LAURA GARCÉS
VALENCIA.
Sábado, 21 de noviembre 2020
Pronunciar el nombre del valenciano Santiago Grisolía es lo mismo que mencionar la ciencia, ese campo del saber al que tanto ha aportado y que hace treinta años le hizo merecedor del prestigioso Premio Princesa de Asturias a la Investigación Científica. Ahora, tres décadas después, con 97 años cumplidos y cerca de los 98, con la envidiable lucidez de la longevidad, habla de cuánto ha avanzado la ciencia, de las necesidades de la misma y de lo que todavía le queda por ver. Y no sólo eso. Como presidente del Consell Valencià de Cultura revisa la realidad cultural de los valencianos -de aquello que echa en falta- y la de una ciudad, la capital del Turia, de la que dice que no imagina un lugar mejor.
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-¿Cómo se encuentra en este escenario de vida que nos ha diseñado el Covid-19?
-Mal. Mi hermano ha estado contagiado, estuvo varios días muy mal. Afortunadamente ya está mejor. Estos tiempos que nos ha tocado vivir mejorarán, espero, pronto. Pero la humanidad siempre se encuentra con retos como este. Y habrá otros.
-Hay noticias de los avances de la vacuna. Como hombre de ciencia ¿cómo ve esos anuncios? ¿Tiene visos de que resultará?
-Es muy interesante. Espero que todo se desarrolle positivamente. Es muy importante. Creo que sí que tiene visos de que va a resultar y esperemos que sí por muchas razones. Y tiene un lado positivo frente a los movimientos antivacuna; siempre ha habido gente opuesta, pero a lo largo de los años se ha demostrado que son enormemente positivas , y esta será otra.
-¿Nos puede revelar cuál es el secreto de la longevidad?
-Tener buenos amigos. Y también vivir en un medio adecuado y con todos los elementos actuales, de higiene y sanitarios, más positivos. Afortunadamente tenemos un sistema sanitario muy bueno y espero que lo mantengamos.
-¿Qué llevó a un joven como usted que quería vestir el uniforme de la Marina a pasar a la bata blanca de la Medicina?
-Estudié Medicina porque mi madre me dijo que fuera médico. Ella me decía que podía ser marino de guerra o médico de la Marina. Siempre me ha gustado mucho, y me sigue gustando, el mar. Soy un hombre de mar aficionado.
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-Su trayectoria en la Medicina le llevó muy pronto a la investigación, a la actividad científica, realizando grandes aportaciones que hace treinta años culminaron con el Premio Príncipe de Asturias de la Ciencia. ¿Cómo y cuánto ha cambiado la ciencia en esas tres décadas?
-Tengo el título de médico, pero no se fíe de mí. Nadie pensaba que iba a desarrollarse de una manera tan rápida y eficiente como lo ha hecho. Han sido treinta años fructíferos, han sido más rápidos y exitosos de los que se podía pensar hacer treinta años.
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-Antes de recibir el Príncipe de Asturias usted había constituido en Valencia la Fundación de Estudios Avanzados desde donde se han impulsado los Premios Jaime I. ¿Qué han supuesto estos galardones y esta fundación para la ciudad?
-Han sido una forma de publicitar la ciencia española y hacer que la sociedad se dé cuenta de que el futuro está en la ciencia. También ha significado poner a Valencia en el foco de la ciencia; era algo necesario para la ciudad.
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-¿Cómo ve la babor investigadora en la Comunitat?
-Ha mejorado mucho, sobre todo porque hay mucha gente joven con ideas propias y se dan cuenta de la importancia que tiene. Lo más importante es que la sociedad lo percibe, que antes no.
-¿En esta tierra se destina bastante dinero a la investigación?
-No, estamos por debajo de la media nacional. Esto sucede porque no ha habido suficiente interés y propaganda. La gente tiene interés y se da cuenta de que los avances son necesarios.
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-Usted estuvo al frente del grupo de la Unesco del genoma humano. ¿Qué ha supuesto para la humanidad?
-Es un conocimiento que se ha difundido y entendido en gran parte, lo cual es necesario para que avancen la ciencia y la medicina. Está permitiendo mejores tratamientos del cáncer o entender enfermedades raras.
-Sin perder de vista el umbral temporal que recordamos, el trigésimo aniversario del Premio Príncipe de Asturias, ¿en todos estos años cómo ha cambiado Valencia como ciudad?
- Ha cambiando bastante, pero poco más de lo que a mí me gustaría. Hay mayor preocupación por el urbanismo y por las condiciones atmosféricas, porque de la misma manera que hay ciertas ventajas también hay inconvenientes con un medio ambiente menos propicio para la salud, y eso hay que combatirlo.
