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Jordi Llobregat, Ramón Palomar, Carmen Velasco, Xema Millán y Javier Martínez durante el encuentro del Otoño Literario IRENE MARSILLA

La novela negra se nutre del periodismo

Los escritores Jordi Llobregat y Ramón Palomar, y los reporteros Xema Millán y Javier Martínez destacan que los dos géneros se complementan para satisfacer a públicos distintos

Laura Garcés

Valencia

Viernes, 22 de octubre 2021, 22:49

El Otoño Literario, iniciativa impulsada por LAS PROVINCIAS para dar voz a las letras y a quienes en ellas invierten sus esfuerzos, avanza en el camino. El tramo recorrido esta semana adentró a los peregrinos del arte y el oficio del negro sobre blanco en el lado más oscuro de la literatura y el periodismo, que es el mismo que conduce hasta la sordidez de la sociedad. En esta ocasión el Otoño Literario se ha vestido de negro siguiendo los cánones de dos géneros tan sugerentes como son la novela negra y la crónica de sucesos de los diarios e informativos televisivos.

Moderados por Carmen Velasco, jefa de Culturas de LAS PROVINCIAS, en torno a la literaria y negra mesa otoñal se citaron Jordi Llobregat, autor de las novelas 'No hay luz bajo la nieve' y 'El secreto de Vesalio', además de director del festival VLC Negra y Torrent Histórica; Ramón Palomar, columnista en las páginas de Opinión de LAS PROVINCIAS y conduce el programa de radio Abierto a mediodía en Plaza Radio. Además, es autor de las novelas 'La gallera' y '60 kilos'; Xema Millán, periodista de sucesos de À Punt y Javier Martínez, redactor de crónica negra en estas páginas.

¿Quién cuenta mejor el lado oscuro de la vida, el periodismo o la novela?¿Comparten lectores las páginas de actualidad y las de una novela?¿Todos los sucesos que cuentan los reporteros ofrecen la verosimilitud necesaria para convertirse en pasto de la literatura?

Las respuestas ofrecieron un retrato de los géneros que explicó que la novela bebe en las fuentes de la crónica diaria. Sin embargo «no necesariamente comparten público». Hay matices para una y otra. Mientras la crónica lleva impresa la premura, la novela transmite reflexión. Además, el periodista cuenta los hechos y el novelista se pregunta la razón de los mismos. «El escritor busca el lado humano de la historia, el por qué», afirmó Llobregat.

A juzgar por las afirmaciones de los participantes, no puede decirse que hubo ganadores en la timba. Aunque, eso sí, con los matices ya apuntados. Entre el periodismo y la novela «hay un trasvase muy fluido». Abrió fuego Ramón Palomar para destacar que la crónica de los periódicos es sin duda «una gran fuente para la novela. Hay periodistas de crónica negra con artículos de gran calidad literaria». Títulos de novelas de renombre han partido de hechos reales a los que el autor ha añadido sus invenciones «inyectándoles literatura», destacó.

Xema Millán abundó en el concepto de esa combinación: «En la realidad hay tanto, que ya no se necesita ficcionar». ¿Es entonces cierto aquello de que la realidad siempre supera a la ficción? Hubo confesión de parte, en este caso desde el lado de la literatura, cuando tanto Jordi Llobregat como Palomar reconocieron que no faltan los ejemplos de hechos narrados por los periodistas que no pueden siquiera ficcionarse porque siendo reales el lector puede no llegar a creérselos.

El autor de 'No hay luz bajo la nieve' incidió en la relación apuntando un matiz al recordar que no faltan en el sector literario opiniones que apuntan en la dirección de que «la ficción es la mejor forma de contar la verdad», algo que a juicio del escritor depende de cómo se cuenta: «A veces ocurre que a través de la ficción un acontecimiento impacta más que cuando aparece en los medios».

No sólo el mensaje que se transmite, ya sea bajo uno u otro registro, ocupó la conversación. También la trastienda del mismo, cómo se trabaja para transmitirlo, salió a la luz. Javier Martínez apuntó que los «novelistas profundizan más, disponen de más información.Los periodistas somos más superficiales, incluso frívolos. La novela profundiza más en la maldad», sobre todo en los primeros pasos de las investigaciones de los crímenes que se van a contar. «La premura, y las limitaciones de espacio o de tiempo», –en función del medio– explican a juicio de Xema Millán esa diferente manera de contar.

En ese punto es donde nace el añadido literario apuntado por Llobregat al introducir que la mirada del novelista busca «profundizar en la condición humana. ¿Por qué lo hizo? El periodista relata los hechos y entonces surge una nueva pregunta: ¿podría yo hacer eso? Esta es una de las cuestiones que nos mueve a escribir». Y esa diferencia encuentra su origen en que no todos los funestos acontecimientos que sacuden a la opinión pública prácticamente a diario sirven para la novela. Tiene que cumplir unos criterios de verosimilitud que sean capaces de llegar al lector. Los hay que atraen en prensa, pero no son útiles para la novela. Se deslizó en la mesa el conocido como caso Maje, suceso que conmocionó a la sociedad atrayendo numerosos seguidores a su crónica, pero que tal vez en el territorio de la literatura no funcionara por responder a un crimen que responde a unos cánones manidos, a «un clásico», apuntó Palomar, ya explotado por la literatura e incluso por el cine.

Pero la novela disfruta de una libertad a la que el periodismo por exigencias de la profesión tiene vedado el acceso. El redactor de un medio no crea, sólo cuenta. Y en esa bifurcación del camino se descubre que «el lector es diferente, el que va a leer una noticia tiene una posición distinta de la de quien acude a la novela. En ese sentido nosotros salimos ganadores porque cuando un lector llega a tu novela ya es tuyo, tienes un espectador muy pendiente. Mientras que la prensa se lee en diagonal. El trabajo del periodismo es más difícil para llegar al lector», apuntó Llobregat.

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Palomar puntualizó: «Hay una parte que comparte porque la condición humana es muy morbosa», palabras a las que se sumó el autor de 'No hay luz bajo la nieve' al decir «claro», si bien recalcó que con el público sucede algo tan curioso como que «llevan bajo el brazo una novela negra y no lo saben. El lector lo que busca es una buena historia y no tienen el concepto de que lo que están leyendo es novela negra».

La conversación siguió adelante por la ruta que llevó a sus contertulios a hablar de otro de los elementos que también une la tardea del cronista y el escritor: el malo que vive en la clandestinidad y que, como relató Xema Millán «cuando lleva un tiempo en la clandestinidad tiene la necesidad de contarlo». Una nueva bifurcación en la que se encuentran el periodismo y la novela, cada uno en su registro.

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