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Román y Borja, dos rebeldes, dos resilientes, en la arena y en la vida, toreros de corazón abierto y pulso firme frente al toro y frente al sistema, serán los protagonistas del Aula LAS PROVINCIAS (Terraza hotel Only YOU, día 24, 12:30 horas, entrada libre hasta completar el aforo). Con estilos y formas diferentes, los dos recorren el camino más directo a la conquista de una obsesión, el triunfo. Lo hacen al precio que sea. Si hay que poner la juventud como moneda de cambio, se pone, ya la han puesto; si se trata de la propia vida, se pone, ya la han puesto; si hay que imponerse al dolor de la desconsideración social, lo imponen, que para algo son toreros y el karma político social del momento lo hace obligado. En realidad, no hay nada que les apee de su objetivo, el triunfo en la plaza, en la vida, en la sociedad y si todo va bien en las finanzas, que es objetivo nada desdeñable que puede acabar de endulzar tanta exigencia. Ellos, Román y Borja Jiménez, brazo armado del toreo actual, serán los protagonistas en la convocatoria de la ya clásica Aula LAS PROVINCIAS, la sesión que se entiende como el clarinazo que avisa del arranque de la temporada en la capital.
Son gente brava, de brazo fuerte y pies firmes, los dos. Adalides por su forma de hacer frente al toro de una de las cualidades irrenunciables del toreo, la emoción. O hay emoción o no es toreo y con ellos frente al toro mandan las emociones. Uno va a la plaza, sean conscientes de ello o no, permítanme que se lo recuerde, uno va a plaza a emocionarse, algunas veces se utiliza el término divertirse, está bien, es mejor divertirse que aburrirse, pero no tiene el mismo rango, uno se divierte en muchos sitios, incluido en el cine donde tan fácilmente comparece la muerte (ficticia, claro, esa es la diferencia) pero uno se emociona en no tantos escenarios y la plaza es uno de ellos, el circulo mágico que delimita las emociones más auténticas.
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José Luis Benlloch
Ellos, Román y Borja, en sus tauromaquias o modo de hacer el toreo, han elegido el camino de la épica, el del riesgo evidente. Con ellos, sentado en la plaza, tienes la sensación de que aquel hombre, el torero que estás viendo, se está jugando la vida, está haciendo algo que nosotros en realidad el común de los mortales, no somos capaces de hacer. Ambos se la juegan desnudos de alharacas y con continuidad, no hay descanso ni licencias, lo plantean todos los días y en todo momento en un sentido de la responsabilidad ejemplarizante. Con ellos el toreo surge como lección de vida. Su toreo y su consiguiente éxito llega envuelto en valores de lo más necesarios para la sociedad: esfuerzo, entrega, persistencia, corazón, ambición, responsabilidad, honradez… todo un decálogo de conducta para los jóvenes de hoy día y lo hacen a riesgo de la propia vida. Ese es el matiz que los autentifica y los hace más grandes, el riesgo o pese al riesgo. Son las luces de una obsesión a la caza del triunfo.
Están anunciados en Valencia el día 19, San José, cerrando feria, en la fórmula de mano a mano, la competencia la llevan en el alma, en un festejo que acumula valores y sentimientos homenajeando a los damnificados por la dana. Para ese día, Espacios Nautalia 360 ha entregado a la Diputación tres mil quinientas entradas para que se repartan gratuitamente entre los aficionados de las zonas afectadas. Antes los diestros, en un descanso de su puesta a punto acudirán al Aula LAS PROVINCIAS, el 24, para compartir impresiones con los aficionados, es el día que se levanta el telón taurino de las Fallas y los valientes nunca faltan.
La tercera pata del banco, el elemento imprescindible, es el toro. Para la ocasión se ha contado con un hierro singular, una corrida de La Quinta, la versión 2.0 de los célebres santacolomas que ha recuperado la familia Martínez Conradi, en este caso en un ejercicio de resiliencia ganadera frente al universo imperante de los domecq. Los tantas veces añorados cárdenos que exigía Paco Camino y tantas y tantas tertulias han llenado de nostalgia, han recuperado virtudes y vigencia conservando su esencia: guapura en las hechuras, listeza en el comportamiento, exigencia ante los lidiadores, nadie se puede equivocar ante ellos, y variedad, ya se sabe, nada hay más dulce que un santacoloma a riesgo de que a su encuentro te des de bruces con otro con todo el picante que no quisiera imaginar un torero, ese es su encanto, para el aficionado, claro.
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Los responsables de este rescate genético son los componentes de la familia Martínez Conradi que debutará en las corridas falleras. Álvaro, el mayor de los hermanos, hombre de ciencia y campo, acude a hablar de toros, fundamentalmente de sus toros, al Aula LAS PROVINCIAS en cuyas páginas ya declaró que en la familia afrontan el compromiso de Valencia conscientes de ser la bandera del encaste, en realidad el reverdecimiento de una parte noble de la mejor historia del toreo y niega que sus toros exijan de especialistas salvo que como especialistas se entienda de buenos toreros en una sentencia con toda la carga del mundo.
Tanto Román como Borja, que fueron novilleros punteros, tras la alternativa han tenido que levantar sus carreras a pulso, culminándolas, si hay que buscar un punto de referencia, con éxitos rotundos en Madrid, donde ya saben los dos lo que es abrir la puerta grande. El valenciano, que se doctoró en la Feria de Pentecostés de Nimes en 2014, tocó fondo en la campaña siguiente en la que solo pudo torear una corrida y desde entonces, sin protecciones empresariales, solo ha hecho que crecer y crecer, habiendo cumplido este último año su décimo aniversario como matador de alternativa con triunfos tan sonados como el alcanzado las pasadas Fallas en las que estoqueó seis toros como único espada, saliendo en hombros en la pasada Feria de Julio en la que indultó el toro Escondido de Santiago Domecq.
Por su parte, el sevillano, que cubre estos días su campaña mejicana, acaba de cumplir igualmente su temporada más relevante, surgido de la zona más oscura, llegó a prácticamente no torear ningún festejo durante varias temporadas; ha sumado este año 42 corridas, ha cortado 74 orejas y 2 rabos, pero siendo importantes los números aún lo son más los triunfos en plazas de la relevancia de Sevilla, Valencia, Madrid, Pamplona, Bilbao, Albacete o Salamanca.
En búsqueda de titulares con gancho y sin ánimo de frivolizar, cabría decir que este Borja triunfante es hijo de la pandemia y tiene su argumento. Orillado en el más duro ostracismo cuando llegó el confinamiento, se pudo pensar que era su fin, pero fue todo lo contrario. Cuando ya se pudo comenzar a tentar comenzó a correrse la voz entre los ganaderos que Borja estaba evolucionando mucho, que estaba sacando el concepto que se le intuía y no aparecía y además tentaba, disciplina que no todos dominan, como pocos. Aquello fue un fenómeno que se transmitió boca a boca. No cejó en su empeño, le llamaban los ganaderos de todos lados, mataba toros, los lucía, apareció su apoderado Julián Guerra y ya todo fue una ascensión de feria en feria. Era, es, la justicia del toro, que a veces tarda, pero siempre suele manifestarse. Los dos, Román y Borja, lo pueden atestiguar.
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