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CARMEN VELASCO
VALENCIA.
Viernes, 8 de diciembre 2017, 08:54
¿Se cree en la ópera como instrumento para hacer marca cultural? ¿Es el Palau de les Arts el objetivo a potenciar desde las políticas públicas tanto del Consell como del Ayuntamiento? En los datos y en las cifras está a menudo la respuesta. En la memoria de actividades del coliseo de 2016 se recoge que «la colaboración del Consistoro de Valencia se ha visto reducida en un 79,13% respecto a 2015, pasando de 239.000 a 50.000 euros».
Las cuentas locales no sostienen Les Arts, que se nutre de la financiación de la Conselleria de Cultura, que destina desde 2016 alrededor de 22 millones (22,8 millones para el próximo año). El descenso de la ayuda municipal desprende cierta falta de apoyo a una institución que, cuando los que hoy gobiernan pero antes estaban en la oposición, vinculaban a la élite. En cambio, el Ayuntamiento respaldó en 2017 la iniciativa 'Les Arts Volant', un tráiler que representa piezas líricas en plazas de la ciudad y pueblos de la provincia de Valencia de forma gratuita para los vecinos.
¿Cuántas veces ha ido el conseller Vicent Marzà a un estreno en Les Arts? No ha ido a todos, tampoco lo hizo su antecesora María José Català, pero sí tuvo una ausencia notable: faltó en el estreno nacional de 'La Traviata', de Verdi, la pieza que contó con los diseños de Valentino y la dirección de escena de Sofia Coppola. Fue un evento de efecto mediático, con alfombra roja, con invitados VIP (como Monica Belucci) y al que no faltó la Reina Doña Sofía, a quien acompañó el president Ximo Puig. ¿Dónde estaba Marzà? En la presentación de libro de la falla Plaça Malva 'Tro d'Avís' en Alzira. Es cuestión de preferencias. Tampoco vino el ministro de Cultura, Íñigo Méndez de Vigo, que sólo ha ido a Les Arts durante la entrega de unos premios de una revista de moda.
La ausencia de personalidades del Consell, como el titular del departamento de Campanar, en producciones de nivel, que permiten potenciar la internacionalización de la programación lírica de Les Arts, evidencia la falta de apuesta de Cultura por la ópera y por Les Arts. No es la única y, a tenor de las palabras de Davide Livermore, el exintendente del coliseo, y del secretario autonómico de Cultura, Albert Girona, el futuro del auditorio no será como el proyecto que hoy se conoce. Al margen de que el regista turinés alerte del riesgo de desmantelar el coliseo y de que Girona apueste por «abrirlo a una mayor participación de la sociedad y del sector artístico valenciano», el eje de Les Arts fue, en su origen, la Orquesta de la Comunitat.
Se eligieron a los mejores para sacar adelante la formación musical: Lorin Maazel y Zubin Mehta. Se fijó Les Arts como prioridad de la política cultural y se destinaron millones a tal cometido. Se elegió a Helga Schmidt como intendente, que artísticamente situó el teatro en la élite de los auditorios de primera calidad, aunque ahora está a punto de ser juzgada por los presuntos delitos de malversación, prevaricación y falsedad documental.
¿Y ahora? Tras las marcha de las grandes batutas, sobre todo desde Mehta (junio 2014), el coliseo dejó de ser foco de atracción para los intérpretes de la formación. En 2015, el fichaje, a cargo de Livermore, de Fabio Biondi, Roberto Abbado y Ramón Tebar para la Orquesta de la Comunitat, tampoco insufló un nuevo impulso. Desde 2016, una veintena de músicos de Les Arts han solicitado su excedencia (Holanda, Alemania, Bélgica, Suiza, Estados Unidos, etc), Cultura no sólo ha frenado las salidas sino que tampoco ha reforzado a la formación. Lo dijo Livermore en su despedida y lo ratifican desde la orquesta: la plantilla está incompleta. La orquesta nació con 90, pero ahora la formación ronda los 70. El exintendente apuntó a que está cubierto el puesto clave de concertino y que la secretaría técncia de la orquesta (ha salido dos veces a convocatoria) está desierta porque Cultura «no ofrece condiciones económica de mercado». Tampoco resolvía la falta de trabajadores, después del ERE, para los espectáculos: «De las 58 soliciutades de contratación temporal de personal, (la Generalitat) sólo ha contestado a 14», recordó el exintendente.
