CÉSAR RUS
Sábado, 11 de junio 2022, 01:41
Durante estas semanas se están cerrando las temporadas de los dos Palaus valencianos. Con el concierto del maestro Mark Elder de anoche, podemos dar por cerrada la programación de Les Arts mientras que el próximo día 23 se cerrará la temporada de abono de la Orquesta de Valencia con la presencia Pablo Heras-Casado, una primera batuta. Las dos instituciones se reparten la oferta en música clásica y ópera en la ciudad. Sin embargo, la dinámica de las últimas temporadas ha hecho que ambas instituciones estén cada vez más lejos en cuanto a calidad artística y relevancia local e internacional. Si Les Arts va ganando enteros a cada temporada, el Palau de la Música está inmerso en una crisis que parece no tener fondo debido, fundamentalmente, a un cierre del edificio que cumplirá este verano tres años y se alargará una temporada más: cuatro años perdidos.
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El pasado día 5 de junio terminaron la funciones de ‘Wozzeck’ con un rotundo éxito. El público, que al principio se mostró temeroso, terminó acudiendo a Les Arts y aplaudiendo con entusiasmo al final de las funciones. Cada una de los cinco títulos de abono que se han llevado a escena en esta temporada ha sido un éxito por una u otra razón: ‘Madama Butterfly’ tenía el interés del debut de Marina Rebeka en el rol y en Youtube acumula más de 100.000 reproducciones. ‘Les contes d’Hoffmann’ ofreció un espectáculo artístico insuperable con un reparto extraordinario y la maestría de un especialista en Offenbach como es Mark Minkowsi. Con ‘Ariodante’ la orquesta de la Comunitat demostró su extraordinaria flexibilidad que, sin ser una orquesta especialista, le permite afrontar el barroco con las máximas garantías. Uno de los más importantes gestores culturales de España me decía: es la Orquesta «barroca» de la Comunitat. Por sorpresa, Luca Salsi se presentó en Valencia para sustituir a Carlos Álvarez en el papel protagonista de ‘Macbeth’, título que se vio afectado por la huelga de los trabajadores. El barítono italiano había sido el encargado de abrir la temporada de la Scala unos meses antes con el mismo papel. Además, supuso la vuelta al foso de Michele Mariotti, uno de los grandes directores italianos de la actualidad, y la presentación de Benedict Andrews como director de escena en Valencia. Por último, llegó la apuesta personal de Jesús Iglesias: ‘Wozzeck’. Hasta el último momento hubo dudas sobre la recepción que esta ópera podía tener por parte del público valenciano. Tras el estreno se demostró que Les Arts volvía a ofrecer un espectáculo redondo por reparto, escena y dirección musical. Al final, la apuesta se ganó y se saldó con un contundente triunfo. Así pues, Les Arts ha firmado una temporada redonda, capaz de atraer al público a títulos «difíciles» como ‘Wozzeck’ y convocar a grandes masas tanto en directo como online con obras más trilladas como ‘Butterfly’.
Frente a eso, esta ha sido la temporada en la que el Palau de la Música ha renunciado a cualquier trascendencia internacional. Como es bien sabido, el Palau de la Música lleva tres años cerrado. En una extraña voluntad de negar la realidad, en un principio se dijo que el cierre afectaría lo más mínimo y que se seguirían celebrando conciertos en otros teatros y auditorios de la ciudad. Después llegó la pandemia que puso a prueba al máximo a todas las instituciones culturales del planeta. Cuando en septiembre se presentó la temporada se dijo que no se iba a invitar a orquestas internacionales a causa de la crisis sanitaria y que eso había sido una decisión de todos los auditorios públicos españoles. Lo cierto es que no hay que ir muy lejos, el ADDA de Alicante, para ver cómo esa afirmación no se correspondía con la realidad. Alicante ha seguido trayendo orquestas internacionales convirtiéndose en el referente de la Comunitat en ese capítulo. Vaya por delante que me parece lógico que, estando el Palau cerrado, no se invite a orquestas internacionales, pero buscar pretextos y excusas, en lugar de apuntar a las verdaderas causas, daña la credibilidad y el prestigio de la institución. Una imagen que no solo se ha visto perjudicada por el cierre y su gestión, sino también por irregularidades rubricadas por la justicia como el despido improcedente de Manuel Muñoz, subdirector del auditorio, o los errores, aunque meramente formales, en el nombramiento de Vicent Ros como director; por no hablar de eventos opacos como la desaparición de 5.000 euros de la recaudación de las entradas.
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Pero no todo ha sido malo, esta temporada ha supuesto cierto renacer de la Orquesta de Valencia (OV). Alexander Liebreich asumió la titularidad de la formación tras el infructífero reinado de Ramón Tebar. El maestro valenciano, sin duda una de las mejores batutas españolas, no cuajó como titular. Son cosas que ocurren en cualquier orquesta y a cualquier maestro; pero eso, unido a la pandemia, había dejado una orquesta desilusionada cuya calidad menguaba concierto a concierto. El maestro Liebreich ha conseguido revertir la situación y devolver la ilusión. No ha obrado milagros, pero está haciendo un buen trabajo. Bajo su batuta la calidad de la orquesta mejora y ha dirigido varios buenos conciertos logrando contundentes éxitos como la interpretación del primer acto de ‘Valquiria’ hace unas semanas. Además, el 8 de abril tuvo lugar un concierto de la Orquesta de Valencia en la Salle Gaveau de París. Fue la primera salida internacional de la orquesta en muchos años. Supuso una inyección de moral y entusiasmo para nuestros músicos y el concierto fue un éxito. Así lo reseñamos los críticos que asistimos. No obstante, no hay que ser ingenuos. Fue un evento que solo interesó a la prensa valenciana; ningún medio de prestigio de la capital gala se hizo eco del evento y ninguno de mis colegas parisimos publicó crítica.
Tomemos el otro caso. Este año también ha habido cambio en la titularidad de la Orquesta de la Comunitat. James Gaffigan triunfó hace unos días dirigiendo ‘Wozzeck’. El interludio que precede a la última escena fue de una intensidad arrolladora, al nivel de un gran maestro. Ayer y hoy el director neoyorquino está dirigiendo a la Orquesta Sinfónica de Chicago, una de las mejores orquestas del mundo junto, probablemente, a la Filarmónica de Berlín o el Concertgebouw de Amsterdam. En una entrevista promocional, firmada por Kyle MacMillan, se pregunta al maestro por el Palau de les Arts. El maestro dedica varias frases de elogio a nuestra orquesta y aparece nuestra agrupación como una referencia en España y en Europa. Creo que ambas situaciones reflejan muy bien la situación actual de ambas orquestas. En Chicago se habla de nuestra orquesta en una publicación de la Orquesta Sinfónica de Chicago. Se ha vuelto a la primera liga de la dirección internacional. El elenco de directores invitados que ofrece la orquesta (Gatti, Honeck, Luisi, Gimeno, Orozco-Estrada… ) es envidiable para cualquier orquesta sinfónica internacional y muy excepcional en una orquesta de ópera.
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