La arquitectura de José María Manuel Cortina y los suelos Nolla. Un binomio que por muchos años que pasen en Valencia seguirá indisolublemente unido y sin embargo en buena parte olvidado. Y para salvar el silencio que pesa sobre la combinación, sobre todo en la parte que le toca a ese arquitecto que en los albores del siglo XX dibujó el barrio del Ensanche de Valencia, el Museo Nacional de Cerámica González Martí inaugura esta tarde la exposición 'El arquitecto José María Manuel Cortina Pérez y la Cerámica Nolla', propuesta comisariada por el arquitecto técnico Jorge Girbés Pérez que se ha presentado esta mañana.
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Cortina concibió sobre el papel de los proyectos que en gran medida se revistieron de cerámica Nolla un buen número de edificios, para uso privado y público, de los que bien poco queda ya. «Entre el 85 y el 90 por ciento de los que construyó han desaparecido», ha apuntado el comisario de la muestra. ¿Qué queda en Valencia? La respuesta que ofrece Girbés conduce los pasos a varias viviendas de la calle Sorní, entre ellas el emblemático bloque conocido como 'la casa de los dragones', otras de la calle Félix Pizcueta o la sede del consulado de Italia en la calle Quart. El Cementerio General conserva varios panteones de su factura y la bella marquesina que cubre la entrada al camposanto. También los cementerios de Campanar y El Cabanyal, hoy ya integrados en el entramado urbano de la capital, nacieron de la creatividad técnica de Cortina.
Más allá de las cruces, en Bétera, Rocafort, Paterna o Villarreal dejó Cortina su huella y hasta alguno de esos espacios, de los pocos que quedan en pie, viaja la exposición del Museo Nacional de Cerámica para probar que Cortina y Nolla fueron dos que se hicieron uno al servicio de las mejores casas de Valencia. «En distintas fases de su vida profesional, Cortina empleó para los pavimentos la cerámica Nolla», se ha recordado esta mañana.
El público de la muestra podrá contemplar los diseños de la 'Casa del Molí' de Rocafort, que quedó convertida en un restaurante respetuoso, que incluso restauró los suelos, con la fascinación que produce contemplar las teselas de colores con las que se dibujaron los suelos que pisó la burguesía valenciana de principios del siglo XX. Y recuerda Girbés que en esa Casa del Molí fue donde habitó el pintor José Benlliure, cuya sala de pintura, salones, dormitorios y hasta los baños abren sus puertas a través de la reproducción en imágenes de los suelos que los cubrieron.
Y se contemplan también colgados de las paredes del Museo de Cerámica los detalles del pavimento que cubrió otra de las obras de marcado carácter modernista que levanto el que Girbés considera «olvidado» arquitecto: la casa Morris de Bétera, una construcción que sigue en pie y a la que acompaña una apasionante historia de vinculación con la cultura británica. El público conocerá también los detalles de la ermita de La Misericordia de Meliana, localidad donde Nolla tuvo sus talleres y que conserva no pocos ejemplos de los suelos que la llevaron a recorrer el mundo.
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Cascabeles y dragones fueron elementos ornamentales de inconfundible factura Cortina que lucen en construcciones concebidas en su estudio. Quedan en Valencia y sus pueblos ejemplos como los citados. Pero más allá de la Comunitat también se puede seguir la huella del aqruitecto. Ha hablado Girbés de Ceuta y Palma de Mallorca.
Planos, acuarelas, dibujos y un pavimento Nolla cedido por Cerámica Patrimonial 'Salvador Escrivá', firma que desde su taller en Sumacàrcer se dedica a la recuperación de los artísticos suelos, llenan de contenido una exposición que cuenta con una pieza tan interesante como es una catálogo de diseños de la firma de los pavimentos. De este se extraen algunos paneles que permiten descubrir cómo el paso del tiempo y las modas iban influyendo en los diseños, y sobre todo en los colores que se utilizaban para la creación de las piezas que, como ha recordado el director del Museo, Jaume Coll, se hacían «sin agua. Es una cerámica realizada a partir de polvo prensado».
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Los diseños de la firma recorren desde la inspiración en el arte romano hasta la que trajo el Art Decó. Era lo que se llevaba, era lo que pedían los clientes, era pues lo que servía Nolla. Así se observa en las imágenes cómo se pasa de los colores más oscuros a los más claros y a los diseños menos abigarrados a medida que el publico ya impregnado de las modas de principios del XX se va introduciendo en las tendencias decó.
Un encuentro con la arquitectura y con los suelos que la cubriero, una cita con el arte que, además de facilitar el deleite estético permite conocer cómo se vivía en la Valencia de principios del siglo XX. Un atractivo paseo con las puertas abiertas hasta el 16 de abril.
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