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Casi tres décadas llevan Eva Amaral y Juan Aguirre regando su proyecto musical. Cinco años después de su anterior álbum, el dúo zaragozano acaba de publicar 'Dolce Vita', su noveno álbum de estudio, un LP ecléctico, que se mueve entre lo acústico, la furia guitarrera y el coqueteo con la electrónica para servir ese paraíso mental en el que ambos son felices. La conversación, en las oficinas de Sony Music en Madrid, la cercanía, humildad y amabilidad de ambos es directamente proporcional a su desempeño como estrellas del pop y del rock en el escenario. Hasta en dos ocasiones el jefe de prensa viene a cortar la conversación -los tiempos son limitados-, pero el dúo concede un extra, algo que no es habitual.
-'Dolce Vita', noveno álbum de estudio en 27 años. ¿Da vértigo mirar atrás? ¿Son muy nostálgicos?
Eva Amaral: Pues vértigo, realmente no. O sea nos sentimos bien en donde estamos ahora mismo y no somos muy de mirar hacia atrás, ni de pensar mucho en el futuro porque creo que es mejor vivir con un poco de inconsciencia, sobre todo cuando haces algo así, artístico. Creo que está bien no tener las cosas muy planificadas.
Juan Aguirre: Y luego yo creo que nos hemos disociado un poco, entre comillas, de todo esto de los discos que ya has hecho, de los conciertos, porque, claro, no puedes vivir todos los días en un concierto multitudinario. O sea, nosotros lo disfrutamos mucho, es un momento de catarsis, es como una cosa potente y que vivimos con intensidad, sobre todo porque tenemos medios para conseguir sonoramente lo que queremos, que eso sí es algo que ha evolucionado desde el principio. Pero luego tenemos prácticamente el día a día que hemos tenido siempre, que es estar con las antenas puestas, componiendo casi todo el rato y haciendo una vida de alguien que no ha pretendido nunca ser célebre, ni personajes públicos, ni nada. Vamos, con la intención de que nuestra música nos preceda.
-Es un disco optimista y también bastante ecléctico. Hay temás acústicos, temás rockeros y algunas trazas de electrónica. ¿Cuál es un poco el concepto del disco y cómo fuisteis definiéndolo?
-E. A.: El concepto básicamente se apoya sobre un lenguaje que conocemos y manejamos desde siempre, que son las guitarras y la composición vista desde ellas y también intentando aportar desde ese punto el sonido más orgánico y sin perder de vista el intentar transmitir belleza a través de todas las canciones, en sus letras, las temáticas que se tratan, pero también el sonido.
-Son nueve álbumes, que en 27 años no sé si son muchos o pocos.
-J. A.: Son pocos.
-En estos años habéis ido espaciando cada vez más los lanzamientos. ¿Es porque cada vez se atasca uno más en la hoja en blanco o porque también le apetece vivir un poco más la vida?
-J. A.: No, en realidad no, es todo lo contrario. Yo creo que cada vez nos resulta más fácil escribir canciones porque hemos abierto bastante el abanico. Cuando éramos muy jovencillos, pensábamos que una canción tenía que ser de una determinada forma y ahora pensamos que una canción puede ser de innumerables formas. Generacionalmente, hemos vivido una apertura cada vez mayor de estilos, sonoridades, y la revolución digital ha traído consigo que puedes hacer música de muchas formas diferentes: como la hacían en los sesenta, en los setenta o con un ordenador en un tren viajando con unos cascos. Puedes producir una canción de miles de formas.
-Entonces, ¿cuál es el problema?
-J. A.: Que cada vez son más largas las giras. La última ha sido 'too much'. Fue acabar el confinamiento y empezar a tocar, a tocar y a tocar sin parar. Además, trabajamos en el directo porque cada vez estamos tocando en escenarios más grandes. Hay un momento en el que dices, vamos a grabar ya, pero te das cuenta de que vas el lunes al estudio y el fin de semana tienes un concierto y tocas ante miles de personas y eso te provoca una especie de sentimiento bipolar de pasar de lo más íntimo a lo más expansivo. ¿Cómo vuelves con el subidón de adrenalina de un concierto? Anímicamente se hace duro. Creo que la solución a eso es limitar las giras. O sea, decir, vamos a hacer veinte conciertos de presentación de 'Dolce Vita' y ni uno más.
-E. A.: Bueno, veremos si conseguimos hacerlo (risas).
-Con esa exigencia, ¿acaban hartos de girar?
