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CARMEN VELASCO
VALENCIA.
Miércoles, 19 de septiembre 2018, 00:38
La resistencia cultural existe. Está formada por personas curiosas y empresas reivindicativas, como la editorial Media Vaca. Al sello valenciano no le basta con creer en la literatura, sino que existe gracias a ella pese a que «vivir de los libros es un milagro», asegura Begoña Lobo, quien junto a Vicente Ferrer, están al frente del negocio. Media Vaca surgió hace 20 años «cuando pocos se dedicaban a las obras de ilustración y el negocio lo dominaba el libro de bolsillo. En este trabajo lo difícil es resistir», insiste.
La dedicación de Media Vaca tiene recompensa en forma de Premio Nacional a la Mejor Labor Editorial en 2018. «Es un gran reconocimiento», apunta Lobo, quien no olvida los años de la crisis. «Nos salvó México y los países de América Latina con sus pedidos para las bibliotecas». Y recuerda una tirada «impensable en España» de 'Aroma de galletas' de 100.000 ejemplares.
La distinción del Ministerio de Cultura carece de dotación económica. El galardón destaca «el cuidado exquisito del catálogo, la calidad de sus libros y el respeto a los lectores y al resto de agentes de la cadena del libro». El premio se suma a otros reconocimientos nacionales e internacionales, como el Bologna Ragazzi Award. «Hasta en cinco ocasiones nos ha premiado la Feria del Libro de Bolonia, una de las más importantes del sector», dice con orgullo Lobo. Un año Media Vaca hizo doblete en Italia e historia («nunca antes había sucedido en el certamen», apunta) al recibir el premio a la mejor obra de ficción ('El señor Korbes y otros cuentos') y también el de no ficción ('Una temporada en Calcuta').
«Hacer libros es algo tan bueno o tan malo como cualquier otra cosa, pero ¿por qué para niños? Según mi opinión, si tiene algún sentido hacer libros, tiene sentido sobre todo hacerlos para los niños. Porque el mundo (y a veces nos olvidamos) es de los niños. Los mejores libros deben ser para los niños, las mejores historias, los mejores dibujos, el mejor papel, las primeras estanterías», sostiene Vicente Ferrer.
El Premio Nacional corona las dos décadas de amor y entrega a los libros «para niños de 7 a 77 años», dice Lobo. «El libro no conoce edades: no es sino de quien lo disfruta, de quien lo hace suyo», escribe Ferrer en la web del sello, que tiene un catálogo de 64 títulos.
La celebración continuará con una exposición en Las Naves prevista para el 18 diciembre, justo cuando editó el primer libro. La editorial arrancó con 'No tinc Paraules', 'Narices, buhitos, volcanes' y 'Pelo de Zanahoria'. Media Vaca, que también cuenta con premios de la Conselleria de Cultura, no ha mirado al mercado local sino que siempre mantuvo la mirada más allá de las fronteras del país. Así, destaca como punto fuerte del sector de la Comunitat «acceder a ayudas para participar en ferias internacionales» y lamenta el cierre de librerías y ensalza la labor de París-Valencia, Ramon Llull, Bartleby y Railowsky.
¿Cuál es la clave de la pervivencia de la editorial? No es sólo una. El secreto, además de la fortaleza para poder resistir en condiciones adversas y buscar la excelencia, pasa por «mimar a los lectores» y «establecer una relación directa con las librerías». En Media Vaca están satisfechos con la «fidelidad» de sus clientes que, al igual que los responsables del sello, consideran el libro no como una objeto de consumo sino como una pieza de culto.
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