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'La novillada', obra de Francisco de Goya. APLAUSOS RUQ

Ahora pretenden que Goya sea antitaurino

La moda de reinventar la historia a favor de gustos personales y criterios actuales llega a los toros

JOSÉ LUIS BENLLOCH

Domingo, 24 de noviembre 2019, 00:33

También en los toros. El método es cambiar la historia, retorcerla para adaptarla a unas ideas concretas. Se comprueba a diario en las secciones de los periódicos y ahora le ha tocado a los toros. Recientemente, Gloria Tello, concejala de Valencia pretendía obviar la importancia de la tauromaquia en la ciudad censurando -¡qué afición a la censura!- un libro con tal de ocultar una realidad, que este caso no era otra que el peso lúdico y festivo, cultura a la postre, que tuvo el toreo en la capital valenciana a lo largo del último siglo a cuenta de esconder la ephemera de la ciudad en ese tiempo, como denunció LAS PROVINCIAS. Es como negar la tremenda tradición taurina de Barcelona, la plaza más importante de España en el siglo pasado en cuanto a número de festejos celebrados o la inclinación de sus más conspicuos dirigentes nacionalistas, que acudían sin atisbo de reparo a las corridas. Cualquier cosa con tal de eliminar lo que eligieron como un elemento identitario de España como se ha acabado demostrando. No queda ahí la cosa, la fiebre revisionista ha llegado a la capital de la nación y el responsable del Museo del Prado se ha empeñado, después de siglos valorándose lo contrario, en que Goya es antitaurino, anteponiendo sus gustos personales a los documentos y evidencias que demuestran la presencia del genio de Fuendetodos en los cosos y su afición, incluso sus intentos de ser torero.

La diatriva ha surgido con motivo de la exposición Goya. Dibujos. 'Solo la voluntad me sobra'. Como no podía ser de otra manera, los toros tienen un apartado en la exposición a través de la serie Tauromaquia que acompañan de una valoración oficial del Museo del Prado y de un audioguía que sitúa a Goya como crítico con las corridas de toros. Dice textual: «Las composiciones, se refiere a su célebre tauromaquia, se sitúan en el ámbito crítico y dramático de los Desastres de la guerra, y el artista se hace eco en ellas del debate sobre la legitimidad de la tauromaquia que existía en la sociedad ilustrada». A lo que Manuela Mena, comisaria de la exposición, añadió en la presentación de la muestra: «Goya se manifiesta como el ilustrado que era, contra la violencia de los hombres que contrasta con la fuerza y la nobleza de los animales». Esta hipótesis la defienden en los últimos años una corriente encabezada por José Manuel Matilla, jefe de Conservación de Dibujos y Estampas del Museo del Prado y comisario de la exposición junto a Mena, que interpreta sesgadamente impresiones personales adaptadas a sus creencias desde la óptica actual distante nada menos que 200 años del ciclo vital y creativo de Goya.

Sobre tan apasionante tema Juan Cristóbal García publicaba en 'Aplausos' un concienzudo y riguroso informe que se evidenciaba la debilidad argumental de quienes quieren ganarse para el mundo anti uno de los valores más importantes de la defensa de la tauromaquia que hemos esgrimido desde que ésta comenzó a cuestionarse. ¿En qué se basa esta hipótesis?, se pregunta el periodista: «Matilla basa su argumento sobre tres pilares: la violencia de las escenas representadas en comparación con la belleza que representaban las pinturas taurinas anteriores; la etapa vital y artística de Goya, más maduro y que en ese tiempo se encontraba pintando los Caprichos enfáticos, con un fuerte carácter de crítica social; y su relación con ilustrados que rechazaban los toros».

El argumento de la violencia parece poco consistente a la vista de otros estudiosos de Goya. Javier Gallego y Sánchez-Rollón, comisario de la exposición 'La Tauromaquia', aseguraba con motivo de la presentación de la muestra en Talavera de la Reina: «La interpretación antitaurina que hoy se quiere hacer de Goya es una barbaridad. Goya fue gran defensor de la tauromaquia. Aquella era una fiesta feroz donde moría la gente, los caballos... y el retratar esas imágenes no era una crítica. Él era un fotógrafo de la realidad y la reflejó tal como era. Goya era íntimo de los grandes toreros de la época como Pedro Romero, Pepe-Hillo o Costillares».

Arturo Ansón Navarro, doctor en Historia del Arte y catedrático del Instituto Goya de Zaragoza, sostenía en una entrevista realizada por 'Diario de Teruel' en 2017: «En estos momentos se están diciendo muchas tonterías, Goya fue un gran aficionado a los toros, algunas de las imágenes que él reproduce en la tauromaquia son de corridas que él vio, como la inauguración de la plaza de toros de Zaragoza, en la que él estuvo presente en 1764. No es contradictorio que reproduzca las escenas del toreo con dramatismo evidente con la valoración del animal como tal, no es inocuo al sufrimiento del animal. Pero plantear que es una réplica antitaurina es un auténtico despropósito, es sacarlo de contexto y con una visión, digamos, muy actual».

En medio de la polémica cabe preguntarse cuál fue la relación entre Goya y los toros a lo que Juan Cristóbal responde: «Si bien es cierto que han llegado pocos testimonios al respecto, lo poco que ha sobrevivido refuerza la afición del pintor de Fuendetodos a los toros. Autores como Valentín Carderera, coetáneo de Goya y su primer biógrafo, o José de Somoza, destacan la vinculación con el mundo de los toros y su faceta como torero». Probó como novillero e incluso según algunos estudiosos, se pudo llegar a pintar en alguna de sus obras como torero, como en 'La novillada' en la que según la Fundación Goya el de la derecha, vestido de rojo, podría ser un autorretrato lidiando con el animal.

Es sabido y documentado que Goya compartió la afición con su amigo Martín Zapater y su cuñado Francisco Bayeu. Él era más de Pepe-Hillo y Pedro Romero, su cuñado, de Costillares. Y acudía con asiduidad a los toros. «Goya se transformaba los días de toros, con su gran sombrero, su chupa y capa terciada, y, con su espada debajo del brazo... entablaba relaciones con los toreros de más nombradía, injeríase, identificábase con aquellas interioridades que más perfectamente revelan el carácter de sus héroes», escribió Valentín Carderera. Y aseguran que recibía con orgullo el brindis de toreros de la época como Pedro Romero que fue retratado por Goya- o Pepe-Hillo con cuya muerte concluye la serie 'Tauromaquia'. De su presencia en los festejos queda constancia en una carta que Goya escribió a su amigo Martín Zapater en 1794: "Yo estoy lo mismo, en cuanto a mi salud, unos ratos rabiando con un humor que yo mismo no me puedo aguantar, otros mas templado como este que he tomado la pluma para escrivirte, y ya me canso, solo te digo que el lunes si Dios quiere hire a ber los toros» (sic).

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