La escritora Paloma Sánchez-Garnica, ganadora del Premio Planeta, en LAS PROVINCIAS. Irene Marsilla

Paloma Sánchez-Garnica: «La actual cultura de la cancelación es una caza de brujas encubierta»

La ganadora del Premio Planeta por su novela 'Victoria' asegura en Valencia que entre los muros que nos quedan por derribar se encuentra el del «miedo a lo diferente» I La autora cuestiona el «esnobismo de los críticos que determinan qué es y qué no alta literatura»

Laura Garcés

Valencia

Martes, 10 de diciembre 2024, 01:21

La escritora Paloma Sánchez-Garnica se ha alzado con el Premio Planeta 2024 con su novela 'Victoria'. La obra, repleta de grandes temas en torno a la Guerra Mundial, ofrece una gran historia. Es un relato de coraje, de amor, de dolor, de chantajes... De ... muchas emociones consustanciales a la condición humana y que a todos pueden llamar. Es un libro en el que además de mostrarnos a unos personajes de altura literaria nos adentra en apasionantes momentos de la reciente historia de Europa, de la Europa de la que nació la que hoy somos. 'Victoria' es una novela de premio de la que hoy su autora habla con LAS PROVINCIAS estableciendo paralelismos entre aquellos tiempos de la posguerra, la Guerra Fría y la actualidad.

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-¿Qué quiere trasladar a los lectores con su novela. 'Victoria'?

-Ahondo en temas universales que reflejan lo mejor y lo peor de la condición humana. Quiero que el lector pueda verse reflejado en alguno de los personajes o en alguna de las situaciones. Todos los seres humanos odiamos, amamos, traicionamos, aspiramos a ser virtuosos y nos dejamos arrollar por nuestras propias pasiones. Eso es lo que se encuentra en todas las novelas

-¿Por qué la Segunda Guerra Mundial tiene tanta fuerza literaria?

-La Segunda Guerra Mundial antes y en sus consecuencias, precisamente las consecuencias es lo que somos y concretamente Europa Occidental que surgió de la Guerra Mundial y de la Guerra Fría, de lo que trata 'Victoria', cómo se fragua el enfrentamiento entre los dos enemigos que se unieron para acabar con el nazismo y luego se enfrentaron en una pugna por una hegemonía por Europa, y en el centro estaba Berlín; todo tiene mucha fuerza literaria.

-Aquello fue la Guerra Fría, ¿ahora somos una sociedad fría?

-Somos una sociedad muy acomodada, muy adocenada. Creemos que el Estado de Derecho, el Estado de Bienestar y la libertad que disfrutamos la tenemos en el ADN y nos consideramos inmunes ante cualquier amenaza del pasado. Y como decía Primo Levi, puede llegar a ocurrir en cualquier momento y en cualquier lugar. Tal vez pueda ser con medios diferentes, pero con las mismas consecuencias trágicas. Somos una sociedad peligrosamente acomodada y confiada.

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-¿Hay en la novela una denuncia sobre la situación de la mujer en el momento de la obra, es una reivindicación del papel de las mujeres, o esta es una lectura del siglo XXI?

-Las mujeres formamos parte de la sociedad y me sorprende que nos sorprenda que en las novelas aparezcan las mujeres porque no debería. Ellas sufren, viven, son envidiosas y envidiadas, exactamente igual que los hombres. Formamos parte de la sociedad para bien y para mal y siempre hemos aparecido en las novelas.

-El título 'Victoria', dice que estaba pensado antes que la novela. ¿Tiene alguna relación con la superación de esa mujer, o qué es la victoria?

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-'Victoria' lo pensé cuando quise entender los quince años, la novela empieza en 1946 y llega hasta el 13 de agosto de 1961, cuando se materializa la Guerra Fría con el comienzo de la construcción del muro. En esos primeros cuatro años hay una victoria y visualicé que una victoria siempre tiene como consecuencia vencedores y vencidos. Se me representó la victoria de la verdad sobre la insidia, la dignidad sobre la infamia y de la justicia sobre la sinrazón. Así, cuando empecé a escribir la novela, Victoria se me impuso como nombre para el personaje.

-¿Qué muros tenemos que derribar ahora?

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-Muchos. La individualidad, mirarnos el ombligo; el adanismo que nos lleva a pensar que hemos descubierto cosas que llevan con nosotros desde siglos llamados con otro nombre. También el egoísmo; el miedo que seguimos teniendo a lo diferente; la polarización -ése estás conmigo o estás contra mí- de la que tienen mucha culpa los poderes que nos circundan. Todo esto sto erige muchos muros de conciencia e ideológicos que nos hacen mucho daño.

-En la novela subyace el chantaje en el terreno de la alta política. ¿En la actualidad también existe el chantaje en el ámbito político?

