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En los últimos años de su vida, el pintor valenciano Ignacio Pinazo (Valencia, 11 de enero de 1849 - Godella, 18 de octubre de 1916) se consagró al dibujo. Apenas podía ya tomar un apunte cuando paseaba por el campo, aquejado del enfisema que marcó sus últimos años. No tuvo una vida fácil y en algunas de los textos que llegó a escribir, incluso en portadas de periódico o envoltorios de chocolatinas, reconoció que de niño sufría fuertes dolores de cabeza debido al hambre que pasó en su infancia. Tampoco logró ser pensionado por la Diputación de Valencia la primera vez que opositó para poder formarse en Roma. Aunque sí lo consiguió en el año 1876. Pero además, fue el primer «pintor que retrató la playa como lugar social», antes que Sorolla, y fue un gran coleccionista de fotografías.
Secretos, desvelos, situaciones no conocidas, su amor por sus hijos, las desventuras en Roma... toda la vida del considerado como el artista que «hizo de puente a la modernidad» y que ahora se recogen en ‘Notas y pensamientos’, título del primer documental sobre el pintor que ayer se presentó en la Filmoteca y hoy se estrena en el IVAM.
El largometraje, dirigido por Ignacio Estrela, ha tardado cerca de tres años en finalizarse. Es el cierre al año Pinazo que conmemoró el centenario de su muerte en 2016. El proyecto, que según el realizador nació tras encontrar «una serie de escritos y anotaciones que sirvieron como punto de partida para poder contar su biografía», desvela su faceta literaria, esa en la que plasmaba sus pensamientos, algunos críticos y en los que llegó a afirmar que «el arte no es perfecto», rezaba una de sus múltiples notas.
«No quería fama ni dinero, sólo se buscaba a sí mismo», relata la historiadora del arte Carmen Gracia, quien junto a expertos como Asun Tena, conservadora del Museo de Bellas Artes de Valencia; el estudioso y responsable de la cátedra Pinazo, Javier Pérez Rojas; el director de la casa-museo del artista en Godella, su bisnieto José Ignacio Casar Pinazo; o restauradores del Prado como Javier Barón, entre otros, participan en el proyecto.
En el filme, que tiene previsto estrenarse en À Punt, se explica la reclusión del pintor en su casa de Godella. Podría haberse marchado a Madrid a triunfar. Incluso a París, pero prefirió quedarse cerca de la huerta, vivir junto a sus vecinos y hacerlo de una forma humilde. El autor pidió ser enterrado de forma discreta, sin honores. Sin embargo, como relata Gracia, a su funeral acudieron todo tipo de personalidades, «incluso de la Academia de Bellas Artes, que no lo habían reconocido en vida». «Sus hijos sí que no asistieron. Fueron los únicos que cumplieron los deseos de Pinazo», asevera.
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