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Martes, 7 de agosto 2018, 01:03
La mayoría de público, frecuente festivales de música o no, ya sabe de qué va el asunto. En la Comunitat Valenciana, el panorama festivalero destaca por artistas internacionales y fiesta interminable, playa (a veces) y sol. Mucho sol.
TAMARA VILLENAPero las altas temperaturas no impiden que el público acuda en masa a disfrutar de carteles donde lo local comparte espacio con las figuras más detacadas a nivel mundial. En la imagen, Bad Gyal baila durante su actuación en el Arenal Sound.
TAMARA VILLENAY tampoco eximen, claro, que los profesionales del evento se pongan manos a la obra para que todo salga perfecto. Más allá de la música, los 'instastories' y el cerveceo, este tipo de concentraciones musicales requieren todo un equipo detrás para que el artista logre brillar ante su público. Una parte tan fundamental como interesante, que nunca se suele ver ni tener en cuenta.
TAMARA VILLENAFotógrafos, cámaras y técnicos hacen posible que miles de jóvenes disfruten, año tras año, de eventos como el Arenal Sound, FIB o Medusa bajo la luz de decenas de focos que ambientan un entorno planeado al milímetro.
TAMARA VILLENAPorque en estos conciertos no se deja nada al azar. Las actuaciones son fruto de una cronometración tan medida que lo calculado parece fluir por si solo. Un esfuerzo de producción donde el objetivo es simular la ausencia de la misma.
TAMARA VILLENAEl público se concentra en la música, en el artista, se pierde en la sucesión de planos que muestran pantallas enormes y vive el momento como si lo único que hubiese encima del escenario fuese su ídolo.
TAMARA VILLENANada que ver con la realidad, claro. En el escenario -y bajo él- hay decenas de personas trabajando para que todo salga perfecto, un submundo que pasa desapercibido y que vive el festival desde otro punto de vista. Como suele decirse: luces, cámara y acción.
TAMARA VILLENALos que hayan tenido la suerte de vivir un concierto en primera fila, habrán comprobado de cerca el otro lado del asunto. Una fila de personas con cámaras y objetivos que tratan de hacer fotos al artista mientras actúa, siguiendo sus movimientos y buscando la mejor instantánea a contrarreloj.
TAMARA VILLENAPorque aunque muchos piensan que son unos afortunados por ver desde ahí el concierto, solo pueden disparar sus cámaras durante las tres primeras canciones de la actuación.
TAMARA VILLENATambién tienen que ajustarse al horario del festival: nada de entrar a hacer fotos cuando el concierto ya ha empezado. Si no estás, te lo pierdes.
TAMARA VILLENAEl entorno está lleno de pequeños detalles que marcan grandes diferencias. Focos de colores bañan al público de tonos rojos, azules y verdes, que se cambian y adaptan en función del espectáculo de cada artista. Unos optan por la simplicidad y dan fuerza a su actuación con destellos de luz blanca, otros prefieren sacar partido a las pantallas del fondo con proyecciones y algunos deciden emplearlo todo a la vez.
TAMARA VILLENAPero lo que nunca falla, ni dentro ni fuera del escenario, son las cámaras. Aunque no suelen ser visibiles desde la zona del público, están colocadas estratégicanente para captar los mejores planos del artista y transmitirlos por las pantallas situadas a cada lado de la plataforma. Son fundamentales para que hasta el más alejado (o miope) pueda ver el concierto sin perder detalle.
TAMARA VILLENALa óptica cambia bastante por dentro. Si desde fuera se ve al artista diminuto y agobia la muchedumbre, desde arriba la experiencia está, desde luego, alejada de lo indiferente.
TAMARA VILLENATelas negras funcionan como telón, sujetadas bajo pesados cajones metálicos para que el viento no destape nada de lo que hay detrás. Una práctica manera de focalizar la atención del público en el artista y de mantener esa magia festivalera de la que se encarga la producción.
TAMARA VILLENALas estrellas esperan detrás del 'telón' para hacer su entrada triunfal ante las miles de personas que aguardan, con carteles, pancartas y cerveza en mano, a cantar a pleno pulmón sus canciones favoritas.
TAMARA VILLENALos gritos invaden el escenario mientras los cámaras se van moviendo sobre el mismo para conseguir el mejor plano, de los artistas y también del público.
TAMARA VILLENAPequeños puntitos de colores son todo lo que se ve desde arriba, una marea cambiante que llega más o menos lejos según concierto y artista. Este punto de vista no deja lugar a dudas sobre cuáles son las canciones más exitosas, en las que se multiplican los brazos alzados al aire y los decibelios en los gritos de emoción.
TAMARA VILLENAAunque desde abajo parezca imposible, banderas y carteles se leen perfectamenre desde arriba del escenario, donde los artistas pueden percibir a la perfección las preferencias del público.
TAMARA VILLENALos cables también invaden el escenario, recorriendolo de parte a parte y enrollándose entre micrófonos y trípodes. Algunos de distintos colores, como rojo o azul, para diferenciar funcionalidades y facilitar visualmente el trabajo a los técnicos de imagen y sonido.
