
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Compromiso social, geometría, erotismo, cine, cosmopolitismo… No falta nada del relato romántico y vitalista a todo color de la obra de Eduardo Úrculo en la exposición, la primera retrospectiva que Valencia acoge del pintor y escultor vasco-asturiano. Adentrarse en la sala de Fundación Bancaja que lo acoge es acceder al universo de un artista único que hizo del viaje la metáfora de su camino, el de un hombre que no pudo desentenderse del creador. Lo uno y lo otro fueron lo mismo.
Viaje, «como elemento esencial de la vida» -metáfora de la existencia-, un recorrido en varias escalas que son las que dibujaron cada etapa de su trayectoria creativa. Y para cada una la asunción de un reto, de un riesgo con destino a la superación, a la consagración como uno de los grandes de la segunda mitad del siglo XX, referente del pop art en España. Así que es mucho más que un viaje.
Es una aventura a todo color en compañía de maletas existenciales y de paraguas, sombreros y espaldas que cubren o quién sabe si hasta esconden las soledades humanas del mundo urbano. De Asturias a Nueva York, pasando por Ibiza, lo dicho, una aventura repleta de geniales etapas creativas que llevaron al artista por la pintura, la escultura y el cartelismo. Una invitación a gritos para el público: pasen y vean. Disfruten de más de medio centenar de piezas, algunas inéditas, que recorren la vida del hombre y del artista. Pintura y esculturas de sello indiscutible, con vitola de uno de los grandes.
«El único viaje del alma es la imaginación y la memoria». La cita, de Úrculo, explica que la muestra se titule 'Eduardo Úrculo. Un viajero cosmopolita', apuesta comisariada por Alicia Vallina, doctora en Historia del Arte. «El viaje como elemento esencial de la vida», como ha apuntado el presidente de Fundación Bancaja, es el hilo argumental para pasear por un paisaje estético de deseo, misterio, placer, sufrimiento o exaltación de la vida. «Insaciable buscador, se tenía que sentir siempre renovándose», ha sintetizado Alicia Vallina.
Las referencias al cine, a los magazines, la publicidad y la propia realidad estaban entre sus fuentes de inspiración. Y así lo prueban las paredes de Fundación Bancaja de la que cuelgan pinturas y dibujos donde figuras que parecen extraídas de las mejores cintas del cine negro, de aquellas películas de gansters de sombrero y gabardina. Miradas, tal vez románticas, que se confirman en la sala cuando se contempla 'You're the one', obra con el título que dio Garci a una de sus películas y para la que Úrculo diseñó el cartel. Lo hizo también para otras producciones, recuerda Joan, hijo del artista.
Del magnetismo que sobre él ejercía la publicidad también la exposición ofrece buen ejemplo cuando se contempla a ese hombre de espaldas que camina por una calle repelis de rótulos comerciales en la obra que lleva por título 'Chinatown'. Ante esta pieza hay que detenerse. Parece que en ella está todo: color, personaje de espaldas, el sombrero y la pasión por esa ciudad, Nueva York.
La sala pone en contacto con la primera etapa, un tiempo de iniciación de Úrculo que lleva a «un asturiano de corazón» a ponerse del lado de su tierra, del sufrimiento. Aquí el artista todavía no ha manchado sus pinceles de color. Para rendir homenaje a Asturias «su obra está falta de color. Pinta la crisis del carbón en su tierra en un compromiso social», ha apuntado la comisaria de la muestra durante la presentación.
La visita conduce también hasta el final de la década de los sesenta. El erotismo salta a la escena del artista en obras coloristas, de las que Fundación Bancaja ofrece buena muestra con piezas como 'Yo soy la vamp que ilumina el mundo''. Úrculo es «un apasionado de la mujer», pero no sólo con mirada erótica «también como símbolo de fertilidad, como la diosa madre muy vinculada a la tierra», señala Alicina Vallina.
Y un día hizo escala en Ibiza. Llegó la relación con el pop, extrae geometrías y se sumerge en el color. Aparecen también los viajes a Suecia, Dinamarca, Nueva York, esa ciudad que le enamora… Todo deja huella y hasta retratos en la obra salpicada de sus identificativos paraguas, sombreros y maletas para un periplo artístico que a finales de los setenta le conduce a Taiwan. De la cultura oriental extrae bodegones, desnudos y miradas a la naturaleza. «La producción asiática es cubista», advierte Vallina. Nada le es ajeno, tal es así que no se descarta que su amistad con el arquitecto Rafael Trenor, padrino de su hijo Joan y con quien mantuvo gran amistad, le pusiera en contacto con las figuras geométricas que lleva aparejado el saber de los arquitectos.
El paisaje recorrido por Úrculo es el que ahora puede visitar el espectador en Fundación Bancaja, un encuentro de lujo con el pintor y escultor, que como ha apuntado su hijo durante la presentación, hizo «un viaje a todo» que en la sala se explica con gran acierto, «todo está muy bien elegido» para encontrarse con alguien para quien «la vida era creación». El artista y el hombre esperan en Fundación Bancaja.
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