-E. A.: Llega un momento en que no es que estés harto de girar, pero sí que te apetece ese otro periodo más introspectivo de estar en el estudio, de generar un equipo con el que grabar. Es como cuando eras pequeño e ibas al colegio y llegaba ya el final del verano y sí que te apetecía volver al cole y encontrarte con tus amigos, los libros nuevos... Pues es un poco esa sensación. Y, por supuesto, cuando acaba el curso, estás deseando tirar esos libros al río, pero sí, es un poco esa necesidad de cambiar de estación. Al final del invierno necesitas ya que venga la primavera y al final del verano estás harto de calor.
-Han sido testigos de toda la evolución de la industria a lo largo de tres décadas: del CD, a los MP3, a la piratería y al auge de las plataformas. ¿Cómo han vivido esa evolución? ¿Hemos ido a mejor o a peor?
-J. A.: Hemos ido a mejor en el sentido de que tenemos más instrumentos para hacer música y que algunos de ellos ya son irrenunciables. Yo imagino que hubo gente que se escandalizó cuando pasaron de las big bands y empezaron a sonar las guitarras eléctricas, con su ruido y potencia. Hubo gente que decía que aquello no era música. Son los mismos que me decían a mí que de adolescente no podía escuchar a The Jesus and Mary Chain porque eran ruido, ahora dicen que las producciones más electrónicas y hechas con ordenador, que no son música. Pues es la misma estupidez. Creo que tenemos más armas que nunca para expresarnos. Luego hay cosas que suenan peor. El MP3 es comprimir el sonido en comparación con la calidad que tiene un CD, pero luego lo que es las posibilidades de comunicación, más allá de lo técnico, se han multiplicado porque es más fácil grabarte unas imágenes expresando algo. Por ejemplo, a mí me da mucha envidia la capacidad visual que tiene Eva de imaginar cosas. De hecho, el concepto del disco es suyo. Igual hay ideas que han venido al 50% de Eva y mías, pero el concepto visual... Yo no tengo concepto visual. O sea, yo me fijo solo en melodías, en ritmos y en sonidos, y soy negado para lo otro.
E. A.: Eso tampoco es así.
-J. A.: O sea, hay cosas que me gustan o no me gustan, pero lo que quiero decir es que si tú tienes una facilidad para algo, una inquietud y algo que contar, y tienes una cámara... Ya no necesitas tener una cámara de 35 milímetros, que es carísima, o un laboratorio para expresarte. Eso quiere decir que todo se ha democratizado y que todo el mundo puede hacer cosas, ya sean mejores o peores, pero creo que hemos ido a mejor, sin duda.
-Compuesto por quince temas, el disco comienza con 'Libre'. ¿Qué les hace sentirse libres?
-J. A.: Yo me siento profundamente libre. Primero, porque tengo la fortuna de dedicarme a lo que quiero, no necesito trabajos precarios, como antes de poder vivir de la música. Básicamente, las posibilidades materiales te hacen libre. No se trata solo de la libertad a nivel individual, sino también a nivel colectivo, y me siento libre hasta para equivocarme, para poder grabar algo que no mole o para tomar una decisión en la vida que no sea aceptada, aunque no lo sepas en el momento. Y a nivel proyecto musical, creo que siempre hemos sido libres de grabar lo que hemos querido. Sin embargo, creo que la libertad de la que hablamos en la canción y en el disco tiene que ver más con un estado emocional y es un símbolo. Es una canción un poco engañosa en el sentido de que dice 'libre de vivir como el día en que nací hasta que me muera'. Pero mientras ese día llega, quiero vivir el día a día a muerte. La canción en realidad tendría que haberse centrado en, yo qué sé, en voy a pasármelo bien.
-E. A.: Esa ya existe (risas).
-J. A.: Lo digo por eso, porque me ha venido a la mente. O sea, iba a decir 'Carpe Diem', pero me parecía como un latinismo innecesario. Me gustan más las cosas sencillas.
-E. A.: ¡Qué latino eres! (risas).
-Escogieron 'Rompehielos' como primer single, ¿por qué?
-E. A.: Bueno, pues nos parecía bonito empezar con esta especie de canción conjuro, que invoca a la fortaleza y que es un poco un propósito de mostrarte tal y como eres sin miedo a la valoración de los demás. Creo que era como una declaración de intenciones que de alguna manera abre muchas ventanas en el disco.
-Siempre ha parecido que les da un poco igual el qué dirán, pero ¿en algún momento se han obsesionado con la imagen pública?