TAMARA VILLENAEstos profesionales no se ven, escondidos entre los andamios provisionales del escenario y ocultos entre los enormes cajones que transportan todo el material. Desde aquí, controlan que todo salga como toca, al tanto de cualquier fallo técnico que solucionar al instante.
TAMARA VILLENAAunque a veces, según los movimientos del artista o la coreografía, se exponen algo más de la cuenta y se dejan ver, la mayoría del púlico ni siquiera registra la presencia en el escenario de nadie más que la estrella.
TAMARA VILLENAEstrellas que, como todo mortal, pasan calor bajo el sol de la Terreta. Y más si, como Bad Gyal, las canciones vienen acompañadas de baile, twerk y desenfreno. Por eso, el agua no puede faltar sobre el escenario y los profesionales se encargan de que los artistas las tengan muy a mano. Las botellas se encuentran por todo el lugar: detras, en la mesa de mezclas o delante, junto a los altavoces.
TAMARA VILLENAY tras el escenario también, por supuesto. Los técnicos también se dejan cerca botellas para hidratarse durante el espectáculo, desperdigadas sobre cajones o cualquier tipo de superficie.
TAMARA VILLENALas cámaras y botellas de agua no son lo único que abunda ahí arriba. Micrófonos, montados ya con sus soportes, ocupan toda una parte del escenario, preparados para dar la nota en cualquier momento. Los hay de todo tipo y tamaños, para conseguir la cobertura o efecto más adecuado a cada artista.
TAMARA VILLENALas conexiones para los cables de sonido son tan imporantes como los propios altavoces, y los técnicos organizan las entradas con números escritos en permanente negro sobre cinta aislante, en este caso de color azul.
TAMARA VILLENALos profesionales soportan el peso de la cámara para poder prescindir del trípode y tener mayor libertad de movimiento sobre el escenario. Unidos a cables interminables, controlan constantemente los pasos del artista y regulan la toma de imagen para que sea lo más atractiva posible.
TAMARA VILLENAY para que los protagonistas puedan hacer su actuación, dos ventiladores reposan a un lado del escenario y esparcen agua sobre la parte del escenario donde están los cantantes y su equipo de baile. Una refescante y ligera bruma se encarga de alejar el calor para que puedan cantar, moverse y hacer sus coreografías sin morir en el intento.
TAMARA VILLENAMientras la música suena, la parte trasera del escenario es un ir y venir de seguridades, técnicos y del personal propio de los artistas, que controlan la actuación tras las telas. Los cajones son el elemento más repetido en esta zona, donde se pueden ver multitud de ellos repartidos por toda la plataforma, con usabilidades variadas que van desde sujeción en modo cortina hasta soporte de cervezas.
TAMARA VILLENAY también los hayde todo tipo y tamaño, amontonados tanto en la parte trasera del escenario como fuera de la misma, en un área del recinto de acceso reservado.
TAMARA VILLENAEl paso está muy vigilado y restringido, hasta para la prensa. El escenario y sus inmediaciones están controladas al extremo con responsables de seguridad en cada posible entrada, que comprueban que no se cuele nadie que no debiese estar ahí.
TAMARA VILLENAMaletines, cables y trozos de plataforma están repartidos por toda la zona. Puede parecer caótico para los ajenos al mundillo productivo, pero cada pieza está en el lugar idóneo para ser recogida velozmente en caso de necesidad.
TAMARA VILLENALa estructura del escenario es un andamio de barras metálicas donde se amontonan cientos de soportes y aguardan, entre cables y gritos, los responsables de imagen y sonido. Entre los diversos materiales que utilizan, también se encuentran las garrafas con el agua que lanzan los ventiladores a los artistas.
TAMARA VILLENAY también ventiladores para los propios técnicos, imprescindibles bajo el calor de sol, focos y otra serie de aparatos eléctricos.
TAMARA VILLENANo es un trabajo fácil ni con horarios cerrados, pero el tiempo es la motriz de su función. La producción se rige por una escaleta donde los minutos están calculados y establecidos y cualquier pequeño retraso o problema puede trastocar todo el trabajo posterior.
TAMARA VILLENAPor eso, se calcula al detalle la realización de cada canción, descanso y cambio de artista. Minuto a minuto, los técnicos trabajan en cadena para levantar el conjunto de un espectáculo que no es solo del cantante.
TAMARA VILLENAPilas y pilas de botellas de agua, neveras y estructuras metálicas es lo primero que se ve al adentrarse por la parte trasera del espectáculo, un confuso panorama menos anárquico de lo que parece y muy diferente a lo que desde el lado del publico se puede imaginar.
TAMARA VILLENAEn la zona, completamente acordonada, los cables reposan en medio del asfalto junto a tablas de madera o focos por colocar, mientras la música suena de fondo después de ensayos de sonido a primera hora de la tarde.
TAMARA VILLENALos artistas y el resto de trabajadores acceden al escenario por una rampa situada en la parte trasera, dentro de una zona reservada donde solo tiene acceso ocasional la prensa, para pasar al área de fotos situada justo debajo del escenario, y los responsables técnicos yde seguridad.
TAMARA VILLENAAjenos a todo este ajetreo, los asistentes se van congregando frente a la plataforma, móviles en mano, para disfrutar a gritos de un espectáculo que implica mucho más que la actuación de un artista.
TAMARA VILLENAPublicidad
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