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ESTHER, Jazzwoman, Juan Belda y Olga Moliner Iván Arlandis
Los músicos valencianos reivindican un futuro sin precariedad

Los músicos valencianos reivindican un futuro sin precariedad

Se de debaten entre la pasión y el olvido de las administraciones. Muchos de ellos abandonan o se marchan de Valencia

Sábado, 1 de marzo 2025, 00:39

Los músicos valencianos se sienten totalmente desamparados. Carecen de una regulación que les permita desempeñar su profesión en condiciones normales, se marchan de Valencia (y también de España) y mantienen en pie sus carreras en muchos casos tan solo gracias a la profunda pasión que derrochan y que, por suerte o por desgracia, les mantiene en la lucha. «Los músicos valencianos somos mercenarios». Es la frase que más se escucha en la conversación que mantenemos con cuatro músicos bien conocidos en el panorama local: ESTHER, JazzWoman, Juan Belda y Olga Moliner. Cada uno de ellos viene de un mundo: el pop, el rap, el rock y la música clásica, respectivamente. Y salvando sus particularidades, el denominador común es ese: los músicos están abandonados a su suerte. No pueden no ver el futuro con esperanza, pues su motivación no se sostiene en otra cosa que no sean las ansias de compartir sus canciones con el mundo.

Mediante la iniciativa 'x160+', LAS PROVINCIAS mira al futuro con la intención de observar los problemas del presente. Todo con motivo del 160 aniversario del diario, efeméride que tendrá lugar el año que viene. ¿Cómo pueden enfrentarse los jóvenes a un sector musical tan precario e hiper competido? ¿Qué demandan a las instituciones? ¿Cómo viven las nuevas tendencias y fusiones musicales, tan cambiantes y tan cuestionadas por los puristas?

El panorama actual

«Cada vez se hace más pop sin complejos», dice ESTHER, la cantautora que se dio a conocer en 2021 con 'Les teues ales'. También asegura que Valencia está en un momento de crecimiento en lo que al pop se refiere, después de unos años en los que parecía que el género caía en cierto estancamiento. «Es un género que evoluciona mucho pero siempre estará ahí, porque sus raíces están muy presentes en todo momento», añade.

Íntimamente ligado al pop, está el rock, un género que ha cambiado mucho menos con los años, pero que también ha roto barreras estilísticas con el paso del tiempo. Juan Belda fue guitarrista de Ciudad Jara, pero en un momento dado decidió abandonar aquel proyecto para centrarse en el suyo propio. Considera que el rock es un género «atemporal» y que el problema de España es que carece de una industria musical sólida, lo que arroja a los músicos a dos únicas posibilidades: reventar el WiZink Center y llevar una vida de estrella del rock (posibilidad al alcance de muy pocos) o bien malvivir tocando en pubs (realidad de la inmensa mayoría).

ESTHER Cantautora

«O sacas un tema cada tres semanas o acaban olvidándote. Necesitamos un estatuto que nos ampare»

Por su parte, el hip hop ha evolucionado mucho en cuestión de pocos años. JazzWoman lanzó su primer disco, 'Bagheera', en 2018. Pasó del jazz y el reggae a decantarse finalmente por el rap y el hip hop. Cuenta que, antes, en el rap no podías salirte de la métrica. Si introducías algún estribillo, por ligero que fuera, te convertías en un «toyaco». Para ella, que venía de otros géneros musicales y nunca aceptó ese nivel de purismo, las cosas no fueron fáciles. No obstante, ahora el panorama ha cambiado y, manteniendo sus raíces de protesta, el hip hop en general es más abierto. Y atesora una particularidad: en el rap no puedes inventar, debes contar tu realidad como es. Si no plasmas tus vivencias tal y como son, «eres un feca», explica JazzWoman.

La música clásica es arena de otro costal. Se trata de un género que pervive en el tiempo por encima de ningún otro. Olga Moliner, oboísta en la Jove Orquestra de la Generalitat Valenciana (JOGV), explica que esa condición eterna de la clásica se debe a que se sitúa «en la base de todos los géneros».

