocía el vocalista sentado en el sofá del estudio. Barajaba varias ideas, pero ninguna le convencía.
Finalmente, se le encendió una bombilla y sustituyó versos. «Lo que no me esperaba es que tuviera esa estrofa hablada, lo del silencio. Y ahora lo tiene después de que la siguiente frase fuera 'Os voy a contar un secreto'. Eso se me ocurrió el segundo día. Todo estaba pensado para que la estrofa siguiera, pero dejamos esa parte en silencio. Y eso influyó en los arreglos. Letra y música van muy ligadas. Todo te inspira a hacer cosas nuevas», admite. Fue un giro. Un experimento que, pese a la incertidumbre inicial, convenció a todos cuando se escuchó el resultado. Al mismo tiempo, hubo una depuración final como sustituir la palabra 'menuda' por 'vaya' por cuestiones de métrica.
Guillem se muestra orgulloso: «Fue un tema que a nivel musical salió muy fluido, pero durante todo el proceso tuvimos algunas dudas con la letra y sobre qué contar en determinados momentos de la canción. Entre los cuatro lo hablamos y llegamos a una conclusión», explica el batería, quien ensalza la figura de Iñaki: «Lo conocimos porque estaba de asistente del productor que nos grabó a nosotros los dos primeros álbumes e hicimos muy buenas migas con él. Cuando empezamos a hacer más conciertos y a necesitar un técnico de sonido que se viniera con nosotros, contamos con él. Y desde entonces seguimos trabajando con él».
Iñaki es mucho más que un técnico de sonido para Tenda. «Cuando escuchas una canción que te manda un grupo, puedes ejercer varias labores dentro de este trabajo: puedes única y exclusivamente dedicarte a grabar la canción, es decir, la grabas, la mezclas y se la entregas a la banda; o aparte de hacer eso te puedes encargar de la tarea de productor de una canción, es decir, tomar decisiones para que suene de una forma, meter arreglos, meter instrumentos. Es decir, formar parte de la toma de decisiones a nivel artístico. En este caso, tenemos mucha confianza», subraya el profesional de Millenia Estudios.
Iñaki desgrana el proceso de grabación: «Fue el convencional. Primero grabamos la canción todos a la vez, batería, bajista, guitarras y voces, para grabar una guía y escuchar la canción. Se hizo un par de tomas en directo y se tomaron las últimas decisiones. A partir de ahí, es cuando se empieza a grabar la canción real».
Entonces comienza el puzle musical. «Utilizamos un método de grabación convencional. Las canciones hoy en día se graban por partes. Primero graba el batería, luego el bajista, luego las guitarras y por último las voces y los coros. Eso suele ser en géneros tipo el de Tenda, pop-rock, pop en general. Hay géneros como el jazz o la música clásica u otros tipos de música que tienden más a ser grabados con todos los músicos a la vez en directo», puntualiza Iñaki.
El objetivo está claro: «Lo hacemos por partes porque el resultado es más detallista. Aunque ellos en el grupo son dos guitarras, igual en la canción no hay únicamente dos guitarras sonando, sino que hay tres, cuatro o cinco arreglos de guitarra que están sonando. En una grabación en directo no lo puedes hacer porque tienes dos guitarras y no puedes clonar a nadie. Cuando grabas por partes, buscas el detalle y puedes superponer capas de arreglos, como una guitarra que suene encima de otra. Se busca eso en este género de música».
La canción en cuestión tiene «entre 40 y 50 pistas», tal y como apunta Iñaki: «En grabaciones de este tipo, es lo normal. Por ejemplo, cada parte de la batería tiene uno o incluso dos micrófonos. Y cuando esas captaciones se traducen a un programa informático, se van creando pistas. Se van superponiendo pistas. La batería ya son 14 pistas. El bombo tiene tres micrófonos, la caja tiene dos... Una batería tiene seis o siete partes y hay varias partes que tienen diferentes micrófonos. El bajo tiene tres o cuatro micrófonos. Las guitarras más de lo mismo. Son dos guitarristas pero no sólo hay dos capas de guitarra, sino cuatro o cinco. De la voz principal hay dos pistas, la voz y la voz doblada, que es para darle una profundidad especial a la voz». Los amplificadores se encuentran completamente aislados en distintas salas del estudio.
Fruto de la estrecha relación, Iñaki realizó varias sugerencias durante la grabación. «¡Saca bilis, mala hostia!», le decía a Martín. Se trata de un proceso arduo, minucioso y vivo, ya que está abierto a nuevas aportaciones: «El resultado final nunca va a ser igual que la idea inicial. Muchas veces la canción está en constante cambio. Hay decisiones que no se toman hasta el minuto final. Por ejemplo, estuvieron dos días dando vueltas a una frase. O de repente aparece un amigo por el estudio y hace un coro». Iñaki se refiere a Pablo Navarro, cantante del grupo Nuevos Vicios. «Tiene un vozarrón. Le dije que viniera porque muchas veces nos llamamos para ver cómo suenan las guitarras y la construcción de las canciones. Le llamé pero no sabía si iba a cantar o no. Al final hicimos una mezcla de voces. Lo hizo súper bien», afirma Martín. El coro está en el estribillo. «Son voces con un timbre distinto al de la voz principal y se utilizan para vestir y maquillar», agrega Iñaki.
En la coda, para doblar su voz con agudos, a Martín le tocó hacer un sobreesfuerzo con la garganta. «No voy a cantar en un mes», bromeaba el vocalista. Y en el aspecto musical, Iñaki acabó imponiendo su criterio en un detalle final. El técnico de sonido insistió en añadir una guitarra acústica de fondo a pesar del escepticismo del grupo. La grabó Martín a última hora para contar con esa alternativa. Y entró.
Finalmente, se produce la mezcla: «Cuando ya se ha grabado todo, se ha corregido fallos y se ha editado cosas, se coge todas las pistas y se pone todo en su sitio. Se posiciona cada cosa en el plano que desees. Por ejemplo, si quieres que el bombo suene más o menos fuerte, si quieres que la voz esté más en primer plano o más escondida, si quieres que tenga reverb o no.... Se enseña a la banda y se hace correcciones». Así nace y crece una canción. Cosas que (no) importan. Este es el título, que tampoco estuvo exento de debate dentro de la banda.
'Cosas que (no) importan'. Este es el título, que tampoco estuvo exento de debate dentro de la banda. Después de meses de trabajo, debate, giros y creatividad, la canción ya puede llegar a los oídos del público.
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