-J. A.: No, precisamente por lo que te contaba antes de que nunca hemos tenido vocación de ser célebres ni de ser famosos. Y, por ejemplo, cuando vamos a conciertos y eso, odiamos las zonas VIP y vamos a primera fila. Y allí te sientes uno más, que es lo que somos, disfrutando de lo que está pasando en el escenario y ya está. Y lo que pasa es que a lo mejor te haces dos fotos con alguien que está allí por lo mismo que tú y punto. Siempre hemos querido que la música nos preceda y creo que la inmensa mayoría de la gente que nos sigue han captado el mensaje. Respetamos la gente que quiere ser famosa y crear una imagen de marca. Cada uno en su vida puede hacer lo que quiera y todas las aspiraciones humanas, mientras respetes a los demás, están bien. Pero nosotros no tenemos ese afán de ser famosos ni veíamos la música como un medio de hacernos famosos. No te diré que somos el extremo de New Order, que no salían ellos en las portadas y tal, u otras bandas como Daft Punk, que se ponían unos cascos de robots, pero sí, yo creo que la gente entiende que lo más importante de nosotros es lo que grabamos y lo que tocamos.
-Da la sensación de que quienes empiezan ahora en la música están obligados precisamente a hacerse una marca, a lanzar contenidos constantemente en redes sociales, a firmar colaboraciones... ¿Se sienten unos privilegiados?
-E. A.: Es que somos privilegiados. Somos muy afortunados y tenemos el privilegio, como decía Juan, de vivir de nuestra pasión, de nuestra vocación, que es algo muy difícil de conseguir. De hecho, cuando empezamos a ser músicos nunca pensamos que esto se iba a cumplir, es una especie de lotería, de sueño irrealizable, que en nuestro caso se ha realizado. Y por supuesto que nos sentimos muy afortunados por ello y nunca perdemos de vista eso, esa realidad.
-J. A.: Y creo que mola ser conscientes de que somos privilegiados y darse cuenta de que no toda la realidad es así y que hay un sector de músicos, de compañeros, que lo pasan mal y que tienen unas condiciones precarias. Por otro lado, tampoco creo que todas las generaciones nuevas sean de esa forma. Te pongo un ejemplo: Dellafuente, que es un músico de Granada que nos encanta, sin tener una exposición increíble y desde un punto casi de observador, llena conciertos.
-E. A.: Y Robe es otro ejemplo.
-J. A.: Sí, y son generaciones distintas. Yo creo que es un error decir que todos tienen que hacer esto. No, porque en el fondo tú eliges tu camino. En la medida de lo posible, vas sorteando el laberinto como un ratoncillo y eliges tu camino. Y ya te digo que hay más gente. Por ejemplo, nosotros admiramos muchísimo a una gran compositora que es Babi, que tiene un montón de escuchas y que no hace conciertos. En realidad, creo que tú puedes elegir bastante cómo quieres hacer las cosas.
-E. A.: De todas formas, cuando empiezas como músico con un proyecto, siempre te tienes que enfrentar a esa idea de que las cosas ahora se hacen así. Que hay un patrón que tienes que seguir para ajustarte a los tiempos o a cómo se supone que debes transmitir lo que tú haces. Y supongo que si te ajustas a ese patrón, probablemente sea todo más sencillo o aparentemente más sencillo, pero hay mucha gente que se sale de ese patrón y tira para adelante.
-Eva, después de mostrar sus pechos en el Sonorama, hubo un aluvión de mensajes a favor y en contra en las redes sociales. ¿Se le quitan a una las ganas de reivindicar cosas?
-E. A.: Yo creo que las personas tenemos que reivindicar las cosas cuando sintamos que debemos hacerlo. 'Rompehielos' habla un poco de eso, de ser consecuente con lo que piensas y si tú crees necesario hacerlo, hay que hacerlo porque lo que no puede ser es que la opinión de los demás o la visión de los demás bloquee lo que tú eres o lo que tú piensas. Eso no puede ser.
-¿Dirían que nos hemos vuelto más conservadores o que quienes ya eran unos machistas ya no tienen miedo a mostrar en público su rechazo al feminismo?
-J. A.: Yo no creo que la sociedad en general se haya vuelto más puritana o más tradicional. Yo creo que hay gente para todo, pero quiero ser optimista y pensar que el mundo camina hacia adelante y que nunca es un camino recto. En general los espacios de autonomía y libertad que tenemos en el siglo XXI son mayores que los que tuvieron nuestros abuelos o las personas en siglos pasados, ya solo por las posibilidades materiales. No pensaba contar esto pero yo llevo dos meses en Zaragoza con mi familia porque mi padre ha estado enfermo, ahora ya está en casa. He estado mucho en el Hospital Clínico Universitario de Zaragoza y he visto trabajar a las enfermeras y enfermeros de la planta 10 y 11 y es increíble. Creo que tener acceso a una asistencia que es común a todos cuando una persona enferma es increíble y que hay que valorar y agradecer el momento en que te toca vivir. Las entrevistas de las agencias tendrían que ser a ellos y no a gente que hace cancioncillas porque es una pasada. Estoy agradecidísimo. Que hay un idiota en Twitter que dice no sé qué... Pues vale, pero es que tenemos esto, que antes no existía.
