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José Luis Benlloch
VALENCIA
Domingo, 16 de abril 2023, 01:42
Nek Romero es el último alumbramiento torero de la tierra. Llegado de lo más profundo del toreo patrio, de Algemesí nada menos, se ha convertido ... en la gran esperanza. A todos nos gustaría que no fuese el último, como mucho el penúltimo. Le ha bastado una tarde, en realidad dos, en la capital taurina de la Ribera Alta en su debut con picadores y en Valencia la tarde de su presentación, para poner en estado de ilusionada alerta a la afición. No debe extrañar, no hay mejor estimulante para un aficionado que la aparición de un nuevo valor. Es el caso. Nek tiene valor o eso detectan cuantos lo ven por vez primera. Tiene su aquel, que es lo que distingue a los buenos toreros de los ciudadanos de a pie teniendo en cuenta que no se puede ser buen torero desde la corrección ordinaria. Y en esas estamos, este Nek tiene valor y tiene su aquel personal, luego que todo ello sea suficiente para echar raíces entre la grey ferial es otro cantar, eso precisará de la prueba del tiempo, de la persistencia, de la capacidad de levantarse cuando vengan mal dadas, que vendrán. Ahora necesita que le pongan en el camino y en ello se está también. Santiago López, matador y apoderado de buen ojo, ha decidido salir del estado de reposo que había elegido últimamente y ponerse del lado de Nek dispuesto a abrirle caminos y ofertarle consejo y experiencia, lo imprescindible para poder mostrar el valor y el aquel que le hace diferente. Y no va a ser el único, el maestro granadino-valenciano contará con el apoyo, a eso en el toreo se le llama formar collera, con Juan Ruiz Junior que tras la retirada de Ponce debe andar más pendiente que nunca a la caza de un nuevo talento y por qué, hay que preguntarse, no puede ser este Nek.
Uno de los primeros encuentros Nek-López ha tenido lugar esta semana en la finca de La Fonteta, en el término de Sant Mateu, a unos 60 kilómetros al norte de Castellón, donde pasta la ganadería de Aida Jovani, la hija de Pedro, el tipo que allá por el año 2000 se metió entre ceja y ceja la quimera de criar toros bravos en su tierra. Treinta hectáreas de planicie y sotobosque repartidas entre una zona de olivos y otra más llana y húmeda, generan buenos pastos y cuando faltan, que faltan, es Pedro quien se estruja cartera y magín para proporcionarles el alimento. Luego cuando ves el hato de vacas no es difícil adivinar los orígenes de la simiente, Guateles y Jandilla a los que últimamente ha añadido sementales de Garcigrande, así que, aunque el bravo no es ciencia exacta hay aceptar que hay mimbres para hacer buenos cestos. Valencia, Bocairent, Castellón, Alicante entre otras plazas apreciaron el buen juego de sus novillos en las últimas temporadas.
Para la ocasión encerró dos ejemplares de pelo burraco, para que no hubiese dudas del origen guateles, una vaca utrera y un novillo camino de los cuatro años. Ambos de serio comportamiento y abundante nobleza, no regalaron nada ni tampoco negaron sus embestidas con los que Nek alimentó las ilusiones de los numerosos aficionados que acudieron a la cita, desde Juan Miguel Torres, Ventura y Vicente Castelló Planchao, a Luis Blázquez, Puchano y Luis González que le auxiliaron en la lidia y naturalmente a Santiago López, que le augura una buena temporada con Casas Ibáñez y Valencia como estaciones inmediatas.
Sereno, puesto, quieto, eso es clave, derecho y despejado. Esa fue la impresión que dio en todo momento Nek, que le confesaba a José Ignacio Galcerá sus buenas sensaciones: «Disfruté mucho en Valencia y cuando uno disfruta, el público lo hace también. Fue un día soñado. Y yo estoy aquí para soñar y hacer soñar. Quitando la pesadilla de la espada, lo demás salió perfecto». Nada que no se pueda corregir con trabajo y dedicación. Soñemos pues.
El esperado Domingo de Resurrección maestrante 2023, ya saben, toros y tele en Sevilla, expectación máxima, papel acabado, el universo toro sentado ante la tele, fue como abrir la caja de Pandora. Todos los males, unos solucionables, otros asumibles, otros crónicos, se enseñorearon de redes y tertulias. Una vez más, corrida de expectación… pues eso. Eran las seis y las siete y las ocho y el dios del pesimismo echaba fuego, la conexión era una quimera, ni estaba ni había señales de que pudiesen estar ni había experto que te diese esperanzas. ¡No se ve! rabiaban las redes. Mal propio de la improvisación y de unas prisas groseras sobre todo si con anterioridad te han hablado de la génesis alemana del nuevo proyecto o de la experiencia USA de los empresarios o te han presentado a múltiples ceos y usado terminología de lo más vanguardista en los power point y el que no lo entienda es un cateto desubicado en el tiempo.
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