![Rolling Stones para niños](https://s3.ppllstatics.com/lasprovincias/www/multimedia/2024/04/05/1479295481-RI2FrCBAVlyHrDLBnZ6YNGJ-1200x840@Las%20Provincias.jpg)
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Escuelas de música que no enseñan música. O, al menos, no como las academias tradicionales. Aquí no hay solfeo, hay improvisación. Los alumnos llegan, casi, recién nacidos o con apenas unos pocos años de edad. Bailan, cantan y dan sus primeros acordes. Puede que no tengan ninguna noción musical. O sí, pero acuden a estos centros a descubrir una pasión que les puede llevar a ser estrellas del jazz, del rock o del punk. Son entidades peculiares, alejadas de los cánones más tradiciones. Y tienen su sede en la provincia de Valencia. ¿Cómo es posible? Una de las primeras respuestas a este interrogante está en la Rockadèmia, un proyecto que hace medio año pusieron en marcha los componentes del conocido grupo infantil Ramonets y que desde entonces es la cuna –y nunca mejor dicho– de futuros músicos de rock que, quién sabe, podrían ser los nuevos Rolling Stones del mañana.
La Rockadèmia, con apenas medio año de vida, no es la única escuela poco convencional que también ha visto cómo algunos de sus alumnos han llegado a estudiar, incluso, en la prestigiosa Berklee College of Music de Boston. Y es que, en la otra cara de la moneda también está Sedajazz, una entidad que desde hace diez años forma a los músicos del futuro que están llamados a revolucionar la música contemporánea.
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LAS PROVINCIAS accede a un día en la Rockadèmia, situada en un antiguo banco en el pleno centro de la localidad de Alboraia. Como decíamos, no es una escuela al uso. También es el local de ensayo y donde guardan todo el equipo los conocidos Ramonets, ese grupo de rock valenciano que lleva su ritmo a los más pequeños. Pero no sólo son niños los alumnos de esta peculiar academia. También hay jubilados y hasta los propios progenitores de los pequeños que asisten a las clases. Pero quizás, estos incipientes músicos son los que más ruido –y curiosidad– despiertan en el espectador. «Nacimos con la idea de tener unos 40 alumnos y ya son más de cien. Se nos han cubierto todas las expectativas», cuenta a este diario Ferran Martí, uno de los responsables del espacio. Él hace de guía por un local que han acondicionado ellos mismos con distintas estancias que sirven también de homenaje a bandas de rock y solistas valencianos.
El rock se cuela en cualquier rincón de la escuela. Desde el baño a la pequeña batería que está instalada en la sala a la que acuden cerca de una decena de niños muy pequeños y que, armados con unas baquetas, siguen el ritmo de una canción gracias a las indicaciones de la profesora. «Esta no es una academia al uso. Aquí no hay solfeo ni largas clases. Ellos cogen un instrumento, componen sus propias canciones y forman sus grupos. Luego ofrecen sus conciertos», narra Martí. Es más, lo hace con el último disco de villancicos que han grabado los alumnos la pasada Navidad. Porque sí, porque en la Rockadèmia también hay un estudio de grabación.
El bullicio es total. Niños que entran, que hablan entre ellos, que comparten experiencias con los profesores, que se animan a coger una guitarra eléctrica y que dan ritmo a una batería. «Siempre apostando por la creatividad. No hace falta que sepan tocar un instrumento, esto es otra cosa», señala el responsable que abre a este periódico las puertas del local. No es de extrañar que también los padres hayan formado sus propios grupos de rock. «Aquí vienen desde jubilados a gente más joven. Es una forma de hacer música que no tiene que ir aparejada a la seriedad de un conservatorio o de una banda, a decenas de horas de solfeo y a unas normas tan estrictas», aseguran. Es más, algunos de estos pequeños 'rockeros' abandonaron esa formación musical más estricta para acabar en una Rockadèmia que también ofrece campamentos y cursos durante las vacaciones.
Fue el pasado septiembre cuando el espacio abrió sus puertas. No sólo acude gente de la localidad de Alboraia. «Siempre hay riesgo en este tipo de proyectos. Pero al hacerlo todo nosotros y ver la respuesta de la gente, parece que la academia tiene largo recorrido», afirma. Hay opciones para todos: hasta los tres años, están los 'Metal Babies'; de tres a seis, los 'Punky Junior'; los 'Rockers' tienen de siete a doce años; Los 'New Wave' lo forman chavales de más de trece; los 'Old School' son adultos que van desde los 18 años 60 años; y, finalmente, los 'Iai@ Rockers' para jubilados con alma rockera. Es decir, grupos para todas las edades y que aprendan a ser una auténtica estrella del rock.
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Una década de existencia con sede fija lleva Sedajazz dando clases a todo tipo de alumnos, sobre todo a niños. Pero mucho antes también daban cursos aunque de forma más itinerante. Su director, el conocido Francisco Blanco, 'Latino', uno de los impulsores del jazz en Valencia, es el encargado de desgranar algunos de los secretos de esta particular academia situada en una antigua alquería. «La creatividad es la base en cada una de las clases. Con apenas tres notas aprendidas, los niños ya tocan en grupo. Si les motivas y se divierten, los resultados se ven enseguida», señala 'Latino'. En total, más de 350 alumnos se forman en esta particular entidad que no sólo enseña jazz, sino que lleva a los más pequeños –y a los no tanto– a dejarse inundar por el reggae, el swing e, incluso, el rock. «Para los niños, lo esencial es adaptarse a ellos. A cosas que les gusten. Yo mismo adapto las melodías de temas actuales para que los puedan tocar. También improvisan y poco a poco los temas van siendo algo más difíciles», argumenta.
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Noelia Camacho
En su opinión, hay un vacío existente en la formación en música moderna, por eso son esenciales este tipo de espacios que no imparten música al uso. «Aquí han venido profesiones de Estados Unidos, gente de universidades americanas y de otros países y alucinan por la forma en la que enseñamos jazz a los niños», relata 'Latino' sobre una escuela que, como la Rockadèmia, rompe las normas y forma a las nuevas generaciones.
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