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En las horas posteriores a la riada que arrasó con parte de L'Horta valenciana el pasado 29 de octubre se pusieron en marcha los ... trabajos para tratar de salvar los más de 2.500 libros y 3.000 cajas de documentación que habitaban en naves y plantas bajas anegadas por el agua. Desde entonces, el trabajo de diferentes organismos de la administración pública ha sido incansable. Sin embargo, todavía queda camino por delante. Esa fue una de las ideas en las que diversos expertos en patrimonio cultural coincidieron este sábado en la jornada técnica organizada por la Conselleria de Cultura, con el apoyo de ICOMOS-España (parte consultiva de la UNESCO en materia de bienes culturales Patrimonio Mundial).
Una vez concluida la fase de primeras emergencias y de análisis de los efectos sobre el patrimonio cultural afectado, llega el momento de realizar una evaluación de las principales necesidades existentes en la zona cero de la catástrofe, como reclamó Verónica Casanovas, integrante del Comité Científico de Preparación para Riesgos ICORP-ICOMOS, quien también habló de la necesidad de elaborar una hoja de ruta para la recuperación del patrimonio.
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Hacer parte de esa hoja de ruta a la población de las zonas arrasadas es para Ángel Luis Sousa, coordinador de la comisión de emergencias y cooperación ICOMOS, una de las claves tanto para la dana como para futuras catástrofes naturales de similar magnitud. El arquitecto especialista en técnicas de necesidades derivadas de catástrofes asegura que la urgencia temporal y la identidad son dos de los condicionantes que más pueden influenciar una recuperación como la que se debe acometer en el área afectada, de modo que «conviene implicar a la población en el proceso de recuperación mediante una información constante y actualizada» con el propósito de «elaborar una propuesta de recuperación adecuada».
Una idea que refuerza el geógrafo de la Universitat de València, Jorge Hermosilla, quien considera que se deben tener en cuenta aspectos como el tipo de bien cultural que se pretende recuperar, el grado de urgencia, los efectos culturales y el compromiso de los actores territoriales. «La recuperación requiere de la participación de todos», aseguró Hermosilla durante su intervención centrada el patrimonio fluvial, para muchos desconocido, que fue arrasado por la barrancada. En ese sentido, el experto estimó que de los 265 kilómetros de acequias que permiten que el sistema de regadío de L'Horta tenga el reconocimiento de la ONU de Sistema Importante del Patrimonio Agrícola Mundial (SIPAM) en torno a un 41% quedó afectado por la dana.
Desde la administración regional, la secretaria autonómica de Cultura, Pilar Tébar, insistió en la idea de que la dana del pasado 29 de octubre puede ser un desafío para la sociedad valenciana para «aprender y convertirnos en pioneros y referentes para evaluar la idoneidad de los protocolos de emergencia de cara a futuros desastres».
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