Borrar
Urgente Aemet prevé cielos nubosos y algunos chubascos este sábado en la Comunitat
El escritor Ildefonso Falcones ante el Castel Nuovo Nápoles, donde transcurre parte de su nueva novela. Miquel Olivé
«El poder es muy venenoso y adictivo»

Ildefonso Falcones

Escritor
«El poder es muy venenoso y adictivo»

«La democracia se ha autodestruido», lamenta el autor de 'En el amor y en la guerra', tercera entrega de la saga de 'La catedral del mar'/ «Hay quien utiliza hoy los recursos comunicativos y estratégicos de los nazis», afirma

Miguel Lorenci

Nápoles

Sábado, 15 de febrero 2025, 00:16

'La catedral del mar' convirtió a Ildefonso Falcones (Barcelona, 1959) en un escritor ultrapopular. Casi dos décadas después, el exabogado publica 'En el amor y en la guerra' (Grijalbo), tercera entrega de la saga de los Estanyol. El nieto del estibador, también Arnau, es un poderoso general a las órdenes de Alfonso V que recupera Nápoles para la Corona de Aragón. Poder, sexo, amor, intrigas y aventuras caben en un novelón que cuenta quienes fuimos para saber qué somos. «El poder es muy venenoso», dice su autor, que aún batalla con el cáncer y Hacienda y lamenta que la democracia se autodestruya.

–¿Cómo nació esta saga en su cabeza?

–Santa María del Mar estaba tras los juzgados de Barcelona, en la Vía Laietana. Si un juicio se retrasaba, me gustaba pasear y reflexionar por la catedral, un lugar maravilloso, sin tanta gente como ahora. Me habían rechazado una novela de actualidad y pensé ¿por qué no escribo sobre este templo magnífico?

–Y también se la rechazaron.

–Pasé cinco años con 'La catedral...' de arriba para abajo.

–¿Hay que perseverar?

–Sí. Seguirla hasta conseguirla. Cansa mucho, pero el tesón es una virtud que a veces se convierte en defecto.

–¿La tituló 'El estibador?

–Por fortuna lo cambiaron los editores.

–¿También a esta?

–Las entrego sin título. Lo ponemos entre los de marketing, los editores y yo.

Portada del libfo. Grijalbo
Imagen - Portada del libfo.

–Amor, odio, sexo, sangre, poder, traición aventura. ¿Hay que ponerlo todo en la coctelera para que la novela funcione?

–Estoy convencido de que es así.

–Hay mucho más sexo que en la anteriores.

–Había sexo a tope en 'La mano de Fátima'. Quería destacar el disfrute de la mujer del mundo musulmán en aquel momento, lo que luego involucionó. Aquí hay mucho sexo porque el Renacimiento se miraba en las culturas griega y romana. No existía el término homosexualidad. Los hombres tenía relaciones con hombres y mujeres, como en la época clásica. Un pilar de la novela es el anhelo de salir de las tinieblas medievales para saltar a un mundo pasional y sensorial. ¿Aceptamos la violencia extrema, con destripes y trepanaciones para meter bichos en el cerebro, que el sexo explícito?

–¿Pesa más el amor o el odio como motor del mundo?

–En lo personal el amor. A nivel social el odio. La sociedad se mueve hoy por impulsos perversos.

–¿El Nápoles del siglo XV era el centro del mundo?

–Empezó a serlo por el empuje de Alfonso V y su mecenazgo cultural y artístico. Competía con Florencia y los Médici, casi imposible de superar. Con los Brunelleschi, Venecia, los Estados Pontificios y el papa. Nápoles fue en algún momento el mayor reino de la Península Itálica, no solo en extensión.

–Megamillonarios como Elon Musk o Mark Zuckerberg se arriman hoy al poder de Trump ¿Un esquema eterno?

–Sí. Los poderosos estuvieron y estarán ahí siempre. Entonces eran sabios y artistas de prestigio que dejaron una brillante impronta. Lo vemos en Galería de los Uffizi. ¿Qué dejarán los de hoy? ¿Mandar un cohete a no sé dónde...?

–¿La ambición de poder nunca se agota?

–No. Es eterna, da mucho juego, y con los italianos más. Debí frenarme. Necesitaría miles de páginas para explicar todas las enemistades, intrigas y alianzas cambiantes.

–¿El poder es venenoso?

–Muy venenoso, y totalmente adictivo.

Falcones en el barrio español de Nápoles. Miquel Olivé.

–Habla de catalanes muy poderosos y de su carácter. De fueros y de un afán de independencia muy anterior a 1713 y la II República.