Eso tiene varias consecuencias: por un lado, la rigidez de los conservatorios, que son «sumamente perfeccionistas», dice. Por otro, el desconocimiento por parte de las generaciones jóvenes, que se suelen dejar llevar más por lo mainstream e ignora a los clásicos. Y en tercer lugar, la consistencia del mensaje de esta música. Moliner pone un ejemplo: «La Novena de Beethoven es una oda a la alegría, y cuando la gente la escucha, ves pura alegría en sus caras. Es algo realmente auténtico».

Las nuevas formas de componer

Hasta hace no mucho, a JazzWoman la acusaban de haber mancillado el género. En el rap no se toleraban los estribillos, y su música integraba referencias del reggae o el jazz, entre otros. «En el rap quizás sea más exagerado, pero los puretas están en todos lados. Están anclados al pasado. Todo lo que surge hoy en día es fruto de mancillar géneros. Si no se mancillara, no habría nuevas corrientes», explica.

El pop y el rock están más abiertos a la fusión, bien por el largo tiempo que llevan siendo géneros de masas o bien porque sus sonidos tienen más predisposición de base a la mezcla. Donde no se atisba fusión es en la música clásica, un género atado y bien atado al perfeccionismo de la técnica.

Juan Belda Cantautor

«España no tiene industria musical, lo que hace que unos pocos revienten el WiZink y la mayoría malviva tocando en pubs»

«El mundo de la música clásica te dice constantemente que no vales y que no hay plazas para ti», explica Olga Moliner. «Como instrumentista, te piden que toques como si cantaras, algo que es imposible, porque la voz es el instrumento más perfecto que existe y no se puede replicar». JazzWoman, que también pasó por un conservatorio como saxofonista, se reafirma en esa idea: «En el conservatorio me sentía capada. No te enseñaban a ser creativa. Los conservatorios tienen mucho que mejorar».

El abandono político

Es el asunto que más une a los cuatro músicos invitados por LAS PROVINCIAS para hablar del sector. No demandan ayudas, sino legislación. «No queremos limosnas, queremos que se regule nuestro trabajo como es debido», argumenta Juan Belda. Los músicos en España carecen de protección legal. ESTHER interpela directamente a los políticos: «Necesitamos un estatuto que nos proteja. Siempre estamos luchando contra la precariedad, y eso no puede ser. O estás permanentemente activa o desapareces, y dará igual porque al instante aparecerá otro artista que te sustituya, porque artistas hay hasta debajo de las piedras», sentencia.

«En España se piensan que todo lo artístico es un hobbie», dice JazzWoman. «Exacto –le responde Juan Belda–. Nos quedamos siempre en la parte de las emociones y los sentimientos. Pero no, joder, esto es un trabajo». Belda explica que nuestro país carece de industria musical a nivel profesional, lo que impide que haya músicos, digamos, de clase media. Gente que se dedique a tocar y viva de ello sin excesos, como ocurre en cualquier otro sector productivo y como es el caso de la música en otros países de Europa. Belda incluso propone medidas concretas: «Si las Fallas estuvieran obligadas a contratar a un grupo o banda local, solo empezando por ahí, la situación ya cambiaría mucho. En Cataluña esto se hace un montón, hay artistas que viven de ello. Pero aquí no hay políticas».

Olga Moliner Oboísta

«El mundo de la música clásica te dice siempre que no vales y que no hay plazas para ti. Es demasiado perfeccionista»

¿El resultado? La fuga de talento. Lo explica Olga Moliner: «Toda Europa está plagada de músicos españoles». Y este fenómeno es especialmente grave en lo referente a músicos valencianos, pues la Comunitat tiene una cultura de músicos de banda y sociedades musicales especialmente amplia. De hecho, hay una tendencia muy acusada por parte de los grupos de música de abandonar por puro agotamiento (como es el caso de Smoking Souls y Zoo) o, en caso de triunfar, una tendencia de marcharse a Madrid o Barcelona.

El futuro de la música

Hay dos claves fundamentales en cómo ven los artistas el futuro de la música: a nivel estilístico, piensan que se ahondará todavía más en la fusión de géneros. A nivel profesional, no creen que el problema se vaya a solucionar.

