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Aplausos | J.L. Arroyo

Román y Fuente Ymbro una explosión de emociones

El valenciano que hizo una brava faena malograda con la espada cortó una oreja

Domingo, 25 de mayo 2025, 22:27

Cumbre de valor y bravura con dos nombres propios, Román y Comisario, un torero valenciano muy querido en Madrid, muy bien valorado, porque se lo ... ha ganado y un toro de Fuente Ymbro, encaste Domecq, con el carácter de su criador, Ricardo Gallardo, de espectacular estampa, pronto ante el reto, franco y noble en el envite. A cada cite de Román, generoso en la distancia y el ofrecimiento, respondía el toro en galopadas deslumbrantes de punta a punta de la plaza, un espectáculo y un derroche de bravura. La emoción en su máxima decantación. Verdad y riesgo. Era uno o era el otro. Felizmente fueron los dos en el podio de los ganadores que visto el carácter del toro lo dice todo de Román. El riguroso público de Madrid respondía y levitaba, en cada encuentro de toro y torero respondía como un resorte, bajo la angustia de una lucha a corazón abierto, sabiendo que los dos contendientes se jugaban más que la vida, el prestigio. Aparquemos los tecnicismos, para entonces privaba el pulso entre dos fuerzas incontestables. Era el toreo en su expresión mágica y más primitiva de la lidia de poder y verdad. No cabía más sinceridad ni en el toro ni en el torero, faena en la que estaban prohibidos los fallos en la lidia, una duda, un error en el toque o en la distancia era una voltereta segura, se sabía y eso le daba mucho más valor a Román, que ponía empeño en templar las embestidas de Comisario. Se confirmaron las sensaciones de riesgo máximo y en el primer error por abajo, un descuido, llegó la cogida, tremenda, pareció eterna, de la que milagrosamente se levantó ileso con los diapasones de las emociones fuertes marcando al máximo. No se arredró Román, no hubiese sido Román y unas bernardinas finales, citando en la larga distancia, de nuevo la emoción de la distancia, de nuevo la prontitud galopona del toro pusieron otra vez la plaza de Las Ventas en máxima ebullición. Mató mal para no cambiar la dinámica estoqueadora que viene sufriendo con las armas toricidas. Con ese fallo se cerró la puerta grande, le dieron una oreja por aclamación y la paseó entre la admiración y el cariño de un público agradecido y sensible ante la entrega sin límites. Se va Román de San Isidro con los deberes hechos y el papel de torero bravo al alza.

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