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El quinteto 'El Turia', con Estanislao a la guitarra. Festival Petrer
Estanislao Marco, el artista reencontrado

Estanislao Marco, el artista reencontrado

Nacido en la Vall d'Uixó, con apenas cuatro años trabajaba como 'femater'. A los treinta tocaba ante monarcas españoles y zares de Rusia

ÓSCAR CALVÉ

VALENCIA.

Sábado, 23 de junio 2018, 20:11

No se apellidaban Jackson, pero sí eran cinco hermanos jovencísimos de origen muy modesto. Aunque en menos países, también lograron encandilar al público sobre los escenarios. No tanto como Niccolò Paganini o Franz Liszt, quienes en la primera mitad del siglo XIX se convirtieron en las primeras 'víctimas' del efecto fan. Cuesta creerlo, pero en las giras del pianista austro-húngaro las señoras gritaban como posesas y se desmayaban ante sus actuaciones. Y sí, también le lanzaban sus prendas íntimas. No correría la misma suerte el conjunto de pulso y púa 'El Turia'. Así se hacía llamar el trío, más tarde cuarteto y finalmente quinteto, capaz de ejecutar con brillantez piezas de muy diversos géneros en el quicio de los siglos XIX y XX. Esencialmente por dos aspectos. El primero por su juventud. Algunos de sus componentes eran todavía niños al incorporarse: lanzarles ropa interior habría sido un acto soberanamente estúpido. La otra circunstancia atañe a que en no pocas ocasiones tocaron para un público selecto, como los zares de Rusia o los monarcas españoles, constreñidos teóricamente a guardar las formas. Con semejante nombre artístico, 'El Turia', pueden vislumbrar el lugar donde se gestó. Aunque los tres hermanos mayores de la familia Marco nacieron en la Vall d'Uixó, un grave problema de salud de uno de los niños obligó a la familia a asentarse definitivamente en Valencia, donde se fraguó su exitosa carrera (1889-1907).

Esta semana homenajeamos al líder de la formación, Estanislao Marco Valls, enorme guitarrista que, como discípulo de Francisco Tárrega y maestro de Narciso Yepes, se convirtió en pieza trascendental en la historia de la guitarra clásica. Una estrella que dejó de brillar el 22 de junio de 1954, precisamente en nuestra ciudad. Al deceso físico de Estanislao, jugarretas de la vida, estuvo a punto de acompañarle su huella artística. Por fortuna, esa huella y su obra salieron a la luz hace dos décadas merced a dos factores: la casualidad y el esfuerzo ímprobo de otro gran guitarrista, el valenciano Jorge Orozco, del que se nutre en gran parte este recuerdo a Estanislao Marco ante la efeméride de su fallecimiento. Lleva dos décadas volcado en rastrear y difundir la vida y el trabajo de este personaje único. Al César... Espero que les guste la música, pero incluso aunque carezcan de ese privilegio la historia que sigue no tiene desperdicio.

Estanislao Marco nació el 17 de mayo de 1873 y era el segundo hijo del matrimonio compuesto por Manuel Marco y Teresa Valls, alpargateros de profesión. De ahí que no les sorprenda que tanto el primogénito (Manuel), como su hermano Estanislao apencaran desde bien chicos en trabajos tan poco edificantes como el de 'menaor' -exactamente el oficio que desarrolla el chaval de la conocida pintura de Sorolla 'Los cordeleros de Jávea'- o el de 'femater', cuya etimología les advertirá lo inapropiado de la tarea para un niño de cuatro años (Estanislao). Todavía en la Vall d'Uixó nace una hermana, pero un desafortunado accidente ocular de Manuel les obliga a irse a Valencia.

La calle Barcas, donde tocaban los Marco. El teatro Principal y el documental sobre el artista. Bivaldi / LP
Imagen principal - La calle Barcas, donde tocaban los Marco. El teatro Principal y el documental sobre el artista.
Imagen secundaria 1 - La calle Barcas, donde tocaban los Marco. El teatro Principal y el documental sobre el artista.
Imagen secundaria 2 - La calle Barcas, donde tocaban los Marco. El teatro Principal y el documental sobre el artista.

Sin apenas formación musical, el padre y sus dos chicos (Manuel de doce y Estanislao de seis), recorren las calles tocando dos instrumentos de cuerda y cantando piezas populares para sobrevivir. No sin contratiempos. En alguna ocasión son reprendidos por la autoridad, llegando a pasar por la cárcel acusados de vagabundear. Finalmente obtuvieron el ansiado permiso para tocar en la vía pública, desde donde ampliaron su campo de actuación a locales de restauración. Las cosas empezaban a mejorar. Los chicos ya disfrutaban de una incipiente formación musical, acelerada por su propia experiencia y la asistencia constante -por ayuda de contactos, ya que no podían pagar las entradas- a actuaciones de artistas consagrados. Tras comprarse instrumentos nuevos en 1882 empiezan pequeñas giras con desigual fortuna, aunque su fama local fuera en evidente aumento.

Pasodobles ante el cólera

De este modo, como indica Orozco, se democratizaba el arte, pues era habitual que 'El Turia' ofreciera su particular versión -de calidad excelsa- a públicos que carecían de recursos para ver esas obras, a precios inalcanzables. Con Estanislao a la cabeza con su guitarra de nueve cuerdas (no, no es un fallo), combinó las actuaciones en establecimientos vinculados a la burguesía y las clases medias con otras estelares en grandes teatros europeos y africanos, por ejemplo en el Palacio Real de Madrid: la reina regente María Cristina o Alfonso XIII disfrutaron de su pericia artística. A comienzos del siglo XX la prensa nacional se rendía a los pies de estos músicos, cuyos orígenes estaban asociados a la pobreza sin paliativos.

La carrera de Estanislao tomaría nuevas derivas tras la disolución del conjunto familiar. Como docente y como compositor. Fue profesor del gran Narciso Yepes, pero además creó dos rondallas de gran arraigo. Una en 1918, en Benimaclet. Otra en 1943, la Rondalla Segarra de su localidad natal. Como compositor, les recomiendo que escuchen la pieza Guajira, interpretada por su pupilo Narciso Yepes. La hallarán en el famoso portal de vídeos. «Estanislao Marco fue uno de los discípulos predilectos de Francisco Tárrega. Yo tuve la suerte de estudiar con él (...) Esta Guajira es la primera obra que un compositor escribió para mí y yo deseo acabar el disco con ella para rendir homenaje al hombre que depositó su confianza en mí cuando yo era apenas un adolescente», escribió Yepes. Otra fantástica opción es escuchar a Orozco interpretando las piezas que resucitó, legando para la posteridad la futura obra de ese niño que recogía basura sin conocer su brillante porvenir.

La vida es una caja de bombones. Una mañana del año 2000 Orozco dio una vuelta por el rastro de Valencia. En una parada, un papel pautado le llamó la atención por llevar escrita la palabra guitarra. Bendita curiosidad. Halló multitud de partituras de Estanislao Marco que se creían desaparecidas. Desde entonces, ha volcado buena parte de sus energías en poner en valor todo lo concerniente a él. De hecho, toda esta historia está mejor contada -y documentada originalmente- por Orozco. No sólo en revistas. Existe un documental de Vicent Tamarit y Rafa Higón que lleva por título 'Memorias de guitarra'. Fascinante.

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