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-¿Y estéticamente cómo la ve? ¿Con qué elemento se quedaría?
-Mejor. Me quedaría con toda. La Ciudad de Las Ciencias es algo muy importante. Yo le tengo mucha simpatía porque ya de joven vivía cerca de un centro donde había un poco de desarrollo científico. Por eso me satisfizo mucho la creación de la Ciudad de las Ciencias. Yo luché porque Valencia tuviera un museo de ciencias.
-¿Cómo recuerda la ciudad de su infancia, de su juventud?
-Es difícil porque lo comparas desde el punto de vista de aquella época y de tu edad. Entonces te parecía, como lo primero que habías conocido, adecuado. Luego con los años te has dado cuenta de que era muy deficiente.
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-Su aportación a la sociedad también está presente con la presidencia del Consell Valencià de Cultura. ¿Cuál es la gran asignatura pendiente de la cultura valenciana?
-Un mayor conocimiento por parte de la sociedad. A los valencianos nos falta conocer nuestra propia cultura.
-¿Indiferencia hacia lo nuestro?
- Mire, los valencianos somos gente muy modesta y no nos gusta exagerar, a pesar de las Fallas. Pero aún así, después de todo las fallas se queman y hay que volver a empezar. Y ese es una de las características valencianas, el no cansarse y volver a empezar. Esto podría definir el carácter valenciano y por eso las Fallas son importantes.
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-¿Los políticos han escuchado lo que deberían al Consell Valencià de Cultura?
-No. Nos han ignorado tradicionalmente porque la cultura no vende muy bien y es necesario que la ciudadanía esté más expuesta a eventos culturales de primera categoría.
-En particular, sobre el Museo de Bellas Artes, ¿qué opinión le merece el tratamiento de esta pinacoteca que recibe críticas de que no se le atiende como debería? ¿Cree usted que no se le ha dado a conocer como debería?
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-Sí. Es un museo muy ignorado en Valencia, mucho, subráyelo. No lo merece. Deberíamos estar muy orgullosos de tenerlo.
-Una de las claves del Consell es la defensa del patrimonio cultural valenciano. Ustedes defendieron que no se demoliera el Mercado de Colón y la huerta.
-Claro. Yo me he expresado varias veces, y desde luego lo del Mercado de Colón fue un éxito.
-¿Y qué valor tiene la huerta?
-Inmenso porque te hace imbricarte con los principios fundamentales de la vida y de tu relación directa con la tierra.
-Existe la cultura de que hay desprecio a la vejez. ¿Cómo valora la consideración que la sociedad dispensa a los mayores?
-Mal, muy mal. Antes el anciano era la persona a la que se le consultaba y se le tenía en cuenta. Hoy hay culto a la juventud, lo que es positivo en cierta forma, pero no vale pasarse y olvidar las formas maduras y avanzadas del conocimiento.
-En una conversación anterior me dijo que la chispa de la vida está en la imaginación. ¿Los políticos de hoy tienen la imaginación suficiente para luchar por los problemas de la sociedad?
-No, falta imaginación, algo que se traduce en la falta de acciones positivas para mejorar el medio. Les falta pedagogía de la imaginación porque tienen el complejo de a corto plazo enseñar que son muy efectivos, pero los grandes cambios necesitan tiempo.
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-¿El trabajo es lo que le ha empujado a seguir adelante?
-Sí, porque es lo más divertido que hay. Decía alguien que es la mejor timba de la ciudad.
-¿Qué le he dado la vida?
-Curiosidad y satisfacción. Algunos disgustos me imagino que también, pero se te olvidan y eso es lo bueno.
-¿Y qué le ha dado Valencia?
-Cariño, afecto. Me he sentido querido en mi tierra, además, no imagino nada mejor.
-¿Qué le queda por ver?
-Tengo el proyecto de entregar un bolso de los años 30 de mi esposa para el Museo Modernista de Novelda. Lo encontré tras su fallecimiento y pensé en llevarlo a un museo de la Comunitat.
-¿Y en el ámbito científico?
-La creación de la vida como tal. También cómo parar el envejecimiento. En esto queda mucho camino por recorrer. Por qué envejecemos no tiene sentido, de la misma forma que es muy difícil entender por qué crecemos. Hay mucha gente investigando, se preocupan porque naturalmente a todos los vivos nos afecta. Y quieras que no, el término medio de vida es relativamente corto. Por eso hay pocos centenarios y se investiga la razón por la que han sido capaces de vivir tantos años.
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