En la falta de voluntad de Cultura por agilizar las cuestiones relativas a Les Arts, está el contrato de Livermore, elegido por Català tras la destitución de Schmidt. Marzà lo mantuvo con el mismo contrato, que la Sindicatura de Cuentas consideró incompatible con un cargo público de la Generalitat. Según el auditor, Livermore no puede ser intendente del coliseo y realizar trabajos como director de escena para otros teatros. Él nunca renunció a sus dos facetas ni quiso hacerlo. Cultura no resolvió el contrato. En dos años la conselleria, pese al informe de intervención, no buscó una solución, ¿por qué? Quizá la conselleria no tuviera voluntad de crear un acuerdo laboral diferente y forzar así a Livermore para que, o bien, renunciara a Les Arts, o bien, rechazara los trabajos en otros teatros. Livermore no dio su brazo a torcer. Presentó dos veces su dimisión. No fue aceptada. En la tercera, la del pasado viernes, no hubo marcha atrás porque mientras Cultura no resolvía la situación contractual de Livermore sí avanzaba en la creación de la dirección artística a través de un concurso público, una situación que supone una falta de respaldo al proyecto de Livermore. El intendente dijo en LAS PROVINCIAS que no se presentaría al concurso porque, a su juicio, son parapetos.
Livermore lanzó una pregunta: «¿Se quiere un teatro de ópera público? Porque el edificio puede quedarse como una concha muy bonita con producciones de alquiler, pero ¿qué va a aportar a la sociedad?». Algunos ejemplos para tratar de responder a estas cuestiones. Los ingresos por alquileres de espacio suben mientras los de patrocinadores están bajo mínimos. Se ha duplicado el alquiler de salas para conciertos (música pop, melódica y rock), y el arrendamiento de espacios (de 530.230 euros de 2016 frente a 409.203 euros de 2015). ¿Les Arts está disponible para todo tipo de espectáculos? El primer musical que recayó en el coliseo fue 'Los miserables' en 2014; 'Dirty Dancing', como avanzó LAS PROVINCIAS, hará lo propio en abrirl y mayo de 2018. Y, por primera vez, se celebrará una cena de nochevieja, servida por Gourmet Catering Espacios en el espacio Los Toros. Será para 200 personas y el menú cuesta 195 euros (135 euros, adolescentes y 80 euros, niños).
A partir de la marcha de Livermero, ¿qué? Pues hay vacío de poder. Está Francisco Potenciano, como responsable económico, pero no hay una persona designada por Cultura para resolver las cuestiones artísticas del día a día. Esta ausencia de mando, a 24 horas de que se alce la programación con 'Don Carlo', no se sabe si se solventará o se mantendrá así hasta que se haya elegido nueva dirección artística.
El coliseo valenciano arranca la temporada sin capitán y con un rumbo por definir. Cultura dice tener una nueva estructura para su funcionamiento, pero no se sabe cuándo se aplicará ni qué personas la asumirán. Les Arts, en otra época primera nave de la política política, se adentra en una etapa en la que será una institución pública, tutaleda por un director general (nombrado por Cultura) y un programador, que se elegirá por concurso público. Aún se tardará al menos seis meses en despejar dudas.
Pese a que Livermore puso su cargo a disposición de Marzà y el contrato del intendente era incompatible, Cultura no sólo no previó la crisis sino que carece de respuesta a corto plazo para gestionarla. No sucedió lo mismo con el relevo en el Consorcio de Museos y el Institut Valencià de Cultura. No hubo ese vacío de poder. Hasta que no se resolviéron los concuros públicos, continuaron al frente los gestores culturales elegidos durante el gobierno de PP. Otra señal de la falta de apuesta por Les Arts.
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