-Totalmente. Es un arma que se ha utilizado siempre, tanto en el más alto poder como en la relación más elemental y básica del ser humano. El chantaje emocional, el efectivo, y lo que ahora definimos como la violencia vicaria: te hago daño no a tí, sino a la persona que más quieres. Ahora tenemos esa definición, pero ha ocurrido siempre. Es lo que ocurre con mis personajes. El amor entre Victoria y Robert Norton los salva, pero a la vez los expone a las amenazas que a cada uno de ellos les convierte en la parte vulnerable del ser amado, en esa violencia vicaria.

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-Se cuestionan algunas situaciones y figuras de los Estados Unidos del tiempo de la novela ¿cuestionarás alguna circunstancia de los Estados Unidos de la actualidad?

-Nos han vendido EE UU y a los norteamericanos como muy urbanos, de Nueva York, San Francisco o Los Ángeles. Pero hay muchos estadounidenses de tierra adentro, gente que no ha salido de los límites de su condado. Y, además, no se puede juzgar desde esta parte del mundo cómo piensan los norteamericanos. Hay un estudio que cayó en mis manos, un artículo del Instituto Elcano, que hacía una comparativa con lo que estaba pasando antes de que ganara Trump en torno a ¿por qué no ha despegado el Partido Demócrata? Decía que desde la crisis de Lehman Brothers, en este partido -que algo ha hecho mal en estos cuatro años para que haya salido Trump y se lo tiene que hacer mirar- había tomado el poder una clase política de élite muy educada que había priorizado a una serie de minorías a costa de la clase media que es la que sigue y vota a Trump, a pesar de que puede ser un grosero, racista, histriónico, machista, racista… Para ellos representa, y él lo ha sabido vender, el sueño americano de vida, libertad y búsqueda de la felicidad. Ese es el sueño constante de los americanos que siguen persiguiendo. Y lo han votado.

-Uno de los cuestionamientos llega por la figura de McCarthy, la cabeza de la caza de brujas. ¿Cree que esta corriente de lo políticamente correcto que nos invade es una especie de nueva caza de brujas encubierta?

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-La cultura de la cancelación es una caja de brujas encubierta. Si dices lo que opinas te pueden machacar, te pueden señalar, excluir y cancelar. En la época del Macartismo es lo que se hacía: presionar a un individuo para que delatara, era la cultura de la delación: da unos cuantos nombres y quedarás libre de pecado. Ahora es el temor a emitir una opinión, a hacer una crítica o simplemente a expresar lo que sientes porque te puede caer la mundial, incluso hacerte mucho daño. En aquel momento empezaba la televisión, que tenía mucho poder. Una parte del periodismo alentó el movimiento, fue un instrumento necesario para señalar al individuo y empezar a perseguirlo. El FBI filtraba que se estaba investigando a determinada gente y que eso saliera en las noticias señalaba y empezaba la presión. Es un poco lo que pasa ahora, tenemos pánico a ser señalados, y es lo que ahora llamamos cultura de cancelación. Más o menos viene a ser lo mismo.

-El coraje es la virtud, la condición que acompaña a la protagonista. ¿La sociedad actual dispone de esa valentía para afrontar las dificultades o es demasiado blanda, líquida?

-Somos muy blandos, pero nadie es héroe o traidor toda la vida. Hay momentos en los que sale la parte buena de la condición humana. Hace un mes lo vistéis aquí. Ante la incapacidad de los que tenían que gestionar, resulta que ha sido el pueblo el que se pone las botas. coge la pala y se llena de barro hasta las orejas. Coraje tenemos, sobre todo cuando nos toca el corazón. En general somos altruistas. En España nos echamos piedras sobre nosotros mismos, pero la sociedad española es muy solidaria y tenemos mucho coraje y empatía para ponernos en la situación del otro, algo que a veces nuestros políticos no saben hacer: están más en su mundo de poder y de dominio.

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-¿Tenemos coraje suficiente para salir de la situación en la que nos ha metido la DANA?

-Totalmente. Tenemos coraje y vamos a salir.

-¿Como a Victoria con su relación con Norton nos salva el amor?

-Siempre nos salva el amor. Nos salva y nos puede exponer. No sólo el amor pasional, también el de una madre, de un padre, de un hermano. Incluso la generosidad de un amigo puede salvarnos. Es lo que nos dignifica como seres humanos.

-¿Cómo ve el panorama literario español en este momento?

-Analizo mucho esto de que el éxito en la industria literaria es por definición vulgar, mediocre, que lo comercial no vale. El otro día hablaba de ello Javier Cercas. y decía que la literatura tiene que llegar a todos. Hay gente que sólo lee de manera superficial, el argumento. Pero hay gente que profundiza un poco más en la relación de los personajes, y otros que aún se introducen más y se interesa por el momento histórico. Decía Javier Cercas que una novela es una partitura y cada lector la interpreta a su manera, y ese es el embrujo de la literatura. Tiene que llegar a todo el mundo porque un libro sin lectores es letra muerta. Fueron comerciales Shakespeare, Cervantes, Pérez Galdós. Esto de denostar lo comercial, lo que se vende, lo que tiene éxito, lo que lee todo el mundo es el esnobismo de determinados críticos que determinan qué es y qué no es la alta literatura. Tan alta, tan alta que no llega nadie.

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