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ALBA MARTÍNEZ
Valencia
Martes, 20 de noviembre 2018, 21:10
La valenciana Beatriz Fernández, natural de Paiporta, se convirtió en septiembre en la nueva directora de la Orquesta Filarmónica de la Universitat de València (UV). Con una amplia trayectoria artística, la compositora comenzó su carrera como clarinetista en la orquesta de la que ahora lleva la batuta y con la que ha debutado recientemente en el Palau de la Música. Fernández reivindica la necesidad de dar visibilidad a las profesionales dentro del ámbito de la música y, además, aboga por romper unas estructuras que «actúan de barrera invisible» para las directoras.
-Es la primera directora de orquesta de universidades en España, ¿existe un techo de cristal en las sociedades musicales?
-Existe y es cierto que poco a poco ese techo lo vamos eliminando. No es una mujer individualmente la que debe luchar contra esto, sino la sociedad, la educación y los componentes del sector. El gran colectivo y la oferta del mundo artístico deben contribuir a darnos voz. Las directoras de orquesta existen pero no se nos da la visibilidad que nos gustaría. Hay que hablar de referentes femeninos, sobre todo a los pequeños, para hacer que ese techo sea de cristal porque sea transparente, no porque actúe de barrera invisible.
-¿Está rompiendo la música clásica esa concepción de elitismo?
-Creo que hoy en día nos estamos acercando más a las necesidades de la sociedad, que es también lo que yo busco. Hemos de analizar la sociedad y ver sus carencias para que las orquestas clásicas puedan hacer una música más cercana y que las sociedades musicales sean capaces de reflejar los sentimientos de la colectividad. Es un trabajo que deben asumir los directores y ser conscientes de ello.
-También tiene que ver con la difusión. ¿Por qué no suena una filarmónica como la que dirige usted en las radios convencionales?
-Digamos que hay diferentes departamentos musicales. Evidentemente el más mediático es el pop-rock. Lo clásico es más minoritario y, aunque no sea del todo elitista, requiere del receptor unas cualidades para entender el mensaje. El pop o el rock tienen una melodía más o menos elaborada y pegadiza. La televisión ayuda en su venta y el público joven conecta con dicha música. En cambio, el repertorio clásico necesita una formación previa. La educación musical ayuda a traducir lo que el compositor quiere decir.
-La LOMCE ha reducido las horas de música en los currículos escolares. ¿El rechazo al género clásico es un problema de base educativo?
-Sí, todo influye. Son una serie de elementos que no solamente no nos han ayudado a que el sector joven de la sociedad apoye y vaya a un concierto, sino que al no tener la asignatura de música, se pierden la posibilidad de saber escuchar y conocer el lenguaje melódico. La delimitación horaria de la materia ha hecho que, de manera involuntaria, se vete la formación humana de cada uno de los más pequeños.
-En la Comunitat Valenciana hay más de 600 sociedades musicales repartidas, ¿sólo unos pocos llegan al éxito?
-Hay una gran cantidad de músicos que han tenido su momento, pero una salida clara de los que queremos vivir de la música es trabajar en as sociedades como directores o profesores. Todo lo demás está bastante eclipsado por largas tradiciones y son plazas por oposición que ya sabemos como funcionan. Si queremos ir más allá, quizás nuestro sitio sí que esté fuera de España.
-Ha trabajado como directora en orquestas internacionales en Alemania, Italia o México. ¿Fuera del país hay una mayor reconocimiento de las sociedades musicales?
-Tanto en Europa como en el ámbito internacional, cuando les digo que soy directora valenciana son conscientes de la gran suerte que tenemos de poder vivir con esa formación. Todo el mundo conoce la labor sobre la práctica musical y la calidad que llegamos a alcanzar en nuestra tierra, gracias a las sociedades musicales. En algunas de las orquestas internacionales trabajan músicos valencianos o españoles. Eso llama la atención en el extranjero. Hay una buena plataforma de formación y se nos reconoce como personas y como profesionales. Muchas veces me sorprendo de la admiración con la que nos reciben en muchos teatros del mundo.
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