De hecho, los cuatro invitados de LAS PROVINCIAS asumen que tendrán que seguir sacándose las castañas del fuego ellos solitos y con todo en contra, como hasta ahora. «No deberíamos habernos acostumbrado a esto, pero en diez o veinte años todo seguirá igual», sentencia Juan Belda.

También hablan de la renuncia que supondrá ser músico en un futuro próximo. Ahora mismo los cuatro son jóvenes y no tienen mayores cargas que ganarse el pan cada mes. Pero dentro de unos años surgirán dilemas «como el de ser madre», dice Olga Moliner, ante los que tendrán que hacer una renuncia. «Vivo sin pensarlo mucho, creo que es mejor así», dice.

En cuanto al plano estilístico, concretan sobre el futuro de los géneros: el pop, vaticina ESTHER, «se adaptará más a la demanda colectiva». Tiene miedo de que el género se haga todavía más efímero de lo que ya es: «Creo que los artistas también tenemos la responsabilidad de no acostumbrar al público a tener una nueva canción cada tres semanas», indica. Y JazzWoman considera que el hip hop seguirá siendo igual de combativo.

JazzWoman Rapera

«En el rap no puedes inventar, tienes que contar la realidad. Si no plasmas tus vivencias tal y como son, eres un 'feca'»

La pasión

La pasión es lo que más suele mover a los músicos. Y no es diferente en el caso de Olga, ESTHER, JazzWoman y Juan. No obstante, hablan de su pasión con matices, pues están hartos de que el sistema trate su oficio como un hobbie. Con todo, al hablar de sus pretensiones en el mundo de la música se les ilumina la cara más que para responder cualquier otra de las cuestiones. Olga Moliner dice que quiere «crear belleza y lanzar mensajes». Concreta esta idea: «No quiero hacer música para la masa, sino para la multitud, que es distinto. Es tan importante que se transmitan los mensajes de los grandes compositores a la sociedad… Putin debería escuchar la Novena Sinfonía de Beethoven. Verías cómo baja las humos. No hay más que ver las caras de la gente al interpretarla».

JazzWoman asegura que sería «incapaz de vivir sin la música». Desea seguir plasmando sus vivencias sobre el verso y, sobre todo, desea seguir haciendo música combativa: «Luchar contra el machismo, defender el valenciano y dar voz a los trabajadores. Eso es lo que quiero, luchar contra las injusticias desde la música», dice.

ESTHER, por su parte, cuenta que empezó su carrera sin la intención de transmitir un mensaje concreto. Al preguntarle sobre sus intenciones a la hora de componer, duda: «Yo no me posiciono muy explícitamente en mi música, pese a que sí lo hago en el resto de ámbitos de mi vida. Escribo de las cosas que me pasan porque son lo único en lo que me considero experta». Y ella también reivindica la música en valenciano: «Escribo música en valenciano porque es la música que a mí me hubiera gustado escuchar de pequeña».

Juan Belda dice que no siente la necesidad de abanderar causas con su música. Más bien, su intención es plasmar a la sociedad de hoy sin entrar en una lucha o reivindicación concreta.

Todos ellos, eso sí, están de acuerdo en que la música es la mejor forma de autoterapia que han encontrado en la vida. Les ayuda a sanar heridas y es el centro de sus alegrías.

Esa pasión que les mueve choca de lleno con unas cifras bastante desalentadoras extraídas del informe 'La situación profesional y laboral de los músicos y músicas en España' de la SGAE.

Para empezar, el 90% de los músicos españoles tienen ingresos inferiores al salario mínimo. A su vez, uno de cada tres cobra menos de 100 euros por bolo y el 35% trabaja sin contrato laboral ni de prestación de servicios. Y de todos ellos, seis de cada diez se ven obligados a compaginar la música con uno o dos trabajos distintos.

Esta realidad provoca que el 98% de los músicos acabe abandonando el sector para dedicarse a otra cosa, fundamentalmente, por lo precarios que son los escenarios.

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