Rafael Chirbes no se acaba nunca. Su legión de lectores fieles agradece cualquier texto del autor de Tavernes, incluso aquellos que no fueron escritos para ser publicados. Chirbes demostró su talento en novelas, ensayos, crítica literaria, traducciones y reseñas gastronómicas. Anagrama acaba de publicar ' ... Diarios. A ratos perdidos 1y 2', que se presentan hoy en Barcelona. Esta especie de memorias, que comprende distintos cuadernos desde el año 1984 hasta el año 2005, perfile un autorretrato lúcido del autor de 'Crematorio' y Premio Nacional de Narrativa, fallecido el 15 de agosto de 2015, desde múltiples prismas: autor, lector, viajero, comensal, etcétera. La vida íntima y la profesional se entrelazan en más de 450 páginas.
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Las múltiples experiencias de Chirbes están en unos diarios, cuyo primer tomo ha sido prologado por Marta Sanz y Fernando Valls. En ellos evoca su infancia en Dénia. Un ejemplo: "10 de agosto de 1995. Verano en Denia. Regreso al cabo de San Antonio, un lugar que, durante mi infancia, me parecía paradigma de la belleza (...) Por las tardes, se me saltan las lágrimas cada vez que veo las barcas de pesca que vuelven a puerto. Son mi niñez (...) Vistas desde la orilla, transmiten una alegría laborable, inocente: la de los marineros».
En sus diarios Chirbes exhibe honestidad y se muestra con la sinceridad que brinda la intimidad de estar ante uno mismo. «Encuentro con M. N., una pasión que duró cuarenta y ocho horas. Fue en vísperas de San José. Nos conocimos, y, ese mismo día, decidió acompañarme a Denia, a visitar a la familia, y, al día siguiente, se prestó a acompañarme a Madrid. En Madrid, tras un día y una noche incendiarios, me llama por teléfono a la oficina y me comunica que se vuelve a su casa, sin mediar ni una explicación. Yo me quedé jodido. Nos habíamos gustado tanto, nos habíamos reído y hablado y follado bien y vuelta a hablar y a reír (...) Le mandé un ramo de flores un par de días más tarde. El primero y último que le he mandado a un hombre en mi vida», escribe el 5 de junio de 1987.
Los diarios de Chirbes serán escrutados desde el ámbito literario. El autor de ‘En la orilla’ escribe: «Pérez-Reverte está convencido de que como novelista puede hacer lo que le salga de los cojones (por usar el lenguaje que le gusta) y le brinda al lector un descabellado recital de lenguaje macarra, lenguaje de corte ‘vallekano’, pura movida madrileña en boca de estos pobres hombres que tomaron sopas en el siglo XVIII». Sobre la novela ‘Cabo Trafalgar’, según recoge Europa Press, dice: «El artefacto va dirigido a un público de ideología tan confusa como la que mueve las hinchadas de los campos de fútbol. Otra obra que no fue del gusto de Chribes fue ‘El jinete polaco’, de Antonio Muñoz Molina, de la que considera que «tiene algo resbaladizo, además de ese afán suyo por exhibir un cosmopolitismo de pie forzado».
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Los buenos escritores son, además de observadores excepcionales, grandes lectores. Rafael Chirbes, que fue cinéfilo y gastrónomo, no fue la excepción. En 'Diarios' da cuenta de sus lecturas. La del 11 de febrero de 1997: «Releo 'Tirant lo Blanc. La vida entera entre las páginas de un libro. Además, la emoción de la lengua de mi infancia».
Un novelista no lee con la misma mirada que un lector común. «Leo a Chateaubriand: 'Mémoires d'outre-tombr', y a continuación vuelvo a Dostoievski: 'Los hermanos Karamázov'. Tomo infinidad de notas de ambos libros: me gusta guardar en los cuadernos páginas enteras de los libros que me interesan (...) Lo que me gustaría en realidad sería haberlos escrito yo», apunta el autor de 'La buena letra' y 'Mimoun'.
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