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La felicidad de Román en la plaza de Valladolid.

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La felicidad de Román en la plaza de Valladolid.

Román Collado la vuelve a armar

El ruedo ·

Resuelve en Valladolid la tarde en que se jugaba competir con las figuras

JOSÉ LUIS BENLLOCH

Domingo, 10 de septiembre 2017, 00:21

"Yo sabía que no se podía escapar el triunfo" y no se le escapó. Román, la sensación de este tramo final de temporada, la ha vuelto a armar. Esta vez ha sido en Valladolid, en una de esas corridas de las llamadas de lujo, con presencia de las más rutilantes estrellas, lugar que le estaba vetado incluso en Valencia. Había triunfado últimamente con victorinos, cuadris, cebadas, miuras... cuando le llegó la oportunidad de sustituir nada menos que a Manzanares en Valladolid con una corrida de Daniel Ruiz y el premio, que lo era, tenía su carga de profundidad. Si no triunfaba corría el riesgo de que el sistema, es decir los que mandan, concluyesen en que su sitio estaba con los victorinos, cuadris, cebadas, miuras... lugar en el que hay dinero, mucho honor y más sufrimiento. Que está bien, muy bien, cuando te apetezca, pero menos bien cuando te lo impongan. El compromiso de Valladolid lo resolvió Román con toda naturalidad. Bastaba con ver su sonrisa en la puerta de cuadrillas para entender que eso de la presión no va con Román que estaba feliz, en una especie de declaración de que su sitio estaba allí.

«Había un ambientazo. Y lo di todo, no dejé nada para mi, unas cosas me salieron mejor que otras pero lo di todo», esa fue la fórmula del éxito en una tarde que tuvo un momento especialmente comprometido, comentó Román a Las Provincias «Lo más difícil vino después de la gran faena de Juli al cuarto. En esos casos mantener el clímax en la plaza se hace muy difícil, la gente tiende a relajarse e incluso a comparar, por eso me fui a recibir mi toro a portagayola. El objetivo era no quedarme atrás, que se viese que no me rendía».

El resultado fue magnífico. A ese toro le cortó una oreja que sumó a la de su primero que pudieron ser dos si no hubiese tardado en caer el de Daniel Ruiz. Dos orejas y en hombros por la puerta grande con su padrino Juli, que no había tenido empacho en dejarle un hueco en el cartel cuando se supo que no podía ir Manzanares. Las crónicas hablan de entrega, de responsabilidad, de momentos de toreo limpio y de momentos de toreo arrebatado como le corresponde a su estilo y a su edad, en realidad aplicando la fórmula que le había llevado hasta allí. Así que la trampa, una vez más en su carrera, se convirtió en trampolín y el desenlace en tan crucial tarde le carga de argumentos para reivindicar un trato justo acorde a sus méritos y por encima de los muchos jóvenes que le habían echado la delantera en los despachos sin saberse muy bien por qué. El razonamiento vale para todas las plazas, también y especialmente para Valencia.

Aparte de Juli, que vive un momento de precisión artística cumbre, hubo otro triunfador con raíces valencianas, Daniel Ruiz Sanchis, ganadero en Alcaraz nacido en Valencia, que envió un excelente lote de toros para el triunfo, uno de ellos, Fanfarría de nombre, fue indultado tras grandiosa faena del madrileño calificada por los testigos como un pulso entre bravos. Las crónicas califican el momento de histórico. 'Fanfarria' herrado con el número 65, de 492 kilos de peso, es negro de capa, nació en agosto de 2013 y ya se recupera en la dehesa de Linejo, Salamanca, donde fue trasladado para curarle, antes de emprender el viaje de regreso definitivo al Cortijo del Campo, en Alcaraz, donde le espera una vida regalada con las obligaciones de reproducción.

La reseña del festejo final quedó así: Valladolid, feria de Nuestra Señora de San Lorenzo. Toros de Daniel Ruiz. El Juli, ovación con saludos y dos orejas y rabo del toro indultado; Román, oreja y oreja; Roca Rey, silencio y palmas de despedida.

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