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Valencia tuvo su propio Broadway. La efervescencia escénica de la ciudad estaba situada en plena calle Colón esquina con la calle José Calvo Sotelo, lo que hoy es el paseo Ruzafa. Y uno de sus emblemas fue el conocido teatro Ruzafa que, durante más de un siglo, inundó de revista, teatro y música la cartelera cultural de la capital del Turia. Los más nostálgicos recordarán el espacio que fue clausurado en 1973. Y también rememorarán una zona donde confluían los cines, los escenarios y el movimiento escénico del siglo XX en la capital del Turia.
Por el teatro Ruzafa pasaron las grandes estrellas de todas las épocas. Desde Carlos Lemos, Ismael Merlo a la compañía de los padres de Plácido Domingo o Queta Claver y Gracia Imperio, todos trajeron su talento y convirtieron a la ciudad en parada obligatoria de los artistas y teatreros que giraban por todo el país. Conocidos nombres de la escena que pasaban largas temporadas en la ciudad con sus espectáculos. Muchos de ellos llegaban de la mano de los mejores compositores de zarzuela, de los que más tarde se convertirían en clásicos de la literatura. Ese testimonio de casi un siglo de vivencias, montajes y libretos ha regresado, desde hace unos días, a la Comunitat. Porque el archivo gráfico y documental del teatro Ruzafa ha sido depositado de nuevo por los descendientes del último gestor del espacio, Rafael Culla, al ahora reconvertido Instituto Valenciano de Cultura (IVC). Jorge Culla, Rafael Culla y José Antonio Culla traen a Valencia los recuerdos de aquel escenario mítico.
Jorge Culla, actual intendente de los teatros del Canal de Madrid, narra a LAS PROVINCIAS cómo ha sido el regreso de estos archivos a su lugar de origen. Cuenta que, en 2012, le advirtieron de que Cultura iba a desprenderse del edificio donde se custodiaban los fondos del teatro Ruzafa y que iban a ser llevados a un almacén. En ese momento, decidió llevárselos a la capital de España para evitar que «se perdieran». Ahora, y con el compromiso público de que esos documentos no sólo se van a conservar en perfecto estado sino que van a formar parte de un libro que recupere la historia de tan emblemático edificio, él y sus hermanos han tomado la determinación de que era hora de que regresaran.
Los fondos del teatro Ruzafa son una joya de incalculable valor histórico. Están formados por unos 2500 libretos y unas 300 partituras. A todos ellos se suman, además, programas de mano, fotografías, libros de cuentas, carteles y demás documentación relativa al edificio. «Son un tesoro de la vida del teatro en Valencia. Además, también nos ha animado el hecho de que el material se vaya a digitalizar y pueda estar a disposición de cualquier persona que quiera consultarlo», asegura Culla. Su familia, antes su abuelo y luego su padre, gestionó el espacio desde principios de los años 20 hasta el 1973. No obstante, el teatro llevaba en funcionamiento desde la segunda mitad del siglo XIX. «Tenemos referencias documentales desde 1873 hasta el año que se cerró el espacio. Cien años de un escenario que empezó siendo un café teatro al aire libre», narra.
Es curioso cómo han llegado hasta nuestros días todas esas partituras y libretos de principios de siglo. Culla rememora como cuando se cerró el teatro en 1973 su progenitor comenzó a vaciar el edificio. Tras una pared de madera encontró toda una serie de documentación, que llegaba hasta los años 20, oculta y desconocida para los responsables del Ruzafa. El gestor cultural cree que, durante la dictadura de Primo de Rivera, se escondieron todos estos papeles para evitar que desaparecieran. Pero nadie más lo supo hasta el momento en que fueron descubiertos. Ahí se conservaban joyas como el primer libreto de la versión teatral en valenciano de 'La barraca', de Vicente Blasco Ibáñez; los carteles de 'La cotorra del mercat'; textos de Escalante o Bernat i Baldoví; 'El rey de la banca', que fue la única zarzuela del maestro Serrano; otras obras de Eduardo Granados -hijo del famoso Enrique Granados- y Chapí... Todo un ingente listado que devuelve a la actualidad la memoria del Broadway valenciano.
Por ese escenario pasaron desde el «gran Enrique Rambal», recuerda Culla, a las grandes revistas de la época como 'Las Leandras'. Vedetes como Conchita Leonardo, que antes de ser descubierta por el maestro Guerrero y de llegar a convertirse en una de las artistas más populares de su tiempo, ya era un rostro popular de espectáculos de variedades, o Blanquita Suárez, entre otras.
En las tablas del Ruzafa dieron sus primeros pasos artísticos unas jovencísimas Conchita Velasco o Lina Morgan. Esta última, «visitó por primera vez Valencia con la compañía 'Los chavalillos de España'», cuenta Culla.
El teatro Ruzafa tampoco escapó a la censura. «Cuando llegó la compañía de la 'vedette' Gracia Imperio, en los años 50, se empapeló la ciudad con carteles en los que aparecía con un corte en el vestido que hacía que se le viera la pierna. Al día siguiente, tuvieron que hacer una prepegada y tapar con una banda la imagen para no suscitar más polémicas», asegura. No es la única anécdota. «Otra vez llamó el gobernador militar al teatro quejándose de que en la revista 'Las de Villadiego' se escuchaba el sonido de una cisterna del baño. Dijeron que eso era inadmisible», relata.
Miles de recuerdos de una época dorada que sigue en la memoria de lo que fue el Broadway valenciano.
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Carlos G. Fernández y Lidia Carvajal
Patricia Cabezuelo | Valencia
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