Pepe Luis Montiel
Nimes
Sábado, 18 de mayo 2024, 00:53
Volvió el maestro, volvió Enrique Ponce, tres años más tarde y «Como decíamos ayer…» sentó cátedra con su técnica y su amor propio. Lo hizo en Nimes, plaza legendaria a la vera de la Camarga, piedras romanas y cultura brava, España en el sentimiento ... de su gente y la lidia hecha con talento valenciano: la suavidad, la capacidad de negociar, ni fuerte ni flojo, lo justo, los terrenos exactos, la poncina final, los doblones lidiadores, estética y poderío, el Ponce de siempre, «como decíamos ayer…» como si no se hubiese ido. El de Chiva demostró la inutilidad de su primero y le cortó la oreja a su segundo, supo a poco premio para tanta historia y le pidieron que diese una segunda vuelta al ruedo y el maestro tan torero y tan entero siempre, con lágrimas en los ojos, daba las gracias envuelto en clamores de ¡torero, torero!.
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Llegó al monumental coliseo puntual, vestido de malva y oro, el color de los veteranos en trance de vuelta a los ruedos que hiciese legendario Antoñete y cantase Sabina, de malva y oro en este caso con un claro guiño a su Valencia en el bordado de hojas de naranjo y flores de azahar.
Apenas rotas las filas del paseíllo, que en Nimes tiene un estilo tan singular como solemne a los compases del Toreador de Bizet, ya se desbordaron las emociones ¡merci, merci, merci! el público que abarrotaba la plaza agradecía que el maestro la hubiese elegido para su regreso, miles de espectadores de la culta Francia como aviso de fracaso a las profecías de los urtazum, se entonó la marsellesa y Ponce se vio obligado a salir al tercio para corresponder una envolvente ovación que autentificaba el cartel que se ganó a lo largo de su longeva carrera y en todas sus tardes de gloria en aquel coliseo. Invitó a los compañeros a compartir el cariño del público, sonaron trompetas y timbales y comenzó la realidad de la lidia.
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El niño de Monte Picayo, aquel Doctor Ponce como titulamos en LAS PROVINCIAS el día de su debut con picadores en Castellón, la tarde en la que alguien le confundió con un chiquillo que se había vestido de torero para fotografiarse con los matadores y que resultó ser el matador referencia de la época que estaba a punto de amanecer, ha vuelto en Nimes para decir definitivamente adiós a los ruedos, se trata como declaró en LAS PROVINCIAS solo de un hola y adiós de agradecimiento y con todas las consecuencias. Para las estadísticas, apuntar que el toro de la reaparición atendía por Terciopelo, negro mulato, marcado con el 190 y pesó 520 kilos. No tuvo raza ni clase y así ni Ponce.
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No fue terciopelo lujoso ni buen toro, abanto y frío de salida, desfondado en su juego, el de Chiva le aplicó faena larga con pases bonitos pero sin ligazón. Los años sin torear no se le notaron, quedó claro que había vuelto tan maestro como se fue. El cuarto, un colorado ojo de perdiz, con más presencia y romana, llegó a la muleta mejorado. Ponce brindó a su novia Ana Soria. Sin ser un gran toro, fue un buen toro cuenta André Viard. Ponce basó su faena en su sabiduría, construyendo por ambos pitones series acordes a la embestida del oponente. Lo mejor llegó al final, primero con poncinas y luego por ayudados por bajo. La espada baja y algo trasera después del aviso no impidió el corte de la oreja. El público le obligó a dar una segunda vuelta al ruedo.
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Talavante que se topó con el nulo juego de su primero aprovechó el mejor toro de la tarde y abrió la Puerta de los Cónsules que en Nimes es honor máximo. Se lució en una buena serie de lances culminada con dos medias. Cumplió en varas el juanpedro y Tala brindó a Ponce como había hecho anteriormente Galván, e inició la faena con solemnes estatuarios. En juicio de Viard la faena alternó lo bueno y lo regular, teniendo el torero que intercalar «efectos especiales» como arruzinas muy ajustadas entre tanda y tanda para mantener el interés. Mató de una estocada de efecto inmediato.
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Confirmó alternativa David Galván siguiendo esa norma que ha impuesto Simón Casas para darle reconocimiento a la afición y categoría a su Francia. A su primero le hizo faena larga condicionada por la falta de fuerzas del toro; a su segundo, sexto de la tarde, al que recibió con dos largas y un manojo de delantales, le aplicó un trasteo animoso, extenso y de buen oficio. Mató de una entera de efecto rápido cuando sonaba el aviso y le concedieron una oreja.
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