Golpes de madrugada en puertas y persianas, amenazas de muerte, flores, cartas... La ilustradora valenciana Paula Bonet ha denunciado de nuevo en las redes sociales el infierno que está viviendo, desde hace ya dos años, por culpa de un desconocido que la acosa, pese a tener una orden de alejamiento impuesta por un juez.
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La creadora, harta de llamar al 112 y a la espera de que se celebre el juicio, publicó en Instagram una imagen perturbadora, la de la figura de su acosador al otro lado de la puerta acristalada de su nuevo estudio.
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En la imagen se aprecia una silueta pegada al umbral y unas llaves echadas en la cerradura desde el interior, medida de seguridad que la artista tiene que mantener a todas horas, en su lugar de trabajo, por esta grave situación.
«La persona que me acosa ha descubierto la ubicación de mi nuevo taller. Ha impuesto su presencia de nuevo saltándose la orden de alejamiento que me concedió una jueza», denunció la artista en su post.
«Llegó con flores. A veces dice que quiere cortarme en trocitos, otras veces se agarra a la ventana de mi despacho a la una de la mañana mientras yo trabajo para que le explique qué me pasa, porque no me entiende, dice. Yo no respondo, solo pego un grito, le pido que se vaya y llamo al 112. El lunes pasado tuve que hacerlo tres veces», añadió.
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La artista no oculta la factura anímica, personal y laboral que le está causando esta situación. «No hace falta que diga que sigo a la espera de juicio. Aprovecho este post para informar y pedir disculpas por los mails y mensajes que siguen sin responder, las reuniones aplazadas o el estado de ánimo que os habéis encontrado las personas con las que me he cruzado esta última semana, también -y sobre todo- en el marco de la Feria del Libro de Madrid», resaltó Bonet.
La escritora también aprovechó para agradecer «la fortaleza» que demostraron sus alumnas la semana pasada cuando también ellas tuvieron que «lidiar con la amenaza» mientras trabajaban en el Taller La Madriguera, así como el apoyo que está recibiendo de sus personas queridas y de su abogada. «Sin ellas, esto sería imposible de afrontar», recalcó. El post se llenó de comentarios de apoyo que lamentaban el «horror» que está padeciendo y mensajes de ánimo.
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También entonces denunció en redes sociales la desprotección que sentía y las medidas de precaución que había tenido que imponer en su día a día como «el gas pimienta y el cutter en el bolso, las rutas distintas para llegar a casa, la inversión económica en seguridad en el taller, tener que informar a mis alumnas para que tengan siempre cerrado con llave si yo no estoy». La ilustradora recalca que el asunto sigue en manos de su abogada y espera que la resolución judicial llegue de una vez.
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