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Llamada de urgencia: no discutir con los amigos por cuestiones políticas. Discrepemos cuando la ocasión lo requiere, pero con la inteligencia de evitar palabras ... gruesas y etiquetas insultantes. Ideas sí; injurias, ninguna. Debates sociales sí; las luchas de 'egos', al basurero. De conseguir ese objetivo sería una bonita rebelión contra la crispación prefabricada. Tropezar contra esos muros ideológicos es, a estas alturas, ingenuo y torpe. Hace unos días le cursé esta petición a los Reyes Magos. Quedo a la espera de respuesta.
No sé si mi aspiración funcionará a lo largo del Año Nuevo. Soy pesimista. Creo que la cosa irá a peor. Pero yo no tiraré nunca pedruscos verbales a quienes no estén de acuerdo conmigo. Soy un hijo político de la Constitución de 1978 y sigo fiel a aquel espíritu de consenso. Todo el mundo tiene sus razones. Hago una promesa: durante el año 2025 me comprometo a no utilizar ni en mis artículos ni en mis conversaciones las siguientes palabras: fascista, comunista, terrorista, ultraderecha, reaccionario, falso progre, vendido al poder, mentecato, mamarracho...
Si en las polémicas privadas el ambiente se endurece, políticamente hablando, tiendo a refugiarme en los juegos de palabras. Me da por componer frases monovocálicas. Con la 'a': 'Marta canta cada mañana baladas raras«. Con la 'e': 'En el tren de Jerez, Pere, el nene del jefe Pepe, bebe té verde'. El caso es que esta estrategia, divertida, pero pueril, es malinterpretada y también me ha costado el distanciamiento de algunos amigos. Uno de ellos me dijo con un tono de severo reproche: «No estás bien, Rafa, tendrías que ir al psicólogo.
Regreso a los Reyes Magos, cuya festividad se celebra hoy. Les remití a Melchor, Gaspar y Baltasar una petición concreta, fuera ya de las palabras virulentas. En concreto les pedí a sus Majestades un buen libro sobre la Inteligencia Artificial (IA). Tres días después de lanzada mi carta, recibí por correo el libro 'Guía Básica de la IA' (Smart Digital, 2024), un trabajo colectivo en el que hay dos excelentes artículos de mi amiga Mar Monsoriu Flor, escritora y profesora especializada en tecnología de vanguardia.
Ambos artículos con categoría de ensayos, los leí de un tirón y aprendí mucho. Nunca es tarde para aprender cosas de los nuevos caminos. Títulos de dichos artículos de Mar: 'La IA en la Comunicación. Adoptar lo mejor de la IA y gestionar sus riesgos' e 'Impacto de la IA en la sociedad del futuro'.
Nos cuenta Mar Monsoriu: «Es demasiado pronto para saber si todos acabaremos llevando implantado un chip en el cerebro como pretende Elon Musk. Este emprendedor, a través de su empresa Neuralink, ha desarrollado un dispositivo cuya finalidad es crear una interfaz directa entre el cerebro humano y los ordenadores. Al parecer estos chips podrían mejorar la capacidad de memoria, la atención u otras habilidades de tipo cognitivo. En este sentido, los chips cerebrales podrían ayudar a tratar enfermedades como el Alzheimer y Parkinson, y serían de gran ayuda en las lesiones medulares y en las de daño cerebral».
Estamos ya instalados en las rampas del futuro. Es imprescindible intentar comprender sus logros y sus peligros. Frente a esa nueva realidad, los insultos habituales en las tribus políticas de nuestro momento, suenan cada vez más como desahogos de tiempos prehistóricos.
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