-E. A.: Sí, en general hemos ido hacia delante como sociedad. Lo que pasa es que habrá personas que quieran que nada cambie y que siga todo exactamente igual que hace 50 años. Intentan tirar hacia atrás, pero no lo van a conseguir.
-En 'Eso que te vuela la cabeza' cantáis versos como 'La única bandera que haremos hondear, la única patria que yo quiero de verdad', un verso que podría dar urticaria a los patriotas de la pulsera.
-J. A.: Esa canción, y perdona, habla de pulsiones sexuales.
-Yo pensaba que hablaba de la música...
-E. A.: Sí, yo también. Yo cuando la canto... Es que habla de lo que tú quieras. Habla de lo que para ti sea algo que te alegre. Yo cuando la canto pienso en la música. Juan no, Juan piensa en otra cosa (risas).
-J. A.: El principio es 'Eso que te vuela a la cabeza y que de pronto te atraviesa, que aparece de repente cuando menos te lo esperas, que ni siquiera reconoces'... Eso fue el principio. Entonces tú estabas hablando de una pulsión muy intensa. Lo que pasa es que la canción va creciendo poco a poco y realmente nos dimos cuenta de que era lo suficientemente abierta como para hablar de cualquier cosa siempre que estuviera la premisa de la pulsión intensa. Y realmente lo que pasa es que en el día a día de la gente vivimos en esas cosas. O sea, alguien está deseando llegar a casa para quedar con una persona o irse a un concierto o ver un partido de fútbol. En realidad habla de las pequeñas cosas gigantes. Cuando tú estás enamorado y de pronto conoces a alguien que te alucina, todo pasa a un segundo plano, de ahí lo de la única patria.
-'Podría haber sido yo' es un homenaje a Víctor Jara desde la empatía.
-E. A.: Habla de que nos podría haber pasado a cualquiera de nosotros. De pronto es tás en un lugar y eso puede cambiar el rumbo de tu existencia e incluso arrebatártela. Y también habla de que podría volver a pasar. Es que nos parece algo lejano, pero en realidad no hace tanto tiempo y se podrían dar las mismas condiciones para que se desarrollase una tragedia como la que sucedió allí, donde miles de personas fueron asesinadas, entre ellas Víctor Jara, todo un símbolo de la libertad. Y también habla de Chile, que fue el primer país que visitamos como músicos y tenemos muchísimos lazos con ese lugar y con su gente y con su cultura.
-'Hasta que la música se acabe' es una forma preciosa de cerrar el álbum. Recuerda un poco a 'Ready to Start', de Arcade Fire, no sé si lo tenían en mente...
-J. A.: ¡Qué guay!
-E. A.: Pues en realidad esa canción empezó como una especie de canción folk que no sabría muy bien cómo calificar, muy acústica, y de un día para otro, se sentó Alex en la batería y Juan agarró la eléctrica y se transformó en otra cosa.
-J. A.: Sí, tiene un punto de rock primigenio y será que 'Ready to Start' lo tiene, ahora que lo pienso. Pero realmente la canción tenía, como dice Eva, letra y música y la tocábamos con una acústica. Y en realidad habla de volver a Zaragoza. En el disco se hacen referencias al lugar donde crecimos, que es Zaragoza, y yo creo que es una ciudad que marca tu ADN. En estos dos meses, me he dado cuenta de que es una ciudad que está llena de música. O sea, tú cuando vas a la Plaza del Pilar o a la Plaza de España y no verás música, pero si escarbas un poco, está llena de músicos de todo tipo y hay un montón de gente haciendo música cada vez más abierta. Y habla de que nosotros, vayamos donde vayamos, llevamos a la ciudad dentro y hace referencia a un montón de grupos.
-Después de tantos años juntos, ¿cuál es la fórmula para que la relación siga perfectamente engrasada?
-J. A.: Buff, pelearnos muchísimo.
-¿Se pelean mucho?
-J. A.: Sí, mucho.
-E. A.: A veces nos mandamos a la mierda directamente (risas).
-J. A.: Nos peleamos como Liam y Noel Gallagher, lo que pasa es que no nos decimos «fuck you» en las redes.
-E. A.: Igual habría que empezar a hacerlo, Juan. Sería mucho más entretenido (risas).
-J. A.: Pero sí, sí, en este disco yo creo que es en el que más nos hemos peleado.
-E. A.: También es que han sido muchos años de proceso. Supongo que también es porque con el tiempo cada uno tiene unas certezas más firmes.
-J. A.: Los dos podemos hacer música solos, aunque yo no canto ni de coña como Eva, pero cuando se alinean los planetas y surge la chispa, la cosa a la que llegamos es más interesante.
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