![Roca Rey: «Un torero debe estar ilusionado y si está enamorado todavía mejor»](https://s1.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/2024/02/29/Imagen%20(188668494)-ReYP3ki6wnw3TkzLQyuAw0N-1200x840@Las%20Provincias.jpg)
![Roca Rey: «Un torero debe estar ilusionado y si está enamorado todavía mejor»](https://s1.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/2024/02/29/Imagen%20(188668494)-ReYP3ki6wnw3TkzLQyuAw0N-1200x840@Las%20Provincias.jpg)
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Expectación es la compañera de viaje de Roca Rey, en la plaza y en el salón. A eso se le llama tirón, es el privilegio de los elegidos, su marca de agua. Llenó el Ateneo de Valencia y va camino de llenar la plaza, no una sino dos veces, convertido en la esperanza blanca para atravesar los mares encabritados del abolicionismo. Los jóvenes le quieren, los mayores le respetan, los empresarios se lo disputan, antes que clásico es valiente si es que el valor a carta cabal no contase entre los primeros cánones del clasicismo. Pues valiente y clásico. Lo del valor le viene de niño. Con catorce años, el menor de una familia acomodada de Lima, buen estudiante pero ambicioso a la hora de perseguir sus sueños, voló del nido familiar. Con una maletita como único equipaje, la ropa indispensable, un capote y una muleta, y se subió al avión en busca de la patria donde se cocían sus sueños. Juli era el modelo. Cuentan que su madre lloró en su despedida, su tía se reafirmó en sus creencias, «este niño es valiente, muy valiente», y desde entonces no ha dejado de crecer su leyenda. Y sobre el miedo y el valor tiene una fórmula la mar de resultona.
–Todos tenemos miedo, pero si te pones en lo peor dejas de sentirlo, qué te puede pasar peor que la muerte te dices y…
Apenas dos años después, las leyes no le dejaban torear antes, en una matinal de las Fallas de 2014, impactó en Valencia. «El niño es torero», aventuraron los santones de la Fiesta. No se equivocaron y desde entonces ha ascendido a lo más alto, novillero de postín y matador figura. Ha abierto las puertas grandes de Sevilla, Madrid, Bilbao, Valencia, Lima, Nimes…, en realidad no le queda un bastión taurino por rendir. Tampoco ha sido extraño en las enfermerías, no lleva la cuenta de las cornadas, demasiadas te dices y ni se sabe las veces que la santa providencia le preservó de males mayores. «En la lidia se conjuga la vida, la muerte, la verdad, el sentimiento y el arte», afirma.
Es la reflexión pública e íntima del joven Roca Rey. Dándola por buena, en apenas quince minutos se revive el ciclo vital de los hombres y sucede dos veces en una tarde, ochenta tardes cada año, de tal manera que apenas superada la pubertad, los hay que, Roca es uno de ellos, han madurado su existencia como hombres adultos.
–¿Cuál es el secreto de tu acogida popular?
–No creo que haya que hablar de secreto ni de fórmulas preconcebidas. Mi relación con el público es natural, nada fingida, por eso ha calado. Me siento identificado con gente de mi edad y a ellos les pasa igual. Es un feeling recíproco.
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–Está amaneciendo la temporada, ¿cómo se vislumbra?... ¿cuál es tu estado de ánimo?
–Bueno. Me siento comprometido, es un año importante para mí, siento que será una temporada difícil, pero de la dificultad puede salir algo importante.
–A más éxitos más exigencia, es el proceso natural en un personaje público.
–Ya son ocho años de alternativa. La exigencia va creciendo y muchas veces me ha pesado y me han dolido muchas cosas que ahora me motivan y me hacen más fuerte.
–Sentimientos o técnica: ¿qué es el toreo?
–El toreo son sentimientos. La técnica es importante, sin ella no vas a ningún lado, pero ante todo el toreo es un sentimiento. Estoy en contra de los números en el toreo, no estoy de acuerdo con que el que más torea o el que más orejas corta sea el mejor. El toreo va mucho más allá. Es sentimiento, entrega, pasión… Hablar de números es menospreciar el toreo.
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–Comentaba con tus compañeros en entrevistas recientes, que un torero sin un romance es como un jardín sin flores, como si le faltase algo relevante a su aura de personaje público. Es como si necesariamente hubiese que estar enamorado o en proceso.
