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Menina. Soy una puta obra de Velázquez
Texto: J. P. Cañamero, Pedro Luis López Bellot y Sergio Adillo. Dirección y dramaturgia: Pedro Luis López ... Bellot. Actriz: Nuqui Fernández. Sala Russafa (Hasta mañana)
La compañía extremeña Proyecto Cultura ha vuelto al Ciclo de Compañías Nacionales de la sala Russafa después de su éxito con 'Conquistadores' la pasada temporada, premio del público de esta sala. Lo ha hecho con 'Menina. Soy una puta obra de Velázquez', un texto sobre el acoso escolar, el bullying, de J. P. Cañamero, Pedro Luis López Bellot y Sergio Adillo, estrenado en el último Festival de Teatro Clásico de Cáceres. Teatro necesario al ser un problema social grave también tratado en obras valencianas como 'Bullying 3.0, una historia diferente' de Toni Galarza o 'Don't be cruel' de Marian Villaescusa.
El texto es un monólogo de una chica obesa, glotona y con gafas de bastantes dioptrías; un físico susceptible de sufrir el acoso escolar con burlas, vejaciones e insultos de los jóvenes de su edad. Narra distintos episodios padecidos ataviada de negro de época con jubón y guardainfante de época del siglo XVII en contraste con el simbólico muro blanco que hace girar en cada escena.
El monólogo se desdobla en distintas voces, antecedido por una introducción de denuncia de la gravedad del problema con las cifras espeluznantes de bullying en España, micrófono en mano y voz enérgica para pasar al testimonio de la protagonista.
La habilidad del libreto consiste en el manejo variado de situaciones hasta desnudar la mente del personaje. Camina de las causas a las consecuencias desde la divertida primera escena de su comunión mostrando su voracidad con los alimentos de los convites, causa de su obesidad. Imagina el referente físico de Lady Di con su traje blanco de novia en contraste con el negro de su vestido. Las crueles burlas de sus compañeros adolescentes se disparan en la visita al Museo del Prado, y la apodarán Mari Bárbola, la enana acondroplásica del cuadro 'Las Meninas' de Velázquez. Pero la violencia verbal y psicológica llegará al maltrato físico cínico en una Nochevieja. Mientras camina indefensa, la sociedad mira hacia otro lado ante el problema.
Después de este episodio, la obra da un giro y se centra en la reacción psicológica de la protagonista, convertida en una solitaria soñadora refugiada en sus fantasías. El espectador ya ha sido golpeado pero irá quedando conmovido. El tono narrativo camina a lo poético (qué bella imagen final velazquiana). La imaginada Lady Di es su única consejera mientras vive su tragedia incluso en la escena paródica de los ingentes tratamientos contra la obesidad enumerados con gracia, hasta llegar a una última secuencia donde visita sola el Museo del Prado y observa el canon de belleza de Rubens y el Renacimiento italiano, más próximo a su cuerpo que al imperante actualmente.
La actriz Nuqui Fernández realiza un trabajo portentoso. En todo momento transmite la pasión de su palabra y convence al público. Va desnudándose de la ropa de su encorsetado vestuario sacando toda la sinceridad al personaje, favorecida por la iluminación fascinante entre oscuros y el magnífico espacio sonoro. Deja claro que el alma es lo importante con su lección interpretativa de distintos registros. Excelente y necesario teatro social. No parece de recibo que un medio de comunicación supuestamente serio considere noticia la dieta de una conocida joven para conquistar a un futbolista, como leí ayer. Existe un problema que no es cosa de críos y esta desgarrada obra lo ofrece con rebeldía y convicción.
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