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Reliquias ocultas  en el viejo manicomio

Reliquias ocultas en el viejo manicomio

El almacén del Museo de Etnología conserva 30.000 objetos en el antiguo psiquiátrico de Bétera, desde los uniformes de la guardia real de Alfonso XIII hasta el primer ordenador Apple

NOELIA CAMACHO

Sábado, 15 de agosto 2020, 23:58

La exposición permanente del Museo de Etnología de Valencia reabrió el pasado julio tras más de dos años de reformas. La muestra actual exhibe un millar de objetos de los dos últimos siglos, que desvelan, según el nombre de la exhibición, lo difícil que es ser valenciano. Han sido dos años de trabajo y, sobre todo, de restauración de más de 700 piezas que se han llevado a cabo desde un almacén situado en el antiguo psiquiátrico de la localidad de Bétera.

Porque la colección de Etnología es más de lo que se ve en el centro cultural La Beneficencia. Está formada por 80.000 objetos, de los cuales, unos 30.000 -entre indumentaria y objetos-, se guardan en esas naves de Bétera a las que ha tenido acceso LAS PROVINCIAS para mostrar lo que oculta una de las pinacotecas etnológicas más importantes del país.

De un carrito de bebé inglés de los años 20 a unos 'Juegos reunidos' conservados en perfecto estado de apenas dos décadas después, se pasa al primer ordenador Apple de los 90 a una ingente colección de indumentaria de la legendaria Casa Insa de Valencia, que cedió al museo cuando cerró sus puertas.

Los conservadores han inventado unos anclajes especiales para preservar más de 15.000 piezas de indumentaria

«Nosotros vivimos de donaciones en gran parte, por nuestro ajustado presupuesto apenas se comprar piezas salvo que sean indispensables para la colección», narran el director del museo, Francesc Tamarit, y uno de los conservadores, Jorge Cruz. Ellos son los encargados de iniciar un recorrido por los más de dos mil metros cuadrados donde se guarda desde una vitrina de la Exposición Universal de 1909 a las primeras neveras y lavadoras que se comercializaron en España.

Divididos por estancias, los 30.000 objetos que se custodian en estas naves, están catalogados y guardados casi de forma hermética para que no se destruyan. Mención aparte merecen las más de 15.000 piezas de indumentaria que inundan un pabellón independiente y en el que, además, los propios conservadores y restauradores del centro, dependiente de la Diputación de Valencia, se las han ingeniado para inventar los sistemas de anclaje y perchado donde se instalan desde antiguos trajes de fallera, jubones, mantas morellanas a prendas para representaciones de teatro, ópera e, incluso, una colección de chaquetas pertenecientes a la Guardia Real de Alfonso XIII.

Dividido en distintas estancias, el fondo de Etnología se inicia con un apartado que, bajo el título oficios, recorre elementos correspondientes a profesiones como maestros, médicos o artesanos. Por ello, no sorprende ver el antiguo despacho y material quirúrgico de un dentista a los pupitres de colegios como los Salesianos a una mesa de joyero de mediados de siglo. «Cuantificar el valor de cada pieza no es algo que hagamos aquí, no se mide lo que vale sino lo que cuenta. La historia que revela cada uno de ellos es lo que nos explica y es lo que intentamos mantener», relata Cruz. De ahí que sea toda una sorpresa observar desde una centralita telefónica de las que plagaban los pueblos cuando la implementación de las telecomunicaciones a un chibalete de imprenta, que aún conserva los tintes, plomos y cajones en perfecto estado.

De los oficios se pasa a lo doméstico, con un importante apartado para lo infantil. No es de extrañar observar desde los ya desparecidos sifones a las primeras neveras de hielo, botijos, cazos y sartenes. Cuberterías, platos, electrodomésticos... todo lo relacionado con el hogar se mezcla con lo infantil, donde un carro inglés conduce a un pupitre pasando por muñecos con más de medio siglo de antigüedad, ropitas, lápices y tebeos.

Por otra parte, jubones del siglo XIX, enaguas, mantas morellanas... el enorme cuidado con el que se trata todo lo relacionado con la indumentaria revela las grandes joyas que se guardan en estas naves. De ellas se pasa a elementos tecnológicos. No es difícil encontrar máquinas de escribir que harían las delicias de los coleccionistas más apasionados a esos primeros ordenadores que funcionaban con una tarjeta o a los televisores en blanco y negro que unos pocos afortunados pudieron llevar a sus domicilios cuando comenzaron a salir al mercado.

«Somos un museo valenciano, que cuenta la historia de la Comunitat», dicen sus responsables, quienes conducen a otra sala, esta vez, la relacionada con el campo y la huerta. Un arado, una 'corbella, la tradicional hoz valencia', un trillo o una de las barcas que navegaban para pescar en l'Albufera, todo lo relacionado con las raíces valencianas ocupa un espacio privilegiado en estos almacenes. «Estamos a la espera de otra nave de mil metros para poder seguir aumentando la colección, pero depende de que la rehabiliten», concluye Tamarit.

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