–Te lo reafirmo. Hay que estar enamorado o más que enamorado diría que ilusionado con algo, con lo que sea, pero ilusionado. Si te gusta un coche y te lo compras, los primeros días de disfrutarlo te ilusionas con él y te motiva para torear, lo mismo si has comprado una casa nueva o si tu familia viene a visitarte de tan lejos como están los míos, todo eso te crea un estado de ilusión y te motiva. Y lo mismo si encuentras una nueva mujer. Son estados muy necesarios. Hay diferentes tipos de ilusiones y lo importante para un torero, insisto, es estar ilusionado y ya si estás enamorado y son los primeros días, mucho mejor. No hay nada mejor que eso.
–Con Valencia tienes una química especial.
–Para mí Valencia es emoción, sus gentes son muy apasionadas. Desde el primer día me sentí muy conectado.
–Que te hayas abierto a lidiar encastes nada habituales en los carteles de las figuras, victorinos concretamente, ¿es un intento por marcar diferencias, es el tirón definitivo en la carrera de una figura?
–Lo hago por gusto propio, por satisfacción. Es un reto más, yo creo que el toreo sin retos no es nada. Desde hace tiempo pensaba en una corrida de Victorino Martín en Sevilla. Le daba vueltas desde 2019 y ha llegado el momento. Me alegra que sea en Sevilla.
–Supongo que todos esos retos consumen miedos y más miedos, que nada es gratis.
–El miedo siempre está ahí, pero si estás dispuesto a lo peor ¿qué otra cosa te puede dar miedo? Cuando asumes ese miedo, todo es más natural.
–Lo peor en esos casos es la muerte, supongo.
–Claro.
–¿Ese planteamiento es obligado todas las tardes?
–La entrega es obligada todas las tardes, pero las hay más especiales que pueden definir tu trayectoria y cambiar el rumbo de tu carrera. Tardes en las que sabes que quince minutos pueden cambiar tu destino y debes aprovecharlo y entonces… El toro me ha llevado a esos límites.
–Menos fútbol y más toros: ¿lo firmarías?
–Soy torero, cómo no voy a firmarlo.
–¿Por amor dejarías los toros?
–La persona que me ame y que yo ame nunca me pediría eso.
–¿Bailas o te bailan?
–Bailar personalmente no me gusta mucho. Me lo han recomendado porque dicen que es bueno para las emociones, pero ni así me gusta mucho. Y si me bailan y me baila quien me gusta, me gusta, lo agradezco.
–¿Supersticioso?
–Sí. Intento quitarme manías, pero lo soy.
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–¿Qué tiene de romántico el toreo?
–Todo. Una vez se pierde el romanticismo se pierde todo, se pierde la esencia.
–¿Cuál era tu mote en el colegio?
–Mis hermanos me decían Andy.
–¿Qué significa ser puro en el toreo?
–Llevar la verdad al límite asumiendo las consecuencias sabiendo que pueden ser muy duras y aun así ir adelante.
–¿Eres competitivo?
–Me van a matar, pero no.
–¿No?...
–Nunca vi el toreo como competencia. Sé que es bonita la rivalidad, pero el toreo es mucho más que eso. Cuando hay una faena realmente buena de la que todo el mundo se acuerda y queda para la historia, es porque el torero ha estado muy metido en él, muy concentrado, sintiendo mucho y pensando poco, y cuando sientes mucho y piensas poco es porque nada más que piensas en ti y en el toro, por tanto no hay competencia con nadie.
–¿Te arrepientes de algo?
–Uno siempre tiene cosas de las que arrepentirse, pero si eres inteligente aprendes y no vuelves a caer.
–¿Perfeccionista?
–Mucho. Me gustaría no serlo tanto. En esta profesión no hay que ser muy perfeccionista, hay que sentir y cuando más sientas y menos pienses, mucho mejor.
–¿Efectivo o tarjeta?
–Mi gente más allegada se preocupa porque nunca llevo dinero encima. Ni tarjeta ni dinero. A Larita –su mozo de espada– o a quien vaya conmigo le dan dinero o la tarjeta y pagan por mí. En eso soy un desastre.
–¿Tacaño o manirroto?
–No soy nada tacaño. Al contrario, si hay que pagar se paga.
–¿Miras el precio en las tiendas?
–Sí, pero lo que me gusta lo compró.
–¿Qué prenda se repite más en tu vestuario?
–Me gustan mucho las chaquetas y las gabardinas, pero como en los inviernos estoy muy poco aquí, las uso poco. Me gustan mucho los zapatos; pantalones, ahora que lo pienso tengo pocos; y camisetas tengo un montón.
–¿Cómo te llevas con las corbatas?
–Fatal, no me gustan.
–¿Por dónde comienza elegancia?
–Por los zapatos.
–¿Qué plato te sale de nota?
–Diría que los huevos revueltos. ¿Me entiendes?…
–Te entiendo...
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