–Es permanente. Nada nuevo. En el siglo XV había en Cataluña un intenso afán independentista. Se ofreció el reino a todo el que pasaba por allí. Ahí están los orígenes y los estereotipos: la avaricia catalana, el catalán pesetero, que todavía se sostiene. Lo sentó Dante en la 'Divina Comedia', y desde entonces el catalán ha sido avaro por definición.

–Le cuadra una palabra de moda, resiliencia. Ha superado varios cánceres y ganó su batalla con Hacienda. ¿Quién resiste gana?

–Casi. Estoy en ello. No puedo cantar victoria todavía. Es muy duro, Confío en ver la luz. Pero ambos frentes aún están ahí. Los últimos diez años de mi vida han sido durísimos.

–¿Se siente mucha rabia cuando te dicen que tienes cáncer?

–Más desesperación. Tu mundo se derrumba. Empiezas a jugar con la variable de la muerte, que nunca estaba en la ecuación.

–¿Nos merecemos un mundo con Trump, Putin, Netanyahu, Maduro, Kim Jon-Un, Milei, Ortega, Meloni u Orban, al mando?

–La democracia ha conseguido autodestruirse. Totalmente. Llevamos años escuchando crisis, riesgo, peligro... sin hacer autocrítica y con pasividad absoluta. Queremos vivir en paz. No podemos pretender que la gente se martirice. Las revoluciones son historia. Nadie sale a la calle con una hoz o un fusil. Por la izquierda y la derecha se han enrocado el poder personajes y viven del, para y por él.

«En el siglo XV ya había en Cataluña un intenso afán independentista. No es nada nuevo»

–¿Confía en el ser humano, a pesar de todo?

–Sí. En los políticos, no. Viví los ramalazos de la dictadura, he vivido en democracia y la fase maravillosa de la Transición –que dicen que no ha servido para nada, que fue un error, cuando dimos ejemplo al mundo– y he vivido esta caída de la sociedad en manos del populismo que engaña, falsea la verdad, es demagógico y nos enfrenta. El arma del demagogo es enfrentarnos para ganar en río revuelto.

–¿No aprendimos nada del terror populista del siglo XX?

–Algunos sí han aprendido. Quienes utilizan hoy los recursos comunicativos y estratégicos de los nazis, más que los físicos. Se aprender para bien o para mal.

–¿Entretener al lector es primordial?

–Es lo primero. La novela se ha convertido en un saco sin fondo donde se vuelcan opiniones e ideas. Pero es ficción pura. Su objetivo es entretener. Frente a los recursos audiovisuales, deportivos, sociales hoy al alcance de la gente, si alguien dedica unas horas a leer debe encontrar entretenimiento. Si no lo hace estamos perdidos. La gente jugará a los marcianitos.

Falcones ante la fachda del castillo de Nápoles. Miquel Olivé

–Su máxima narrativa es la sencillez, dice.

–Hay que conquistarla. Lo pongo en un papel en la pantalla, pero lo olvido y me vuelvo complicado.

–Suma casi 12 millones de lectores. ¿Una carga o un estímulo?

–Más que presión, siento cierta tranquilidad. Esa cifra te dice que no predicas en el desierto y que algo haces bien, que con siete novelas, si mantengo el camino seguiré sumando lectores.

–¿Dan más dinero los libros o las series?

–De momento los libros. Por las series te pagan de entrada. Después son incontrolables: los contratos hablan de un equis que no ves jamás. No sabrás nunca datos reales de audiencia, de la posible participación de tu serie en los contratos de quienes pagan una mensualidad a las plataforma.

–¿Le gustaron las de la dos novelas anteriores?

–Sí. Asumo que son obras adaptadas, otra cosa. Si pretendes que lleven lo tuyo a la pantalla tal cual, olvídate, Debes dar un margen de libertad absoluto y buscar buenos profesionales.

Para escribir ¿La poda es más importante que la siembra?

–La siembra es primordial. La poda secundaria.

–Cuando inicia un proyecto ¿tiene claro dónde va?

–Tengo que saber cuál es el final, o no lo empiezo.

–Al libro la han querido matar muchas veces. Pero sigue muy vivo.

–Se defiende con enorme dignidad. Aguanta. Los jóvenes leen libros, dice ahora la estadística. Hay que leer libros aunque sean malos.

–¿Se debe estudiar mucha historia para hacer novela histórica?

–Sí, Pero Hay que aprovechar lo que quieres de la historia para llevar adelante una trama. Apenas un 10% de lo que estudias termina en la novela. Debes a excluir hechos y datos históricos que serían interesantes en otro contexto, pero sin sentido en una novela.

–¿Alguna nostalgia de la abogacía?

–Ninguna. Es una profesión de mucha tensión y profundos disgustos . Peleé por sostener el despacho con mi mujer, también abogada, con socios y contratados. Se hizo imposible y todo se fue al garete.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

lasprovincias «El poder es muy venenoso y adictivo»