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Valencia, tierra de artistas, de bandas y grandes festivales, ¿es ciudad de la música? Una pregunta a la que el Ayuntamiento quiso darle una respuesta afirmativa con la presentación hace justo dos años de 'Valencia Music City', una iniciativa que se encuentra paralizada y que, junto a nueve razones más, impide que la capital del Turia despegue como ciudad de la música.
1. El Palau de la Música cerrado.
El auditorio municipal. el baluarte musical del Ayuntamiento, lleva desde junio de 2019 cerrado. Y así seguirá, al menos, hasta 2023 cuando finalicen las obras de rehabilitación. En la actualidad, aún se está redactando el proyecto de mejora. Los diferentes retrasos en la adjudicación de cada una de las partes del procedimiento han hecho que esta sea una legislatura letal para el espacio.
2. A la espera del Casal España.
La ciudad carece de un recinto cubierto para grandes conciertos. Pese a que en los últimos tiempos la Marina se ha erigido como escenario de citas multitudinarias con capacidad para 7.000 personas –antes de la llegada de la pandemia– y la Ciudad de las Artes y las Ciencias ha acogido también festivales con miles de asistentes, la capital espera la puesta en marcha del Casal España Arena de Valencia. El pabellón, que estará en funcionamiento en 2023, se ha aliado con los dueños del FIB de Benicàssim en un proyecto para atraer los grandes espectáculos y giras musicales de figuras de primer nivel que hasta ahora sólo recalan en Madrid y Barcelona. Tendrá un aforo de 18.600 espectadores.
3. Sin reconocimiento de la Unesco.
Sevilla obtuvo en 2006 la catalogación de Ciudad de la Música de la Unesco, lo que la incluye en la Red de Ciudades Creativas. Una catalogación que ostentan otras urbes como Llíria. El municipio valenciano también forma parte de las 47 Ciudades de la Música del mundo. ¿Y Valencia? No está.
4. ¿Y el proyecto Valencia Music City?
Hace justo dos años, en abril de 2019, el Ayuntamiento presentaba el proyecto Valencia Music City, una iniciativa en colaboración con la Universitat de València (UV) que trabajaba en una estrategia para hacer de la ciudad un referente internacional de la música, que se convirtiera en un motor generador de riqueza y empleo y dinamizador del turismo. El plan, que costaba 25.000 euros, estaba en su primera fase. Pasado este tiempo, ¿qué se ha hecho en un plan que incluía nombrar a un comisionado y crear una oficina para apoyar al sector? Como señalan fuentes del Consistorio, la idea está en ‘stand by’ y no se han puesto en marcha las iniciativas que perseguía. Por contra, sostienen, el presupuesto del plan se va a destinar a ayudas para el ámbito de la música.
5. La industria local no vive de los festivales.
El peso de la música en las programaciones habituales es limitado, como la red de salas. La oferta musical de la ciudad carece de músculo más allá de las grandes citas que anualmente concitaban festivales como el Arenal Sound, el FIB, el Rototom o el Festival de Les Arts.
6. Menos público que otras regiones.
Según el anuario de estadísticas culturales 2020 del Ministerio de Cultura, en la Comunitat Valenciana el 24,8% de los ciudadanos asistió a conciertos de música actual en 2019. Unos datos inferiores a otras regiones como Andalucía (34%), Aragón (30,1%), Asturias (31,1%), Baleares (32,3%) o Murcia (34,1%). La cifra es, además, inferior a la media nacional, que se situó en el 30,1%.
7. Poco peso de las discográficas.
En los últimos años, la región ha asistido al cierre de numerosos negocios culturales, entre ellos el de sellos musicales. Este hecho sumado a que la capital no cuenta con una discográfica de referencia, pese al empeño de algunas empresas que siguen operando en el sector, impide que los músicos editen sus trabajos con sellos de la ciudad.
8. Límites para la música en la calle.
Los artistas que quieren tocar en la calle necesitan de un permiso del Ayuntamiento que sólo se da para un tiempo determinado. Ello favorece que los intérpretes no sean multados por la Policía cuando se los encuentran por la calle. Además de contar con esta autorización municipal, aquellos que lleven sus melodías a la vía pública deben hacerlo sin usar altavoces.
9. La odisea de los bares culturales.
Más de cinco años llevan peleando los bares culturales de la ciudad para obtener una licencia específica para su actividad ya que, como han denunciado, no existe una catalogación concreta que les permita organizar conciertos y actos culturales. Sus reclamaciones llegan derivadas de las multas e inspecciones a las que se han visto abocados, lo que, afirman desde la Asociación de Bares Culturales de Valencia (Abacu), ha provocado el cierre de muchos de estos establecimientos.
10. La parálisis por la pandemia.
La situación derivada de la crisis sanitaria ha paralizado por completo a la industria musical. Sin actividad, técnicos, promotores, artistas y salas de conciertos han visto reducida su programación.
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