El patrocinador de exposiciones del hijo de Císcar: «Me lo encontré cuando iba a cortar naranjos y me pidió la madera para sus obras»

No todos los días se tiene la suerte de conocer a un joven artista de éxito. El azar quiso que José Vercher, el responsable de una empresa de naranjas que llegó a patrocinar exposiciones del hijo de Consuelo Císcar conocido como Rablaci, se topara de casualidad con el prometedor talento. Así, se lo contó a los investigadores de la UDEF en unas declaraciones que recientemente se han incorporado a la causa judicial.

El empresario declaró que se encontró con Rablaci en el campo. Aquel día se disponía a arrancar unos naranjos y el hijo de la entonces directora del IVAM apareció por allí. No explica más detalles acerca de este encuentro. Únicamente añade que se interesó por los árboles que iba a cortar y Vercher no tuvo problemas en regalárselos para sus piezas. Fue entonces –siempre según este relato– cuando Rablaci le preguntó si estaría dispuesto a patrocinar alguna de sus exposiciones. El empresario no vio inconvenientes en la propuesta pese a que no conocía el importe de la operación, según admitió ante los agentes de la Policía Nacional.

De esa, en teoría, breve conversación surgen después dos facturas que le remiten a su empresa, Bollo International Fruits, por importe de 31.000 euros. Las pagó con un cheque.

Resulta evidente que la historia que Vercher traslada a los agentes tiene algunos puntos débiles. Meses después de esta comparecencia, celebrada en marzo de 2017 pero trasladada recientemente a la jueza, el empresario del sector citrícola decide comparecer de nuevo ante los inspectores para ampliar el contenido de su primera declaración. Ahora, ya admite la estrecha amistad que le unía al matrimonio Císcar-Blasco porque eran vecinos de La Barraca de Aigües Vives, lugar donde el clan Blasco tiene un chalé.

El matrimonio entabló entonces amistad a raíz de unos problemas de salud y las posibles soluciones. Los agentes se mostraron extrañados ante estas nuevas circunstancias acerca de la estrecha relación. "No le di importancia", respondió el testigo. Pero evidentemente esa relación sí la tiene porque explica el importante desembolso que realizó el empresario en la colección de Rablaci. Así, indicó que debido a esa amistad le compró varias fotografías para sus hijas y cuatro esculturas. Por todo ello, pagó 24.000 euros. Este dinero se lo dio a Consuelo Císcar en efectivo. Vercher también admitió que viajó tanto a La Habana como a Madrid a diferentes exposiciones de Rablaci y adquirió alguna pieza más del joven artista.

El testigo aclaró que fue la propia directora del IVAM la que le ofreció la compra de las obras de su hijo que, además, "se las dejaba a precio de coste". Esta oferta quizá fue lo que llevó al empresario a lanzarse a la adquisición de piezas. Los viajes para comprobar el trabajo del artista también fueron sugeridos por la propia Císcar. "Pero todo lo pagué yo", afirmó a los agentes. Negaba de esta forma que el museo hubiera abonado alguno de estos desplazamientos.

La jueza ordenó recientemente a la mercantil que comunique al juzgado en qué consistió realmente esa relación. De entrada, no se intuye qué interés puede tener una firma del sector citrícola con el mundo del arte. La instructora reclamó que la empresa informe qué exposiciones financió y que aporte toda la documentación sobre los patrocinios.

Uno de los puntos clave en las pesquisas reside en la empresa Logística del Arte. La Udef sostiene que el IVAM pagaba los gastos del traslado de las obras pertenecientes a Rablaci. La entonces directora aprovechaba las exposiciones que organizaba el recinto en el extranjero para hacerlas coincidir con las de su hijo. De esta forma, el joven Rablaci consiguió una notable proyección.

La posición de Consuelo Císcar parece que se ha complicado en las últimas semanas con el hallazgo de varias cajas de seguridad en diferentes bancos. Las contrató cuando empezó su etapa en el museo valenciano. Se trata de un número significativamente alto de este producto financiero, buscado por la confidencialidad que ofrece. Nadie conoce el contenido.